Construyendo una cultura del consenso – 1 (Tercera edición de Ética Promiscua / The Ethical Slut)
15 noviembre, 2017 a las 14:18/ por moscacojonera«Mucha gente en todo el mundo es cada vez más consciente de lo frecuentes que son las agresiones sexuales. Pero hacerse conscientes de algo sobre lo que hemos estado evitando pensar normalmente requiere ir más allá. Cuando reclamamos nuestra libertad sexual y comenzamos a crear comunidades donde poder expresarnos de manera libre, inmediatamente nos enfrentamos a la realidad de que vivimos en una sociedad que tiene algunos valores poco sanos sobre sexo y consentimiento. Cuando no es seguro, no se acepta o no es bienvenido decir “No, gracias” en el sexo, construir una cultura positiva respecto al sexo se puede volver imposible.
Dossie, cuando daba una conferencia sobre consentimiento a unas doscientas personas, aproximadamente, le pidió que se levantasen las personas que nunca habían sido agredidas sexualmente. Había muchos hombres y mujeres entre quienes no se levantaron. Es admirable el valor y determinación de ese gran número de personas que se quedaron sentadas para liberarse personal y sexualmente, a pesar de que alguien les hubiese herido.
Nuestra maravillosa libertad sexual depende de dos condiciones muy importantes: Libertad frente al sexismo y frente a la violación. Estos cambios deben tener lugar a ambos niveles, individual y comunitario. Perseguir la violación y el acoso sexual a menores es bastante complicado, por lo que nuestras comunidades deben trabajar por nuestra seguridad. Rara vez podemos enviar a culpables a la cárcel, pero podemos dejar de invitarles a nuestras fiestas y eliminarles de otros entornos que controlamos, tanto online como en el mundo físico.
Las violaciones más graves incluyen drogar a alguien para violarlas, la violación violenta, el abuso de menores y cualquier violación intencionada de los límites expresados por otra persona. Todos estes son delitos muy graves, aunque a menudo sea complicado llevarlos a juicio. Otras violaciones requieren cierta discusión, porque a veces la persona acusada no siente que haya hecho algo equivocado. Las agresiones verbales –la insistencia verbal, discutir con alguien que ya ha dicho “no, gracias” o bien objetificar o no tener en cuenta a alguien– puede causar menos daño que las infracciones físicas pero pueden crear una atmósfera de peligro en nuestras comunidades. Forzar los límites de la gente, o probar cosas sobre las que no ha habido un acuerdo explícito, puede romper relaciones y tener un efecto dominó que a veces destruye las comunidades en las que esas relaciones tienen sus cimientos.
Gran parte de este conflicto es consecuencia del absurdo empeño cultural de que los hombres deben de ser quienes inicien y las mujeres negarse. Y así, algunas personas aprenden que se espera que insistan y otras que decir otra cosa que no es, bueno, de putones. Este patrón lleva a que decir “no” se vea como una invitación a insistir más, con los desastrosos resultados que son de prever. Tener una sexualidad más libre requiere revisar esas creencias culturas de qué significa ser una persona de tu género, y quizá hacer algunos cambios (a no ser que quieras pasar el resto de vida viviendo como se espera del estereotipo de tu género) ¿Qué le propondríamos a esas personas de todos los géneros para que se comportasen mejor? Nos encantaría poder decir que hay un práctico grupo de ayuda a la vuelta de la esquina para algo así, o una clase a la que ir, pero en el momento en que escribimos esto, esos recursos son bastante escasos. Algunos miembros de la comunidad están asumiendo la responsabilidad para hacer este tipo de trabajo. Nos encantaría que hubiese más.»
Traducción temporal/no revisada de la tercera edición de Ética Promiscua / The Ethical Slut. La publicará Melusina a principios de 2018 pero mientras podemos ir aportando la traducción que vamos haciendo para sumarla a todas las herramientas que se vayan reuniendo para ir resolviendo estas cuestiones, ahora más necesarias que nunca.