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¿Pagas por tu salud sexual?¿Sabes que tienes derecho a que sea gratis?

10 November, 2022 at 16:52/ por

Antes de empezar todo esto: Si te parece todo muuuuy complicado, muy largo, que no tienes tiempo pero sí un par de horas, puedes ver una explicación corta de cómo nos puede afectar en el día a día que un fondo de inversión compre el hospital al que vamos. La manera más rápida de verlo es la película La lavandería, de Meryl Streep, en Netflix.

Y si te preocupa que se esté boicoteando (creando caos, sensación de inseguridad, falta de personal, teléfonos donde no nos atienden) la atención primaria desde los poderes públicos para favorecer negocios privados, hay una manifestación este domingo 13 de noviembre en Madrid (Cibeles, 12 del mediodia), donde vuelve a ponerse en marcha la Marea Blanca, esa marea que será la que nos va a salvar cuando lleguen las próximas pandemias o lo que nos espere en el futuro.

 

La maraña

Cuando nos atienden mal en un restaurante, en un hotel, cuando nos cobra de más una operadora telefónica o una empresa eléctrica ¿por qué no reclamamos? O si reclamamos ¿por qué no lo llevamos hasta el final? Porque es agotador. Aunque tengaamos derecho. Aunque sepamos perfectamente que nos están cobrando algo que no hemos consumido, que nos están tratando mal, que no nos están dando el servicio que habíamos pagado.

Las maneras de desanimar a un ser humano a renunciar a sus derechos son muy enrevesadas, pero efectivas. Tenemos derecho a decidir qué cookies permitimos y cuáles no cuando entramos a una web. Las cookies son las herramientas de las webs para rastrear nuestra visita y tener más datos sobre qué queremos y qué no. Y al llegar a muchas webs nos encontramos con tres opciones: aceptarlas todas, gestionar cuáles sí y cuáles no, o rechazarlas todas ¿Qué solemos hacer? Aceptarlas todas.

Y así terminamos con la impresión de que hemos decidido aceptar todas las cookies, que es una decisión nuestra. Tenemos la impresión de que hemos decidido no reclamar cuando, en realidad, si fuera tan fácil como enviar un whatsapp, reclamaríamos muchísimo más.

Eso nos sucede con nuestros “derechos sexuales”. Un organismo tan poco terrorista comunista bolivariano como la Organización Mundial de la Salud define en su web la salud sexual y los derechos sexuales como:

Existe un consenso creciente según el cual la salud sexual no se puede alcanzar y mantener sin el respeto y la protección de algunos derechos humanos. La definición de trabajo de derechos sexuales proporcionada a continuación es una contribución al diálogo constante sobre derechos humanos relacionados con la salud sexual. «Los derechos sexuales constituyen la aplicación de los derechos humanos existentes a la sexualidad y a la salud sexual. Protegen el derecho de todas las personas a satisfacer y expresar su sexualidad y a disfrutar de la salud sexual, con el debido respeto por los derechos de los demás, dentro de un marco de protección frente a la discriminación» (OMS, 2006a, actualizado en 2010).

«La satisfacción de la salud sexual está ligada a la medida en que se respetan, protegen y cumplen los derechos humanos. Los derechos sexuales abarcan ciertos derechos humanos reconocidos en los documentos internacionales y regionales pertinentes, en otros documentos de consenso y en las legislaciones nacionales.
Los derechos fundamentales para la realización de la salud sexual son los siguientes:

  • el derecho a la igualdad y la no discriminación;
  • el derecho a no ser sometido a torturas o a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes;
  • el derecho a la privacidad;
  • los derechos al grado máximo de salud (incluida la salud sexual) y al nivel máximo de seguridad social;
  • el derecho al matrimonio y a formar una familia con el libre y completo consentimiento de ambos esposos, y a la igualdad dentro del matrimonio y en el momento de disolución de este;
  • el derecho a decidir el número de hijos que se desea tener y el intervalo de tiempo entre los nacimientos;
  • los derechos a la información y a la educación;
  • los derechos a la libertad de opinión y de expresión; y
  • el derecho a la reparación efectiva en caso de violación de los derechos fundamentales».

El disfrute responsable de los derechos humanos exige que todas las personas respeten los derechos de los demás.

 

Es decir, nuestra salud sexual va MUCHO más allá que no tener granos, heridas o infecciones en los genitales. Pero ya con una higiene mínima de nuestros genitales nos conformamos. Vamos al centro de salud y pides análisis de todas las ITS. Te preguntan
“¿Tienes algún síntoma?”
“De momento, no”
“Entonces cuando los tengas, nos avisas, te damos cita y lo tratamos”.

Esa jugada tan aparentemente inocente deja de lado algo que nuestro centro de salud sabe perfectamente: hay veces que las ITS son asintomáticas (como pasaba con el COVID: se podía dar positivo en un test, pero no tener síntomas). Aún así lo ignoran. Y si no estamos de acuerdo, y tenemos tiempo, y ganas, y no nos desanimamos fácilmente, podemos empezar a exigir esas pruebas, a riesgo de que quién es responsable de nuestra salud en el centro de salud empiece a considerarnos alguien molesto o problemático.

En los centros especializados en ITS en Madrid y Barcelona nos han estado haciendo algo parecido. Al principio se hacían pruebas y te avisaban en el día. En Madrid no se puede reservar cita sino que tienes que esperar en la puerta desde muy temprano y rezar que te den cita. Los resultados cada vez han tardado más en darlos. Lo mismo ha pasado en Barcelona ¿Qué os ha pasado en el resto del país?

Nuestra salud sexual va mucho más allá de las ITS. Tenemos derecho a que en el centro de salud nos informen de todo lo relacionado con nuestra salud sexual, y eso no solo implica TODO lo que suceda con nuestros genitales, sino con nuestra salud mental, con nuestra identidad, con nuestros gustos, con nuestras prácticas, con nuestras muchas ganas o no tener ningunas, con los cambios con la edad, con los cambios con enfermedades crónicas, con las medicaciones, con TODA nuestra sexualidad, que va muuuuucho más allá de nuestros genitales.

En lugar de eso, solemos recurrir a hacernos las pruebas imprescindibles en servicios privados. Como si fuera nuestra primera opción. Cuando en realidad, si tuviéramos un servicio gratuito, de calidad y cómodo en nuestro centro de salud, por supuesto lo usaríamos. Pero esa marañana de complicaciones nos quita las ganas de enfrentarnos a las largas colas, a la espera de los resultados, a los contestadores automáticos que nos dejan en espera eternamente, a los teléfonos donde no nos atienden… Agotador.

Y así se consigue que no reclamemos esa salud a la que tenemos derecho. Que paguemos por algo que podría ser gratis. Que tenemos derecho a que sea parte de la atención en nuestro centro de salud.

¿Por qué cuento todo esto? Porque cuando vemos artículos, reportajes, documentales, manifestaciones etc sobre la sanidad pública podemos creer que es algo muy lejano, que no está relacionado con nuestra sexualidad, y la verdad, es que nos va la vida en ello. La sanidad pública está directamente relacionada con nuestra sexualidad, con que podamos disfrutar de nuestra salud sexual en todas sus facetas.

 

El negocio de la atención primaria

En la comunidad de Madrid y en Galicia es dónde menos dinero se invierte en atención primaria. No por casualidad son dos comunidades donde el Partido Popular ha gobernado durante décadas. En cuanto hay negocio aparece la maraña: ¿es dónde menos se invierte? En realidad se invierte, aunque también es que dar plazas a hospitales privados se contabiliza como inversión, no como gasto. Es toda una maraña imposible de desenredar. La manera de ver si la estrategia de boicotear la atención primaria les funciona es preguntarnos ¿nos es fácil pedir cita?¿Es fácil pedir pruebas?¿Nos gusta el servicio que nos dan?¿Le pedimos todo lo que necesitamos cuando nos hace falta?

¿Por qué se boicotea la atención primaria y no toda la sanidad pública? Porque es en la atención primeria donde está el negocio fácil. Es ahí dónde se concentran las amistades entre los partidos que buscan privatizar la sanidad y las empresas que buscan quedarse con ese negocio. No es casualidad que en Madrid se haya puesto a una exdirectiva de la principal empresa enemiga de la sanidad pública: Quirón a cargo de la atención primaria.

¿Y quién es Quirón? Pues en realidad es la marca más conocida del inmenso bombardero de la sanidad privada: Fresenius, que compró Quirón en 2017. En realidad, el mastodonte de la sanidad privada es Fresenius-Helios, que es “el mayor grupo europeo de salud privada”.

¿Todo esto parece muy complicado? Y sobre todo ¿en qué nos afecta en el día a día? La pelicula (está en Netflix) que he visto que mejor explica toda esa maraña es La Lavanderia (Laundrymat), de Meryll Streep. Es de 2019 pero luego llegó una pandemia y el asunto dejó de estar en los titulares de la prensa.

Por eso es tan importante prestar atención a la manera en que nos boicotean la atención primaria, porque no es una consecuencia de la pandemia sino que se está aprovechando la pandemia para seguir aumentando el negocio de las empresas más interesadas en que haya una gestión de la sanidad pública lo menos democrática posible.

Nos vemos el domingo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

 

 

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