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«¿Qué está pasando, polys?»

17 mayo, 2016 a las 11:00/ por

Ha comenzado a circular en los círculos poliamorosos un texto escrito por Laura Giberga, «¿Que esta passant, polys?». El artículo original en catalán se puede leer en http://amorsplurals.cat/2016/04/15/que-esta-passant-polys/ Fue traducido y publicado en Poliamor Madrid. Y se hará debate público el 20 de mayo en el Ateneu Rebel del Poble Sec.

 

«¿Teniendo en cuenta la peculiaridad del ser humano, somos conscientes que cuando nos cruzamos con alguna persona que nos gusta, hay mas probabilidades de que sea un ESPEJISMO que no un AMOR ETERNO?

¿No creéis entonces, que tenemos que poner especial interés y cuidado en cómo resolver los ESPEJISMOS para no extinguirnos como colectivo? ¿Sabemos que es ético y, hasta todo un deber, compartir nuestros cambios emocionales con las personas involucradas, tan pronto como somos conscientes?

Como seres humanos tenemos el deber de relacionarnos con humanidad. Las personas somos valiosas y tenemos todo el derecho del mundo a brillar, pero también a tener necesidades. Solo uno mismo puede saberlo. Entonces, comuniquémonos y conozcámonos mejor. Revisémonos a menudo, con curiosidad. Aceptemos nuestras diferencias mediante pactos o incluso con rupturas, pero amorosas. Postergar o ignorar el dolor, solo hará que el dolor sea más grande.

Transformemonos pero acompañándonos. No podemos utilizar el concepto Poliamor de excusa para un consumo individualista fácil y barato. El Poliamor ha de ser una revolución, o no ha de ser.

A través de un texto en la red social sobre la falta de empatía respecto a los sentimientos de la gente, surgen comentarios interesantes sobre el panorama actual poliamoroso que he querido recopilar para que podamos revisarnos y no solo abrir nuestra consciencia, sino también un debate más amplio y constructivo.

No tengo ningún interés en cargarme el Poliamor. Creo firmemente en él, y queda claro que somos muchos los que nos replanteamos las relaciones ya.

Como colectivo, estamos creciendo muy deprisa, y claro, nadie nace enseñado. Guiémonos y repensémonos!

Gracias a estos testimonios reales espero que podamos hacer autocrítica. Estoy segura de que, a partir del momento en que tomamos conciencia de lo que hacemos, quizá intentaremos ser más consecuentes con nuestros actos, nuestros valores y también estar más alerta con las alarmas de lo que queremos y no queremos.

¡Por un empoderamiento de todo el mundo!

Laura Giberga

 

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TESTIMONIOS

Testimonio 1

Últimamente estoy en crisis por una creciente sensación de que vamos a un lugar en el cual las personas son fácilmente intercambiables, donde las relaciones casual lo invaden todo. Total, como cada uno se responsabiliza de lo que es suyo, todo vale. Empiezo a ver cierta frivolidad que a mí no me va nada, y que provoca que, ante la duda vaya cerrando puertas «por si acaso» y así cerrando, cerrando, me voy quedando sola en el interior. Empiezo a pensar que estamos yendo justo hacia aquello de lo que queríamos escapar cuando decidimos optar por formas alternativas y poco convencionales de vivir el amor. Me da la sensación de que estamos confundiendo cosas, y yo no quiero estar en este lugar. Actualmente, siento que me he retirado de esa actitud feliz (pero ingenua) que tenía hace unos años con el poliamor: estaba abierta a todo aquello que llegara, quería dejarme sentir, y vivir y explorar aquello que fuera llegando con libertad. Me siento un poco decepcionada, al final es más de «lo mismo». Conclusión: solo mantengo la red afectiva no sexual, que es la que más nutritiva y genuina me resulta desde hace un tiempo. No estoy dispuesta a mantener relaciones con sexo si no hay un vínculo que implique una serie de cuidados para todas las personas implicadas.

 

Testimonio 2

Siento que la gente prefiere quedarse atrapada dentro de sus sentimientos. Se protege de un «por si acaso», perdiéndose la maravilla que hay dentro del vínculo sentimental. Si como acto de valentía compartes tus sentimientos, te responden con límites, o con un «eso es cosa tuya». Como si todo el mundo tuviera que ir al psicólogo para gestionarse individualmente el impacto del mundo, dando por perdido que el mundo puede cambiar también. La peña olvida que «sí que importa» y van haciendo lo que les da la gana porque solo con el detalle de respetar tu libertad ya sienten que es suficiente. Pero nos afectamos constantemente las unas a las otras. Todo esto junto me hace pensar que entre las gafas feministas, las poliamorosas, las personales y esta falta de compromiso general, no veo que quede nadie para compartir nada. Y así, el alma se va resintiendo y siento que me acabare cerrando como el resto. Y no quiero. Me niego. Amar es una de las cosas más bonitas que tenemos al alcance. Y así me quedo haciendo, ensayo, error, ensayo, error, meditación, ensayo, error, meditación, meditación, ensayo, error…Me replanteo volver a la monogamia porque añoro amar de verdad, que por esta razón creía plenamente en el poliamor, pero nunca me había sido tan difícil de encontrarlo como ahora. A mí la frialdad no me deja tener placer en la cama: no me siento realmente deseada y no disfruto. Podría ser yo como podría ser cualquiera, ¿se entiende? ¡No me compensa! Yo no he venido al mundo para satisfacer a nadie. Yo quiero compartir. También me vi una vez haciendo un ghosting (desaparecer sin dar explicaciones) y le he dado vueltas. Ahora ya no podría hacerlo por más cómodo que me resulte.

 

Testimonio 3

Nos afectamos mutuamente. Cuando nos vinculamos, las fronteras del yo se vuelven elásticas. Existe un nosotros dentro del cual «yo» es una cosa diferente de lo que era antes. Si deja de haber eso, yo no juego. Volvemos a «tus emociones son tu problema. Ve arreglándolos y vuelve cuando estén resueltos».

En estos momentos me siento decepcionada. Conocer la palabra poliamor y más personas que viven así me cambió la vida. Pero también me está llevando a conocer una realidad que no me está gustando ni medio pelo. Yo he tenido relaciones no exclusivas desde mucho antes de conocer la palabra poliamor. Mi vida ya era así, así que no me veo retirándome, jajaja. Pero hace tiempo que tengo distancias con determinados contextos. Y cuando he roto estas distancias, en algunas ocasiones, me he llevado algunos chascos. ¿Puedo ser yo en ocasiones las que hace estas cosas? Quiero decir, que no somos solo víctimas, que nuestras distancias, retiradas, etc, a veces también pueden dar lugar a estas dinámicas, aunque nosotras no queramos. Para mí, aquí empieza la complejidad (y la maravilla) de la vida. Y eso me conecta con que yo no me atrevo a pensar que yo estoy despierta y los demás están durmiendo, y me lleva a pensar que no se puede hacer crítica sin autocrítica.

 

Testimonio 4

Necesitaba una conversación así. Veía que la filosofía de «gestiona tu mierda» no me daba respuestas que realmente me ayudaran a trabajarme la culpa sobre las emociones de las otras personas y que, de hecho, a veces lo empeora. Así como a la inversa: me hacía sentir con menos derecho a reclamar ciertos cuidados, en lugar de poderme trabajar el sentimiento de legitimidad respecto a mis emociones y necesidades.

 

Testimonio 5

Todos los hombres con los que he estado en los últimos meses han utilizado ghosting o icing conmigo. De hecho, para mí el icing es peor, porque por poca fe que tengas en la otra persona, te la va reanimando lo suficiente como para que no des el paso de alejarte definitivamente. Además, es una técnica que bebe mucho de la mitología de las mujeres siendo más «enganchosas», yo me he encontrado pensando «no le diré nada y me esperaré porque le tengo que dar espacio y no quiero que piense que soy una pesada». Al final, creo que hace falta hacer un trabajo de autoestima muy bestia, y poder decir «estos son mis ritmos, esta es la comunicación que necesito, y si no tienes tiempo para esto en tu vida, no podemos seguir juntos». Al principio te sientes que estás loca, porque «él no ha hecho nada malo, está muy ocupado y ya está, eres demasiado pesada» (eso diciéndomelo yo en mi cabeza). Todo el mundo quiere sexo conmigo, el ghosting viene cuando se me ocurre mencionar que igual podríamos cultivar un vínculo emocional más profundo.

 

Testimonio 6

«Gente individualista que lo único que les importa es su satisfacción y bienestar. En un mundo donde hay paro, la precariedad y los trabajos que te mueven de aquí para allá, ser poliamoroso puede ser el subproducto de relaciones temporales, superficiales, poco profundas. Las parejas monógamas también se resienten mucho cuando uno está en el paro y tiene que emigrar, o al otro lo envían aquí o allá. Alguien también podría sentir que la monogamia también podría ser contradictoria con el capitalismo. Es el amor el que es incompatible con el capitalismo. En un amplio sentido. El amor que siento por mis amigos no sexual, también se ve comprometido por este sistema. No es el número de relaciones lo que está en peligro. Es la calidad de los vínculos. El capitalismo globalizado puede ver genial que mantengas parejas aquí y allá y creas que satisfaces tus necesidades de consumo emocional. Esclavos felices. Lo que no quiere son relaciones fuertes. Eso lleva a la solidaridad y al soporte mutuo. Y hay poliamor que pretende tejer redes sociales fuertes.»

 

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TEXTOS AFINES

Brigitte Vasallo:

En el mundo poliamoroso existen los polifakes, falsos polis. Son las personas que se acercan al poliamor porque les da una cobertura filosófica, política, ética y guay a la misma mierda de siempre: ir a la suya y sembrando cadáveres emocionales a su paso. Se distinguen porque ponen especial énfasis en algunos conceptos relacionado con el poliamor, pero nunca ponen acento en otros. Adoran hablar de «amor libre», «amor sin obligaciones», y «sexo a tutiplen», pero olvidan que para que eso se convierta en alguna cosa nueva, con algo que reivindicar, a todos estos conceptos se les tiene que añadir, la honestidad, la sinceridad y el cuidado de las personas con las que te relaciones, aunque sea esporádicamente. En caso contrario, es lo que se ha hecho toda la vida: poner cuernos, engañar, mentir, herir…el perfecto «mentir, follar, morir» de Celine.

El poliamor, efectivamente, piensa las relaciones sin términos de obligatoriedad. Pero en el poliamor, como en la anarquía donde está íntimamente ligado, las obligaciones no te las ponen los otros, las pones tu mismo. Es un compromiso, para empezar, contigo, con tus principios, con tu manera de estar en el mundo, con tus propios límites y con tus necesidades. Es necesario un alto grado de autocrítica y también es necesario saberse y conocerse como una persona que quiere y necesita afecto y que quiere ser honesta con este. Es un compromiso de horizontalidad con el mundo. Amor libre, sí, pero para todas. Respeto, sí, pero para todas. No se trata de «seres que no pueden establecer una relación sana y por tanto, establecen cinco tóxicas». Como poliamorosa practicantes, escarmentada, pero también convencida me parece que si el poliamor no consiste en construir una red de personas que nos cuidemos las unas a las otras, no vale la pena lucharlo. Volvamos a la monogamia y dediquémonos a hacer orgías. El poliamor tiene que ser capaz de cambiar el sistema desde dentro, desde el centro mismo.

 

 

Meg-John-Barker: «Other people feelings» rewriting the rules:

Hay un punto intermedio entre tomar plena o ninguna responsabilidad de las emociones de los otros: es reconocer nuestra mutua interconexión con los otros, donde apreciamos cómo juntos construimos nuestras realidades. Aquello que hacemos o decimos puede abrir o cerrar, aflorar o marchitar cosas y viceversa.

Por tanto, una cosa que necesitamos cultivar es la capacidad de conectar con nuestros sentimientos y los de los otros, incluso cuando son difíciles. Si nos toca el rol, tenemos que ser capaces de soportar la culpa, en lugar de que eso nos sature y pedir (a los otros) que nos cuiden. Parte de eso es ser capaz de reconocer la imperfección y la problemática de uno mismo y nuestras limitaciones, en lugar de intentar proyectar una imagen de persona «perfecta» que puede tener a todo el mundo contento.

También podemos intentar desarrollar la capacidad de estar delante de los sentimientos de los otros sin intentar negarlos. Por ejemplo, si nosotros hemos hecho un cambio que altera la vida de otra persona y que le es doloroso podemos escuchar, respetar sus sentimientos, aunque nos mantengan en la postura de que es algo que necesitamos hacer (en lugar de rechazar sus sentimientos o echarnos atrás en nuestra decisión/necesidad para después recriminarlo).

Si hemos hablado o actuado de manera que margina o excluye a alguien podemos reconocerlo en lugar de castigarnos por nuestra inevitable limitación e imperfección y con suerte, comprometernos a ser más conscientes la próxima vez, en lugar de quedar quemado por la experiencia de forma que no haya una próxima vez.

¿Cómo hacemos eso en realidad? es una gran pregunta y tendemos a recaer en culparnos a nosotros mismos o a los otros. Sea como sea, pienso que podemos intentar reconocer que el péndulo se mueve dentro nuestro y practicar haciendo alguna cosa diferente. Por ejemplo, cuando sentimos la primera chispa de culpabilidad o deseo de atacar para defendernos, podemos intentar bajar las revoluciones y entender qué nos pasa dentro. Podemos intentar observar la emoción sin actuar, podemos sentarnos solos y permitirnos sentir la emoción de verdad. Cuando seamos capaces de hacer eso, también lo seremos de escuchar los sentimientos de los otros y entenderlos, incluso cuando somos responsables, en lugar de tomarnos la situación como una cosa personal e intentar escapar.

Quizás una buena práctica sería leer algún material digital sobre privilegios y opresiones (relacionados con sexualidad, raza, género, clase social, discapacidades o cualquier dinámica que nos parezca particularmente un reto). Podemos practicar el hecho de permitirnos a nosotros mismos sentir las emociones del presente inmediato y cualquier sentimiento que aflore dentro nuestro.

Quizás si podemos cultivar esta habilidad de conectarnos con los sentimientos propios y ajenos, seremos capaces de responder de manera compasiva donde nos involucremos (si no tenemos compasión por los otros, quiere decir que no la tenemos por nosotros mismos, y viceversa). Será desde aquí desde donde podremos actuar de manera creativa e imaginativa, reconociendo así nuestra interconexión».

 

 

Imagen principal: https://www.flickr.com/photos/nellekepoorthuis/8676857573/

 

3 Comentarios a “«¿Qué está pasando, polys?»”

  1. El Testimonio 6 es toda una descripción del rampante «Amor líquido» del que hace más de una década nos advirtió Zygmunt Bauman

  2. Este link (está en inglés) contiene una tabla muy interesante sobre las modernas relaciones ambiguas y las consecuencias que traen:
    http://www.estherperel.com/relationship-accountability/

  3. Ardible dice:

    Muchas gracias. Confirma mi creencia de que el poliamor no es la respuesta si no aprendemos a establecer relaciones saludables (con el compromiso que el tiempo te permita. Oh! Sorpresa! El tiempo es finito).

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