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¿Quién sabe qué sobre quién? Sobre la intimidad en las relaciones no monógamas

20 February, 2018 at 12:51/ por

El domingo pasado, 18 de febrero, nos reunimos como cada mes para hablar de temas que nos incumben a mucha gente, sobre los que tampoco tenemos unas ideas clarísimas por lo que lo planteamos para que lo debatamos, hablemos del tema… Los temas de la charla/tertulia/debate/llámaloX van variando en cada ocasión. Esta vez el tema era el manejo de la información privada en las relaciones no monógamas.

Hay cierto acuerdo implícito de que, cuando le contamos algo a una de nuestras amistades, es muy probable que se lo termine contando a su pareja, porque damos por hecho un mayor grado de intimidad entre los miembros de esa pareja. Y por eso, en ese caso se suele señalar especialmente: “¡Pero tampoco se lo cuentes a tu pareja!” y a veces se da la respuesta de “No se lo cuento a nadie, pero a mi pareja sí; pero de ahí no va a salir”.

El lío es cuando se tienen dos “parejas” o más. Cuando se es una red en la que se comparte información muy íntima de todo el mundo. No nos referíamos a la obviedad con las ITS (infecciones de transmisión sexual) sino a cosas importantes que le pueden haber pasado a una de nuestras parejas… y que se nos va a notar en la cara, o nos afectará al ánimo, y puede ser conflictivo decir que, a pesar de la cara que se nos ve, o del cambio de ánimo que hemos sufrido, nuestras otras relaciones no pueden saber nada del tema…

Pero también está la sensación de indefensión de quien comparte algo íntimo y se encuentra con que toda una red de personas saben eso, sea lo que sea “eso” que para el resto puede ser algo no tan importante, pero sí muy doloroso para esa personas que eso se comparta como algo público.

Un problema fundamental en este tema es ¿a qué le llamamos intimidad? Lo que para una persona puede ser algo importantísimo y que no quiere que sepa nadie, puede ser visto como algo totalmente normal por el resto de miembros de esa relación. Y aún así, se entiende que es la persona que comparte esa información en primer lugar la que puede pedir cómo se debe tratar eso… aunque esos límites a veces se acaban descubriendo al tropezar con ellos: “¿¿¿Pero cómo se te ocurre contarles eso de mí???”.

Por otra parte, está el límite también de quien recibe la información. Quizá preferiría no saber nada de una información que puede ser conflictiva o que le resulta violento conocer. También existe la opción de no contar lo que no nos hayan preguntado, como manera de no “inundar” con una información no deseada, no como manera de ocultar cosas, con la disculpa de que “no te lo dije porque no me lo preguntaste”, sino como una manera consensuada de manejar información importante.

Otro conflicto posible (si pensamos en la estructura más sencilla de tres miembros de la relación) es que el problema de una tercera persona termine ocupando demasiado espacio en la vida de las otras dos. En esos casos lo recomendable es ser conscientes y poner los medios para evitar que ese tema lo ocupe todo, limitando las ocasiones o los días en que hablan de ese tema.

También está el clásico de “si le vas a contar todo todo, entonces eso no te lo cuento”… lo que nos sigue dejando en la situación de a quién recurrimos para tratar temas importantes.

Una situación diferente es cuando las relaciones son jerárquicamente muy diferentes, al haber un grado de confianza muchísimo mayor con una que con la otra (una relación de muchos años frente a alguien con quien se ha estado un par de veces sin compartir demasiada intimidad), donde es muy probable que se comparta información de manera muy desigual. A veces se avisa previamente: “Te aviso por adelantado que se lo contaré todo a mi pareja principal”. Aunque los resultados de esa medida no suelen ser siempre buenos…

En el caso de abusos en la relación, se tuvo claro que, aunque una conducta que nos parece abusiva puede ser la intimidad de alguien, es preferible contarlo para tener la ayuda de otras personas, poder compartirlo y valorarlo de manera más abierta.

 

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SOLUCIONES

Una de las soluciones que se proponía era “hablar desde el yo”, desde lo que me afecta a mí. Seguir dejando de lado la cuestión que afecta a una tercera persona, pero sí poder contar cómo nos afecta. La complicación que se veía en eso era que a menudo, en las relaciones, las cosas suceden a medias y es complicado compartir la mitad de la información sin estar desvelando información privada que la tercera persona no quiere compartir.

“Compartir desde el yo” se complica cuando necesito el apoyo de alguien para que me ayude en mi estado (mi preocupación, mi sorpresa, etc) al haber conocido esa información. Ahí tenemos la opción de tener que resolverlo a solas, sin apoyo, o bien recurrir a apoyos externos: Terapia o confidentes. La terapia tiene la seguridad de que por deontología profesional sabemos que eso no se va a desvelar. La figura del confidente consiste en alguien con quien tenemos mucha intimidad, a quien le podemos contar absolutamente todo (incluídos los “problemas de pareja” que no querías contar a tus otras relaciones) siendo una persona con quien no se tiene relación romántica y que tampoco tiene demasiado contacto con el resto de relaciones.

En el caso de una uve (la persona P tiene dos relaciones, una con A y otra con B, pero A y B no suelen hablar entre sí), también está la opción de que A nos cuente algo, se lo contemos a B y ahí encontremos dudoso qué contar y qué no, y volver a preguntar a A, yendo de una persona a otra, preguntando cada vez. Esto se suele solucionar muy fácilmente hablando A y B entre sí, con resultados mucho mejores que cuando P está en medio como mensajero. Eso sí, hay veces que A y B no tienen ningún interés en hablar entre sí, no todo es siempre paz y amor…

Y en el sentido contrario, esa intimidad compartida, a veces puede acercarnos al resto de personas en la relación, al conocer más de ellas e ir sintiendo cercanía con esa persona por pequeños detalles que se han ido acumulando con el tiempo: Las series que le gustan, los libros que lee, los hobbies que tiene… A veces, esa información acaba ayudando a un acercamiento entre todos los miembros de la relación. Todo depende de cómo se maneje la intimidad de cada cual y cómo se sientan en ese círculo.

 

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RESUMEN

A modo de resumen, terminamos llegando a un refrán que recoge la idea general: En algunos temas, hagas lo que hagas, siempre la cagas. Es decir, conviene tener en cuenta que meteremos la pata y meterán la pata en algún momento.

Aunque se haya acordado explícitamente qué se quiere que se cuente y qué no (a menudo es implícito) siempre hay zonas grises. De manera implícita solemos suponer que, si me has contado algo de tu otra relación, es muy probable que el mismo nivel de opacidad/transparencia se aplica con el resto de personas en la relación. Y solemos entender: Si no te digo nada, sé que lo compartirás en este círculo más cercano, pero no en otros círculos menos íntimos. Y si no quiero que lo cuentes ni en el círculo más íntimo, avisaré.

De todos modos, es un asunto mucho más complejo que la postura aséptica y poco realista de que “se respeta la intimidad de todo el mundo”, porque es imposible. Una asistente lo resumió perfectamente en que al final manejar esa información es una cuestión de buena intención, sentido común y responsabilidad.

1 Comment to “¿Quién sabe qué sobre quién? Sobre la intimidad en las relaciones no monógamas”

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