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Amor volátil

20 julio, 2016 a las 11:42/ por

A la idea de amor líquido de Bauman le falta un matiz*. Su idea de amor líquido no destaca una sensación que comparten tanto adolescentes en sus relaciones monógamas (tal como comentaba Pandora Mirabilia en su charla) como quienes a cualquier edad están en relaciones monógamas y no monógamas: La volatilidad del amor, del vínculo, de la relación. (Usemos la palabra que sea, no hay ningún esencialismo necesario aquí de momento).

Algunas amigas (sí, por ahora sólo me lo han comentado amigas) me han hablado a veces de relaciones que tienen en las que reciben una cantidad inmensa de cariño, cuidados, atención, promesas… mientras están con su pareja. Pero que, en cuanto se separan físicamente, ya no saben a qué atenerse. No saben hasta qué punto pueden contar con su pareja o si no le pueden demandar absolutamente nada. Lo que comentan mis amistades lo han encontrado también Pandora Mirabilia en adolescentes: Un amor fusional, absoluto, estoy contigo cien por cien… que se transforma en un vínculo casi inexistente cuando está cada cual en un espacio, cuando cada cual sigue con su vida. El discurso durante la «separación» parece ser el opuesto: Nunca se sabe lo que puede pasar, no te puedo prometer nada, tampoco quiero que me lo prometas tú, no quiero tener obligaciones cuando estamos cada cual a su vida… Eso es lo que no explica la idea de amor líquido y sí se parece más al concepto de volatilidad: El que conviva la sensación de un vínculo inmenso cuando nos juntamos (con demostraciones como los «candados de amor», y otras mil promesas, o la entrega absoluta, el cariño infinito, el subidón de hormonas y monoaminas en ese momento de intimidad) y de un vínculo casi inexistente cuando nos separamos. De cero a cien, y de cien a cero. Darlo todo y no tener nada, todo al mismo tiempo en una misma relación.

 

 

¿Significa eso que no hay relación? Sí la hay. Resulta obvio al volver a juntarse y darse cuenta que todo vuelve a ser tan maravilloso como la vez anterior. Hay un interés mutuo, una atracción obvia, sincera, innegable… que parece esfumarse cada vez que no se está físicamente junto a la otra persona.

Viendo que ese patrón se reproduce en adolescentes da impresión que ese «amor volátil» se da más allá de la no monogamia, la promiscuidad o cualquier tipo de relación no convencional . Simplemente parece el tipo de relaciones hacia las que hemos evolucionado, sea dentro o fuera de la monogamia.  Este modelo volátil es algo muy lógico en una vida que es igual de volátil: Hoy tenemos trabajo, mañana no, hoy vivo en Madrid, mañana tengo que irme, tenemos 1000 parejas potenciales en la palma de nuestra mano (Tinder, Grindr, OkCupid, etc). Derechos que parecía que estarían siempre ahí, se esfuman. Un mundo que se desmorona mucho más rápido de lo que se podía esperar. Hoy puedes tenerlo casi todo y mañana no tener casi nada.

 

 

Y llevado a lo privado, a nuestras propias relaciones: ¿Cómo sabemos en qué situación estamos?¿Tenemos una relación volátil? Pues, por muy frustrante que resulte, no hay una manera clara de marcar una línea roja donde una relación pasa a ser volátil o no. Así que sólo podemos ver un par de ideas básicas sobre las relaciones y ya será cuestión de cada cual (a solas, con las personas en quien confía, con libros/webs/charlas/talleres o su terapeuta) valorar qué tipo de relación tiene:

 

1. No existe un estándar para las relaciones.
¿Es demasiado poco dedicarle un 25% de tu tiempo diario a una relación?¿Es lo normal? En realidad, no es ni mucho ni poco porque no se puede «medir» por separado. SIEMPRE se tiene que ver en función de la otra persona. Quizá tú me dedicas un 25% de tu tiempo, y yo hasta ahora he tenido relaciones en las que nos dedicábamos mutuamente el 50% de nuestro tiempo. Eso me llevará a pensar que te implicas poco, que no dedicas todo el tiempo que deberías a la relación, que te centras demasiado en otras cosas… Pero, si vengo de relaciones en las que siempre nos hemos dedicado un 10 o un 15%, de repente ese 25% que me demandas me puede parecer imposible de cubrir. O simplemente un agobio. No hay una medida buena y una medida mala, sino que es una cuestión de encajar entre las personas que forman esa relación.

 

2. Tus propias necesidades.
Entonces, si no existe un estándar ¿me tengo que conformar con «lo que me quieran dar»? En absoluto. Conformarse, renunciar a pedir lo que necesitas es una vía segura para la insatisfacción en esa relación. Lo que «te dan» puede ser fruto de una estrategia deliberada para explotar tu dependencia. Puede ser una manera de tener las ventajas de una relación sin asumir ninguna responsabilidad. Pero también puede ser fruto de la inmadurez, de la irresponsabilidad, de la falta de empatía… No es tan sencillo saber DE VERDAD qué está pasando por la cabeza de la otra/s persona/s. Lo que sí es más fácil es saber qué pasa por la tuya.

Por eso no es tan importante monitorizar qué te dan o qué no, medir cuánto tiempo te dedican o cuánto no, sino mirar hacia dentro, ver cómo te sientes y averiguar qué necesitas ¿Más tiempo?¿Hablar más?¿Compartir más detalles de la vida diaria?¿Más contacto físico?¿Más sexo?¿Más intimidad emocional? Y a partir de que sabes lo que tú necesitas, ya puedes pedírselo a la otra persona/s. En eso consiste negociar en las relaciones, llegar a acuerdos. Y si te lo niegan, o te dan excusas (sean ciertas o no), es decisión tuya —y de nadie más— confiar o no, creer lo que te dicen o no, seguir en esa relación o no.

 

3. Vínculo y afectividad.
Un error habitual suele ser confundir ambas cosas: Confundir las demostraciones de cariño con la existencia de un vínculo donde suelen darse esas demostraciones de cariño. Y no siempre es así. Podemos darnos una afectividad inmensa, un cariño infinito, cuidarnos hasta en los mínimos detalles cada vez que nos juntamos. Desde la más absoluta bondad, a partir de una sinceridad absoluta.

Pero eso no quiere decir que, una vez que nos separamos para seguir con nuestras vidas, haya ningún tipo de relación. Y aquí son importantes las propias necesidades y ser conscientes de que no existe un estándar: Pueden estar dándonos todo el cariño del mundo cuando nos vemos pero que no haya nada más entre encuentro. Que haya un par de whatsapps, o un like en Facebook, pero que falte vínculo, al que hay que dedicarle tiempo, esfuerzo, intimidad, pequeños detalles del día a día (que al final importan más a la larga que los grandes detalles que se dan de cuando en cuando)… Suelo comparar la relación con un huerto a medias entre las personas que componen la relación. Y tenemos que cuidarlo de la manera que hemos acordado, sea cual sea nuestra idea de cuidar el huerto. Eso nos ayuda a darnos cuenta de que, a veces, hay quien desaparece y simplemente no dedica el tiempo suficiente al cuidado de ese huerto común.

Es importante no olvidar en ningún momento las necesidades y la ausencia de estándar: Quizá para la otra persona enviar un par de whatsapps a la semana preguntando qué tal estás sí es cuidar una relación. Por eso hay que saber lo que necesitamos, pedirlo y si no lo tenemos… decidir qué queremos hacer con esa relación.

 

 

*Su concepto de relaciones líquidas sí incluye la volatilidad, pero quería destacar en concreto el caracter de volatilidad frente a otros como el mayor o menos compromiso y otros factores también implicados en las relaciones.

Fuente de la imagen de cabecera. Autor: MALIN BÜNGEL

 

3 Comentarios a “Amor volátil”

  1. Me surgen espontáneamente dos reflexiones según he leído el post.

    Por un lado, cada persona ama de manera distinta. Cada una con su intensidad. Igual yo cuido -de lo que se está tratando es de eso: de «cuidar»- a otra al máximo de mis posibilidades, pero ese 100% mío sólo equivale al 70% de lo que ella me está atendiendo a mí. Si soy atelófobo, me sentiré mal por no ser capaz de darle lo que ella me da; o ella podrá sentir que la relación es desequilibrada, que aporta más de lo que recibe, que no le está resultando rentable.

    Quizá tengamos que hacernos a la idea de que hay incompatibilidades que, como es mentira que el amor todo lo pueda, hacen imposibles determinadas relaciones: hay que tener cosmovisión en lo ideológico, hay que tener afinidad en lo personal, hay que tener compatibilidad en lo sexual …y debe haber equilibrio y reciprocidad en lo afectivo.

    Sí, esa persona te puede encantar, incluso te puedes haber enamorado locamente de ella. Pero quizá esa persona no es para ti.

    Por otra parte, la segunda reflexión que me surje es la criminalización del apego. Parece como que si tienes capacidad de apego eres una persona dependiente, no una individualidad, porque no necesitamos a nadie para realizarnos. Eres débil si necesitas los cuidados de tu pareja, eres agobiante si los pides. Quedemos para follar, nos amaremos durante esos encuentros, y fuera de la cama no me agobies, no te agobio, y podemos pactar incluso llamarnos novios, que socialmente nos vendrá bien a ambos, y win win, aunque, claro, como no tenemos apego, realmente el vínculo es virtual, y podemos follar con otras personas, y lo llamamos también amor, y ¡#poliamor!

    ¿Qué hacemos con el apego?

    • Mafalda dice:

      Muchísimas gracias tanto por el artículo como por el comentario de Jose Luis Prieto :)

      Me viene fenomenal en estos momentos.

      Un abrazo :D

  2. Daniela dice:

    Es increíble que estoy leyendo este artículo justamente hoy que me preguntó qué pasa con las relaciones ?por qué no se es constante en un encuentro amoroso …muchas dudas

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