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¿Cómo hacemos para llevarnos bien? : Mis principales recomendaciones prácticas para las relaciones no monógamas (3)

25 marzo, 2020 a las 18:31/ por

¿Cómo hacemos para relacionarnos bien?

La primera clave lleva mucho tiempo explicada, pero en libros que, me temo, van por delante del momento en el que estamos. Dan claves fundamentales que, en cambio, no consiguen titulares, no aparecen en tazas y camisetas, no provocan muchas visitas a tus redes sociales: A cada relación y a cada momento de la relación le funcionan cosas diferentes.

Decepcionante, ¿verdad? Pero eso es lo que se resume en quienes más saben de relaciones. No quienes cuentan cómo quieren que sean las relaciones idealizadas, sino quienes han estudiado cómo funcionan las relaciones, la tuya, la de tus padres, la de la gente conservadora, la que no lo es, las parejas de personas veinteañeras, de gente mayor, de parejas ancianas, de gente que lleva veinte años en pareja o que llevan 4 años… Es (más) fácil encontrar cómo hacer que funcionen las relaciones entre personas con unos valores similares a los nuestros. Pero ya nos resulta más complicado saber cuál es la dinámica en otros sistemas de valores.

Hace ya un año se publicó el libro «The Secrets of Enduring Love: How to Make Relationships Last» (Los secretos del amor duradero: Cómo hacer que las relaciones duren») de Meg-John Barker y Jacqui Gabbs. Y ese libro a menudo dice esa frase: esto parece funcionar a largo plazo, pero es algo muy general, porque a cada relación le funciona una cosa. Pero digo que es un libro que va por delante (y Barker suele ir) porque, por ejemplo, es el primero que he visto que incluye, en las relaciones no monógamas, la importancia de los animales domésticos como parte de esa red. Y su importancia radical en esa red.

Otro libro de Barker que toca el tema de las relaciones es Reinventa las reglas. Y ahí pasa lo mismo: adopta una actitud que parece extraña en tiempos de Trump, de Bolsonaro, de extrema derecha, de polarización en las redes sociales… Es una actitud humanista, comprensiva, más humana, que tiene en cuenta muchos puntos de vista posibles, muchas formas posibles de entender las cosas. Y lo dice alguien que hace activismo desde hace muchos años. Pero, como se nota cuando habla, lo dice desde el mimo, el cariño, con el callo de haber pasado por cosas muy duras en su vida, con el tono de haber pasado por muchas fases, y ver que es posible plantear las cosas desde posturas donde no se deje la piel, donde la gente no se deje la vida, donde no quemarse. Cuando pasamos momentos duros, lo último que necesitamos es más dureza, sino estímulos que nos traten con el cariño que necesitamos para pasar por ellos.

 

mapa no monogamia tacit 2019

Alternativas a la monogamia: teoría y práctica

Hay muchas propuestas desde la teoría que han propuesto y proponen haber encontrado la clave. Es un arte antiguo el de escribir sobre cómo quererse bien. Y ahí seguimos, intentando una y otra vez encontrar claves cada vez mejores. Desde antiguo, desde el ars amandi de Ovidio, desde el Kamasutra (no va sólo de posturas), desde Charles Fourier con su nuevo mundo amoroso y el socialismo utópico, desde el anarquismo en su mismo principio, en torno a Goldman y de las primeras feministas, Wollstonecraft y mucho desde los feminismos.

El problema lo tenemos en que una cosa es la teoría y otra la práctica. Todas esas propuestas son fundamentales para cambiar el marco general desde donde pensamos las relaciones, para que cambie la legislación relativa a las relaciones, para que cambie la manera de entenderlas, para construir las relaciones desde otros enfoques, con otros puntos de partida…. EN GENERAL. Pero después, en el día a día, en cada caso concreto, entre personas con nombres y apellidos, cada cual con sus circunstancias personales, su propia biografía, y en cada momento de cada relación (no es lo mismo tener 20 que 50 años), la cosa no es tan simple.

Eso es lo que se puede aprender de los intentos de vivir de otras maneras como en la comunidad Oneida, en las comunas de Kerista, en The Farm y los miles que hubo en los EEUU en los años 70. Leyendo relatos de esos años se ve que muchas cosas no se supieron hacer en el día a día. En cómo hacerlo sostenible, en que todo el mundo cuidara de todo (al no poseer nada en muchas de ellas, tampoco se cuidaba nada), al faltar infraestructuras básicas, al poner unas normas «justas» por encima de las emociones,  al someter a sus miembros a «juicios» colectivos que se describen como terribles sea en Oneida, sea en Kerista. La gente se acabó yendo, cansando, los proyectos acabaron desapareciendo o transformándose en proyectos mucho menos ambiciosos. Aparte de las experiencias privadas, en cada casa que lo lleva a la práctica, los últimos experimentos colectivos  en este momento los tenemos en Tamera (que llevan décadas con su proyecto) y otras ecoaldeas, las comunidades intencionales que llevan existiendo desde hace mucho y en las que, a veces, el tema de relaciones no convencionales aparece como parte del proyecto… ¿sabremos encontrar la manera esta vez?

 

https://www.flickr.com/photos/ssoosay/6834395078/

https://www.flickr.com/photos/ssoosay/6834395078/

 

El matrimonio igualitario: teoría y práctica

Incluso para el matrimonio, la intención de partida hoy día es buena… Cuando se buscan alternativas parece que hay que hacerlo porque en una pareja monógama se relacionanpara joderse la vida mutuamente. Y no… La inmensa mayoría de la gente tiene relaciones monógamas, cada cual por sus razones. Y lo intentan desde un principio como una forma de hacerlo lo mejor posible. Lo que sucede es que si juegas a lo mismo pero cada cual con unas reglas diferentes, el resultado es muy diferente también. Hombres y mujeres (y el resto) pueden follar todo lo que quieran, con quién quieran, las veces que quieran. Pero no hace falta ser premio Nobel para entender que la presión social, y la sensación de culpa, va a ser MUY diferente para unas y para otros, disculpados con la teoría (falsa) del impulso irrefrenable del deseo. Una idea que -ahí está el lío- se compra TODO EL MUNDO cuando piensa que las ganas se acumulan hasta que estallan de alguna manera, cuando se considera más masculino a alguien cuánto más se relaciona desde esa urgencia, desde las ganas permanentes, cuando la masculinidad se mide en potencia o impotencia. Las teorías de Freud y Reich acumuladas y compradas culturalmente como aval del estado de cosas (y no de la realidad, porque las ganas no funcionan así, porque son unas ideas que problematizan mucho y explican poco).

Actualmente, especialmente desde 2005, cuando ya hay una igualdad legalmente refrendada (y cuya necesidad se explica en la exposición de motivos de la ley) a la hora de divorciarse, se entra en esas relaciones con la mejor intención. Por un lado se dibuja un futuro que promete la felicidad absoluta (sumado al amor convertido en nueva religión que promete cambiarlo nuestra vida por completo) y por otro da impresión que estás firmando un contrato aceptable… sobre el papel.

Subrayo las ideas que suenan bien sobre el papel, en el código civil, los artículos que se leen en los matrimonios civiles en españa.

  • Artículo 66: «los cónyuges son iguales en derechos y deberes».
  • Artículo 67: «los cónyuges deben respetarse y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la familia«.
  • Artículo 68: «los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes, y de otras personas dependientes a su cargo».

Esa es la teoría del matrimonio, o cómo se ven las cosas en el entusiasmo del comienzo de una relación donde todo parece posible y justo. Son las lógicas intenciones iniciales antes de que se llegue a convivir o la relación haya durado mucho tiempo o haya tenido que superar muchos momentos difíciles. Saliendo de la teoría, miles de cosas, pequeños detalles erosionan las relaciones. Eso aterrizado en personas concretas, con historias personales concretas, con sus propias circunstancias, recursos, problemas, experiencias, expectativas, deseos, ideas, en una cultura concreta, en un sistema político concreto va a significar que esa teoría se puede llevar a la práctica… dentro de las limitaciones de cada cual en cada momento.

El matrimonio heterosexual hereda además una pesada mochila: una historia de miles de años de servicio doméstico gratuito, de esclavitud al perder derechos fundamentales al casarse, y un largo etcétera que han explicado mil veces los feminismos. A eso se ha sumado la construcción del relato de la masculinidad y la feminidad como opuestas, a hombres y mujeres como dos especies diferentes, confundidas las identidades con las funciones reproductoras, los deseos con los instintos y una buena cantidad de mentiras y confusiones que han construido una maraña muy compleja. Creo que de poco vale repensar la masculinidad y la feminidad (o pensar en que no existiera ninguna) cuando las ideas de base siguen siendo las mismas que alimentan los malentendidos o se quieren negar diferencias entre masculinidad y feminidad, entre quienes se viven como hombres, quienes como mujeres (que son mucha gente) y quienes otras cosas (que también hay). Creer que nos buscamos mutuamente por instinto, sospechar cuando nuestros deseos son patológicos si se alejan de lo genital, creer que las ganas se acumulan y explotan como si fuera una fuerza hidráulica son ideas estan enterradas MUY profundamente en nuestras mentes.

A esas ideas (que también ayudan a complicar las relaciones), se suman las ideas erróneas que tenemos sobre cómo funcionan las relaciones. A la poca información sobre la comunicación, que parece que es hablar o no, pero que es algo muchísimo más complejo (con la metacomunicación, que no es observar el proceso, que no es hablar de la relación). A no saber cómo buscarse, cómo encontrarse. Y todo el mundo sabe que no es tan sencillo como querer hacerlo. A las diferencias entre situaciones personales de cada cual, sea por género, racialización, clase, cercanía familiar, amistades o no, reconocimiento social, reputación, edad, experiencia en prácticas o colectivos, profesión, formación, diversidad funcional, resiliencia, biografía personal… La «química» en las relaciones es complicadísima. Y fascinante conocerla.

 

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En medio de toda esa infinidad de tipos diferentes de relaciones, situaciones, ¿hay algo que pueda resumir lo básico de las relaciones? Pues este es mi primer boceto. EN ABSOLUTO es todo lo que ayuda a manejarse mejor en las relaciones, es una trama mucho más compleja de factores (como llevo contando todo el post) pero puede ayudar a entender mi enfoque con algunas recomendaciones muy generales que funcionan en muchas relaciones. Eso sí: no doy muchos consejos porque hay miles de consejos razonables que si se aplican dentro de una relación muy desequilibrada, determinados consejos sólo contribuyen a empeorar las cosas:

No nos buscamos para reproducirnos sino para «conectar», para compartir nuestra intimidad en un espacio de vulnerabilidad muy alta. Por eso mismo, la clave es conectar. Y cada relación lo hace de una manera.

Como dice Gottman, lo importante no son los grandes momentos sino los pequeños gestos diarios con los que se va conectando poco a poco. Y cada vez que no atendemos, que no conectamos, estamos deshilachando un poco lo que habíamos ido tejiendo hacia ahí.

Cada decisión que tomas cuando reaccionas ante tu/s pareja/s suma o resta, no hay actos «neutros». Unos acercan, otros alejan. Si te vas alejando, pasito a pasito, al cabo de 10 años estás muy muy lejos. Según Gottman, por cada uno que aleja, debe haber cinco que acercan.

La comunicación no es hablar, la comunicación no es sólo la no verbal. Es la forma en que me haces sentir, el tiempo que tardas en rebatirme o no, si vuelves a callarte durante horas por enésima vez, si me da impresión que siempre te pones a la defensiva, si siento miedo con el tono que usas. Todos esos factores difíciles de controlar pero que dicen mucho del resultado de las discusiones. Esas discusiones en que terminas diciendo: «Es que te da igual lo que yo piense». No es que eso lo haya dicho, no es por su actitud corporal, sino que es una sensación general que tienes, no algo concreto. Por eso entráis en bucle siempre. Y por eso, en parte, solo es posible salir con ejercicios de comunicación.

Si parte del problema es que eres agresivo, eso complica las interacciones. Y eso no puede ser una especie de lastre permanente que hay que «comprender». Si tenéis un problema de pareja, normalmente los niveles del lío suelen ser: el problema (resoluble o no), las dinámicas de comunicación (muy habitualmente) y la agresividad. Y hay que empezar por el tercero, para solucionar el segundo y poder resolver el primero. Recomendación: Busca un especialista en el tema. Si decides dar el paso, y no conoces ninguno, escriíbeme y te recomiendo alguno.

Si la relación es una montaña rusa, pero cada día te sientes peor, busca ayuda.

Afortunadamente, una inmensa cantidad de relaciones intentan hacerlo lo mejor posible. Y ya bastante hacemos consiguiendo hacerlo en medio de la precariedad salvaje, de las nulas expectativas de una vida independiente si tienes menos de 3o años, en medio de crisis mundiales una tras otra, en un país con muy poco soporte social (que se tiene que compensar con el familiar, que no siempre nos hace bien) y con una cultura que cada día nos lleva más a intentar relacionarnos sin sentimientos de por medio, a que nuestras relaciones sean entretenimiento en lugar de una vivencia humana, algo mucho más complejo entre dos o más personas que intentan hacerlo lo mejor posible, aunque a veces se haga realmente mal…

Desde el ars amandi se lleva buscando maneras siglo tras siglo y sin duda, la solución no la voy a encontrar yo. Así que cada cual contribuiremos con nuestro grano de arena.

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