Aclaremos las cosas de entrada: las orgías no me gustan especialmente.
¿La razón? No me gusta la especie de acuerdo tácito que hay por el que se entiende que se tiene que liar todo el mundo con todo el mundo… El que no esté bien visto rechazar a nadie. «Bueno eso es una orgía ¿no?»- dirán algunos…
Y si es una chica la que se niega es previsible que le llamen «estrecha», entre otras cosas, ¿no?. Si me equivoco, agradecería alguien me sacase del error…

Ok. Pongamos entonces las reglas de una orgía. Se entiende que tiene que estar todo el mundo con todo el mundo. ¿Están los culos de los chicos incluidos? Ah, ¿eso no? Besarse los chicos con los chicos…¿tampoco?.

Ah, ¿o sea que la palabra orgía lleva escondida «debajo de la alfombra» la palabra heterosexual? Aha,… es que en ese caso entonces más me parece una intercambio de parejas donde hay más de dos parejas, o los maridos haciendo un «fondo común de esposas» para pasar la noche,… por supuesto, con el acuerdo de sus complacientes esposas.
Y eso es el tipo de situaciones que nos suelen dar pereza…
Quisquillosos que somos. Raritos.

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