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Parafilias: Autoginefilia

21 junio, 2007 a las 8:07/ por
Rrose Selavy, o Marcel Duchamp vestido de mujer

El amor a uno mismo como mujer.
Del griego, αὐτό (uno mismo), γῦνή (mujer) and φῖλία (amor) — «amor por uno mismo como mujer») es una parafilia propuesta en 1989 por Ray Blanchard, que la definió como una tendencia parafílica de los hombres a excitarse sexualmente con la idea o la imagen de sí mismos como mujeres».

Es un modelo conductual de la sexualidad transexual definido por activistas que se oponen a esa clasificación como la «teoría de Blanchard, Bailey, y Lawrence». El modelo es un intento de explicar por qué las transexuales (M2F [hombre a mujer] y otras personas transgénero) no se sienten exclusivamente atraidas por hombres, incluyendo transexuales lesbianas (o ginefílicas), bisexuales y asexuales.

Este modelo dice que las transexuales (llamadas «hombres con disforia de género según Blanchard) no orientadas hacia los hombres, están en su lugar orientadas sexualmente hacia el pensamiento o la imagen de ellas mismas como mujeres. La mayoría de la atención prestada al trabajo de Blanchard sobre disforia de género se centra en lo que él llama «transexuales no homosexuales» o «transexuales autogenifílicas». Define a las transexuales exclusivamente atraidas por hombres como «androfílicas» o «transexuales homosexuales».

Controversia

Este modelo es controvertido y se enfrenta con el modelo comúnmente aceptado del desorden de identidad de género. Los críticos con este modelo, como Madeline Wyndzen sugieren que , dado que las correlaciones no significan causalidad (¿¿??), Blanchard puede estar confundiendo un síntoma de disforia de género con su causa. La falta de «grupos de control» en el trabajo de Blanchard lleva a algunos a preguntarse si hay diferencia entre los transexuales que son bisexuales, lesbianas y asexuales, frente a los cisgénero* bisexuales, lesbianas y asexuales. *(Cisgénero es un neologismo que se usa para definir a las personas no-transexuales).

Blanchard ha aclarado que considera a una transexual que se ha hecho una vaginoplastia, un hombre sin pene. También, debido a que la clínica de Blanchard en el Clarke Institute rechazó el 98% de las solicitudes durante el tiempo que ellos controlban las subvenciones del gobierno, muchos se preguntan si eso llevó a que aumentasen las aprobaciones de solicitantes que se correspondiesen a ese modelo.

El modelo se ha puesto en duda sobre la base de que no recoge la conducta y auto-identificación de muchas transexuales. Los defensores del modelo han señalado que los «autogenifílicos», personas que han asumido que coinciden con el modelo, están engañando a otros al pedirles que muestren conductas que no coincidan con el modelo. J. Michael Bailey, un notable defensor del modelo, cita a MaxinePetersen, un empleado del Clarke Institute, al decir que «la mayoría de los pacientes de asuntos de género mienten» y denuncia que «la vía en en que los autogenifílicos engañan a otros es negando los componentes eróticos de su alteración del género». Además, ha comentado que «Blanchard ha mostrado en un par de inteligentes estudios que los transexuales no-homosexuales que niegan autoginefilia aun muestran evidencias de ello».

Los motivos de los transexuales y gente trangénero que no quiere discutir estos temas durante la diagnosis con los «controladores» no han sido investigados por los defensores de los modelos; los críticos de este modelo reclaman que esta gente está gente bajo presión para mostrar ciertos síntomas «correctos» para superar los protocolos legales y médicos.

Por un lado, la aseveración de que cualquier trans-persona que no coincida con dicho modelo está mintiendo ha sido ampliamente criticada al hacer este modelo acientífico, porque es imposible demostrar que es falso. Por otro, hay claros ejemplos de transexuales que niegan vehementemente autoginefilia pero dan muestras evidentes de ello. Un ejemplo famoso (Anjelica Kieltyka, llamada «Cher» en el libro de Bailey y que posteriormente atacó la interpretación de su conducta hecha por Bailey) se hizo transexual tras una larga historia de travestismo fetichista y vestir pechos y vaginas postizas. Otra transexual bien conocida se describe con un largo historial de travestismo e interés en la pornografía transexual. Los críticos y defensores discrepan sobre el crédito que se le ha de dar a los datos relatados por las transexuales.

Otra crítica a esta teoría es que define la disforia de género como un fenómeno estrictamente sexual. Es decir, asumen que las transexuales feminizan su cuerpo para satisfacer un fetiche sexual. Esto se contradice con el hecho de que los efectos de los bloqueadores de testosterona (y posterior retirada de los testículos) reduce la líbido de muchas transexuales.

Porque la transición, en un intento de satisfacer un deseo sexual sería en último término contraproducente y los que lo hiciesen por esa razón cambiarían su trayectoria tan pronto como los efectos contraproducentes apareciesen. De todos modos, Anne Lawrence ha dicho que hay más sexualidad que actos sexuales genitales y orgasmo, y esta visión más amplia de las sexualidad puede motivar decisiones de reasignación de sexo. A pesar de la fuerte hostilidad hacia esta teoría por parte de algunos activistas transgénero, aún no ha habido una crítica realizada por un colega de profesión.

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Dado que esta entrada trata sobre todo, sobre las teorías de Blanchard, Bailey y Lawrence, se puede leer sobre estas teorías en artículos en castellano.

En ese artículo se puede leer

Para más información sobre la teoría de Blanchard, el libro de Bailey, y la bajada y caída de Bailey, Blanchard and Lawrence, vea Andrea James’ BBL Clearinghouse (en inglés), el informe investigativo de Lynn sobre el libro de Bailey (en inglés todavía) y el artículo de Joan Roughgarden “Psicología Pervertida.” Especialistas, historiadores e eticistas encontrarán documentación más detallada de este fiasco científico en la página Web “esquema histórico de sucesos y vínculos a la evidencia.”

En ese artículo se dice que a lo que dicha teoría se refiere es al travestismo fetichista.

Sobre el tema del género, se puede leer «Deshacer el género» por ejemplo, entre otros muchos, muchos, muchos. Este tema está tratado de una manera que a mí me interesa mucho por la teoría queer, de la que hay mucha información en internet, si se busca en el sitio adecuado.

Sobre el tema hagan caso a Maeve, la especialista en el tema y que tenemos la suerte de tenerla tan cerca. En versión ligera o en versión extendida.

1 Comentario a “Parafilias: Autoginefilia”

  1. Anonymous dice:

    Sobre su «(¿¿??)» cuando transcribe que «las correlaciones no significan causalidad»: la CORRELACIÓN es un concepto de la estadística analítica que indica si la variación simultánea de dos variables (= fenómenos o cosas cambiantes)se debe o no se debe al azar, es decir: si su aparente influencia mutua es una impresión nuestra (que se debe a nuestro prejuicio o a la simple casualidad), o si de hecho hay alguna relación que el simple azar no basta para explicar; en este segundo caso decimos que «hay correlación» entre las dos variables. La correlación puede ser grande o pequeña (es decir: la cantidad de relación entre las variaciones de dos fenómenos puede ser grande o pequeña). La correlación puede ser positiva o negativa (cuando es negativa, la variación al alza de uno fenómeno se relaciona con una variación a la baja del otro fenómeno). Es importante recordar que la correlación sólo es un indicador INDIRECTO e INSUFICIENTE de una posible relación de causalidad entre dos fenómenos. Además no nos da ninguna pista sobre el sentido de esa posible relación causal: no nos dice si primero fue el huevo o la gallina. A menudo los medios de comunicación simplifican los hallazgos científicos escribiendo los titulares de un modo sesgado que sugiera una relación causal, cuando lo que solamente se ha descubierto es una correlación. Para descubrir posibles relaciones de causalidad necesitamos «estudios experimentales» que además sean replicables (= repetibles si se mantienen métodos y materiales similares). No sirven los estudios de correlación, que sólo actúan como pistas orientadoras para futuros experimentos, pero que por sí solos no aportan gran cosa la mayoría de las veces. En las ciencias comportamentales y sociales los estudios experimentales son mucho más difíciles de diseñar que en las ciencias «duras» como la Física, así que la mayoría de sus hallazgos empíricos deben ser siempre interpretados con extrema cautela. Los propios investigadores a menudo consienten estas confusiones para que se dé más difusión a sus trabajos. PERO ES UNA PRÁCTICA MUY PELIGROSA. Un ejemplo: la cantidad de melanina en la piel se correlaciona con el grado de pobreza, ¿debo concluir que la causa de la pobreza es ser negro, o viceversa? En este ejemplo de uso equívoco de la correlación ha habido probables sesgos en el propio planteamiento del experimento, y luego en la atribución causal se han soslayado numerosos factores intermedios (la estadística puede prescindir de ellos y aún así encontrar relaciones significativas), y finalmente se ha realizado una atribución causal sin fundamento. Espero haberles aclarado el concepto de la «correlación» y sus malos usos.

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