Aparte de un artículo sobre los prejuicios más habituales respecto a la bisexualidad que traduje hace un par de días, hay razones más profundas para rechazar la bisexualidad.

La razón más profunda la dio Janet Hardy cuando, en la entrevista que le hicimos*, preguntó Victoria Rosa “¿Por qué todos los prejuicios contra la bisexualidad?”. Y Janet lo basa en que la bisexualidad, esa posibilidad de elegir, es una bomba en el centro de la argumentación de colectivos LGBTQ: “Es que yo he nacido así, no lo puedo cambiar” es el argumento frente a los experimentos a lo Mengele respecto a la orientación sexual, el empeño fundamentalista religioso de la conversión. 

¿Y de dónde viene esta argumentación de “yo he nacido así”, según Janet? Pues de basar la lucha contra la discriminación en la idea de raza, en la de que naces de una determinada manera, que supone que te discriminen y es algo que no se puede cambiar. Y claro, igual que no hay nadie casi nadie que cambie de una raza a otra, resulta igual de subversivo —desde ese punto de vista de “orientación sexual desde el nacimiento”— que se pueda cambiar de tendencia sexual. 

Frente a ese paradigma, la raza, Janet considera que se podría haber elegido otro: El de libertad de religión. El de la decisión consciente, el del derecho a elegir, el de respetar la libertad de cada cual… El problema que le veo a la libertad de religión es que es un argumento que, sospecho, nos parece bastante débil en España con la larguísima tradición que tenemos de no permitir la libertad religiosa y de convertir, perseguir y expulsar a quien era diferente.**

Supongo que para explicar esta idea en España habría que recurrir — en el caso IMPOSIBLE de cambiar de paradigma en la lucha LGBT— a otro tipos de libertades que nos resulten más cercanas, y que resulten más protegidas. Pero sinceramente, no se me ocurre cual… ¿Hay alguna libertad en España que no se permitiría perder y que se refiera a algo persona, a algo profundamente identitario ¿libertad para elegir tu equipo de fútbol?***

Digo “imposible” lo de cambiar de idea de base porque eso mismo decía Janet: “lleva mucho tiempo la lucha gay —como LGBTQ— como para cambiarlo ahora, es demasiado tarde”.

A eso sumemos los que dice el artículo: El cuestionamiento que supone que alguien te diga que no es tan distinto el sexo con alguien de tu mismo sexo o de uno distinto. La heterosexualidad se basa no en la elección tampoco, sino en esas caras de asco cuando se plantean tener sexo con alguien de su mismo sexo. “¡Uf, que asco, yo no podría!”, como si fuese cambiar de especie animal. Será por ser bisexual, pero esa reacción me parece comprensible si me dicen de tener sexo con animales pero ¿con otra persona?. Obviamente no cualquier persona, alguien que te atraiga… Y en esto hay tantos matices… Los chicos heterosexuales que se vuelven bisexuales en los reservados de locales swingers… La homofobia que resulta que en el fondo es tan gay… La inmensa mayoría de jóvenes heterosexuales que admiten dormir abrazados a otros chicos (las cosas están cambiando, afortunadamente).

¿Mi postura?. Que hay una mezcla de biología y sociología. Por un lado, “he nacido así”, de base biológica ¿genética? y por eso también se es bisexual, como otra de esas opciones de nacimiento… y por otro lado, dependiendo de tu entorno y cultura, está la opción de que te resulte más fácil o menos que puedas cambiar. Y a eso sumar otras variables, como que hay unas personas más abiertas al cambio que otras. Y aún a pesar de esa incompatibilidad, de cuestionar algo tan básico, creo que puede convivir con el resto de opciones sexuales.

Porque en realidad dentro de la larga lista de LGBTQIA (o GSD ¿y si empezamos a usarlo?) se dan luchas incompatibles —o que deben ponerse de acuerdo para luchar y pisarse lo menos posible— todo el rato. Igual que la bisexualidad y la posibilidad de elección cuestiona el paradigma de la raza, también lo queer cuestiona por definición las transiciones FTM y MTF, o el feminismo/transfeminismo. Las identidades “borrosas” inevitablemente van a cuestionar las identidades que se basan en la diferencia, como la inmensa mayoría de colectivos, que se conforman tanto por unas ideas centrales como por su oposición a las alternativas “opuestas”. Es con esas diferencias con las que hay que contar, RECONOCERLAS, admitirlas y a partir de ahí trabajar. Ya lo decía Audre Lorde:  “It is not our differences that divide us. It is our inability to recognize, accept, and celebrate those differences.”  Audre Lorde, Our Dead Behind Us: Poems.

Es decir, “no son nuestras diferencias lo que nos separa. Es nuestra incapacidad para reconocer, aceptar y celebrar esas diferencias”.

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*Sorri for mai inglis… A pesar de tener un C2/Proficiency en inglés, tantos años sin practicar conversación se notan y mucho. ¡Tarea pendiente, practicar!.

** Fuesen por su religión judía (tanto en el año 600 como en el 1500), fuese por ser musulmanes a quienes habían bautizado voluntariamente o a la fuerza en el siglo diecisiete, fuese por ser de la etnia romaní (intentando exterminarla) en el siglo dieciocho. Y no, no incluyo la supuesta reconquista. Comparto la idea de que «una reconquista de seis siglos no es una reconquista», como dijo Ortega y Gasset. Lleva menos tiempo “descubierta” América —522 años en 2014— que el tiempo que tardó en “reconquistar” Hispania/reinos varios, 770 años. Pero es comprensible que surgiese la fantasía de la reconquista a los pocos años de comenzar la conquista musulmana/árabe, y comprensible que se haya aposentado esa idea cuando los reinos y gobiernos más conservadores y anticuados que ha habido en España siempre han querido recurrir a ese mito.

***De verdad, es que no se me ocurre ninguna libertad que se considere irrenunciable… Da impresión de que se pueden ir eliminando una tras otra mientras se permanece impasible.

Imágenes: 

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