Activismo de aldea
30 agosto, 2023 a las 19:46/ por moscacojoneraCada vez que vengo de pasar unos días con @nonmonogamiasourense (NMOu) me traigo un montón de aprendizajes, me ilusiono con los mundos posibles, me siento en casa y planeo el siguiente viaje con muchas ganas.
Uno de los aprendizajes está siendo lo que yo llamo el «activismo de aldea» ¿A qué me refiero con ese nombre? A un activismo basado en un colectivo muy variado, algo que creo que se ha olvidado por el camino en otros tipos de activismo (aunque a todo grupo activista le gusta verse como diverso). En cierto modo es un activismo que recoge (sin querer, pero por ser parte de su ADN) ciertas formas de hacer las cosas en las aldeas, frente a lo que sucede en otros tipos de activismo que no sé si llamar urbanos o intelectualizados. En esos otros activismos nos centramos en la diversidad… del ecosistema, en que el colectivo forme parte de un ecosistema muy diverso. Frente al activismo de aldea, que veo como «diverso hacia dentro», el activismo urbano o con una identidad de grupo más específica lo veo como «diverso hacia fuera», como un colectivo que se sabe parte de una constelación de grupos diferentes… pero poco diverso en su interior. El colectivo en sí, a fuerza de tener unos ideales muy concretos, con unos límites muy concretos y unas normas muy concretas… acaba expulsando, ahuyentando o distanciando a mucha gente que no coincide EXACTAMENTE con la identidad de ese grupo. Y así nos encontramos con cientos de colectivos que recogen una realidad muy muy concreta… que, por definición, tiene que dejar fuera al resto.
¿Y que sucede en las aldeas que es diferente al resto? De momento, estas son algunas de las diferencias que veo:
El colectivo no tiene por qué ser homogéneo: Del mismo modo que, en las aldeas, hay sitio para diferentes personajes (quien se emborracha siempre, quién tiene unas ideas muy conservadoras, quién está todo el día en misa, etc), cada cual tiene sus cosas y no se demanda una participación igual, ni una aportación semejante ni repartos de funciones equitativas. Cada cual tiene su papel muy independiente del resto. Me recuerda a un ecosistema natural, donde organismos muy diferentes contribuyen a un entorno estable y sostenible, sin necesitar que sean todos los organismos iguales.
No existe una identidad única: El problema que tienen algunos proyectos activistas es que, al poner el foco en un tema «principal», hace que se tengan que dejar de lado otros temas, ideales y proyectos que provocarían conflictos que podrían poner en peligro el objetivo principal. La realidad es que cada cual está en varios colectivos con diferentes agendas… en los que vuelven a estar personas de otros colectivos. Y finalmente, unos colectivos con otros se contagian y terminan haciéndose compatibles a todos esos objetivos simultáneamente, atravesando y estableciendo el marco ideológico de cada uno de esos colectivos.
El colectivo sabe que todo el mundo trabaja para el colectivo: Aunque cada cual participe (o incluso esté ahí sin participar mucho) de formas muy diferentes, todo el mundo sabe que, en momentos concretos, todo el mundo se pone a trabajar a una, aunque te caiga regular quien necesita la ayuda, como se hacía en los pueblos cuando había que ir a recoger las patatas, por ejemplo. Toda la aldea iba, te caiga bien o mal quién necesite la ayuda. Es de la misma aldea y eso es todo lo que hace falta saber. Como en el caso anterior, todo lo que hace falta es que somos parte del mismo ecosistema.
Es una red segura… y casi invisible. Frente al activismo con gente desconocida (que es lo lógico en un entorno urbano), donde son necesarios los protocolos, la vigilancia, el control… en la aldea se conoce todo el mundo. Y eso suele llevar a que se permitan ciertas cosas porque conoces a quién lo hace, porque quién lo hace sabe que todo el mundo en la aldea sabe de quién es familia, de dónde viene, cuál es su vida. Eso permite un soporte orgánico, improvisado, cercano frente a la alerta permanente que es necesaria cuando no conoces a nadie, cuando no existen las referencias de quién se acerca, cuando no tenemos ninguna referencia del entorno desde el que llega esa persona.
Por supuesto, no idealizo la vida de aldea antigua, porque venimos de un pasado muy conservador, de que no existiera el divorcio, ni muchas leyes que ahora nos hacen la vida más fácil. Además del famoso refrán que ya nos avisa antes de dejarnos llevar por la fantasía de vivir en lo rural: «pueblo pequeño, infierno grande». O la película «As Bestas». Pero sí admiro e intento darme cuenta de qué dinámicas de aldea me interesa tener en cuenta, cuidar, participar en ellas.
También ha sido un aprendizaje importante hablar con Mercedes Peón (con su recuperación, reincorporación y creación de la tradición) y Locha , que conocí hace unos meses, aparte de quienes son parte de NMOu, cada cual con sus superpoderes, con su recorrido personal.
Con todo esto no pretendo decir que haya descubierto nada que no haya planteado el anarquismo de toda la vida y otros muchos proyectos comunitarios. A mí lo que me emociona es encontrar todo esto como una realidad, como un proyecto vital que ya funciona así hoy día al que me han invitado a ser parte y no como un proyecto utópico.
¿Sucede en otras aldeas? Seguramente. En eso estoy, en irlo descubriendo en otros entornos, que iré observando y compartiendo por si es útil para otros proyectos con ejes similares. De momento, un colectivo/proyecto donde vi algo similar fue en Eixams, pero no lo conozco tan en profundidad. En ambos dos de los ejes comunes son idioma (tooooodo el tiempo se habla gallego en uno, catalán en el otro) y territorio. Y la conexión que siento con el gallego, obviamente, es muy diferente.
Las imágenes que he elegido tampoco son las que querría usar, sino de un banco de imagen libre de derechos. Mi idea de aldea no es la del turismo rural, que es la que se ve en esas fotos :-) Pero las elegí porque me parecían especialmente bonitas.