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Nuestra forma de entender la identidad sexual también está equivocada (Reinventando las reglas / Meg John Barker) #educacionsexual

9 May, 2019 at 20:32/ por

Ayer me pareció buena idea comenzar con el vídeo de Emily Quinn hablando sobre cómo nuestra idea de pensar sobre el sexo biológico está equivocada. Creo que el aprendizaje se facilita cuando lo explica una persona interesexual. De lo contrario, cuando se habla de estados intersexuales e intersexualidad genital/clínica, puede parecer que son teorías, que son hipótesis, “nuevas” maneras de entender la sexualidad… Normal el escepticismo, ahora que vivimos en tiempos en que es posible que alguien vea normal defender que la Tierra es plana, algo que ya estaba claro en el siglo I d.C…

Los estados interesexuales son muchos y no es fácil de explicar de forma resumida. Lo que es fácil es saber cuántas personas son: el 2% de la población, 150 millones de personas en el mundo. Y no son 150 millones de hipsters, ni de millennials ni del grupo social al que le tengáis más manía. Son seres humanos a los que les sucede algo que es normal en el ser humano en esa proporción de un 2%: ser intersexuales. Esa diversidad no es algo que sea mejor, peor, una creencia… Es como que la Tierra es redonda: un hecho. Ahora depende de ti si quieres empeñarte en que la Tierra es plana.

Quería comenzar por Emily Quinn para hoy traer una captura de Reinventando las reglas, de Meg John Barker, que se puede ver más abajo. En concreto donde habla de nuestras ideas sobre identidad sexual. Y lo bueno del libro es que resume perfectamente en tres dibujos las ideas por las que hemos pasado respecto a lo femenino y lo masculino: hemos pasado desde una idea de que lo masculino es lo opuesto de lo femenino, con lo que no tiene ninguna relación, con el que no tiene nada común. De ahí pasamos a entender que es un espectro entre lo masculino y lo femenino con muchos grados donde situarse. Y de ahí a la idea actual en que hay muchas formas diferentes de ser dentro de esos referentes masculinos y femeninos.  Nuestras estructuras fisiológicas –a todos los niveles de nuestro cuerpo, no el cuerpo entero– solo tienen dos para elegir, como mamíferos.

(sigue más abajo)

 

genero

El problema es confundir animales con personas. Los animales son machos o hembras (era la idea del muro). Pero como personas somos algo mucho más complejo. Y por eso hay quien no se expresa con señales ni masculinas ni femeninas, quienes tienen elementos más masculinos y quien los tiene más femeninos, y todo eso en combinaciones infinitamente complejas a todos los niveles. No somos como Barbie y Ken, eligiendo nuestros complementos de un armario o el otro. Ni como los clicks de Playmobil (que lleva a esas ideas de tener manos de mujer, espalda de hombre…). Somos (afortunadamente) seres más complejos que eso.

Todo esto, como digo una y otra vez, no es una idea “moderna”, ni posmoderna, ni queer… No ha surgido ahora. Esto ha existido siempre (otra cosa es que las etiquetas sí se hayan multiplicado). No es una “manera de entender la identidad sexual inventada por Meg John, porque le viene bien siendo persona no binaria”.  En realidad esta idea es muy antigua, pero poco conocida debido a nazis, guerra mundial y misoginia que vinieron después.  Esta forma de explicar el concepto de identidad sexual es la que se manejaba a inicios del siglo XX y que se llamaba (sí, complica las cosas) INTERSEXUALIDAD.

Aunque sea la misma palabra, no se referían a los estados intersexuales como un subgrupo aparte de los estados no-intersexuales. A lo que se referían en esa época era a que no existen el hombre con todo masculino y la mujer con todo femenino. Algo que se puede explicar de forma resumida en que todo el mundo, hombres, mujeres y demás, tiene hormonas llamadas “masculinas” y “femeninas”, y a lo largo de nuestra vida van oscilando sus proporciones. Por eso al hacernos más mayores las caras de hombres y mujeres, por ejemplo, se parecen mucho más entre sí. Son unas ideas que nos valen como referencia, pero nada más.

Después sobre esa base, vamos cambiando, evolucionando, desarrollando unas cosas y no otras, y eso termina en lo que somos en este momento todo el mundo: una mezcla muy compleja de cosas masculinas y femeninas a todos los niveles. Y así somos TODO EL MUNDO. Da igual que no quieras serlo… No querer tener hormonas masculinas y femeninas, por ejemplo, es como empeñarse en querer vivir en una Tierra plana. Da igual lo mucho que lo desees, no va a ocurrir. Por eso quizá sea mejor idea aprender más (sea aquí, sea en Cuerpos Sexuados, sea en nuestra escuela, sea a través de la educación sexual que queráis) sobre la realidad TAL COMO ES para ampliar nuestra forma de comprender el mundo como siempre ha existido. La otra opción es desear que el mundo cambie para encajar en tus ideas. Y eso es algo imposible.


 

Para quien quiera aprender más sobre ese concepto de intersexualidad sexológica, no clínica/genital, puede encontrar muchísimo material en este blog de incisex.

La foto de cabecera es de Meg-John Barker.

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