Estaban dos matrimonios (y los respectivos hijos, ya mayores) cenando en Navidad, contando anécdotas. Uno de los matrimonios, los anfitriones, habló del antiguo párroco, don Benito. Las excusiones con don Benito, el nuevo párroco que vino a sustituirle cuando murió, que si decía tal o cual cosa…

Entonces el marido del matrimonio invitado dijo: «Ahora que don Benito ha muerto creo que esto ya se puede contar. La verdad es que contrataba con nosotros las excursiones (tenía una empresa este hombre) y era muy mal pagador. Teníamos que estar persiguiéndole para que pagase.

Además de eso, cuando reservábamos los hoteles del recorrido, nos pedía que se alquilase una habitación para «su amiga» y que ambas habitaciones estuviesen conectadas por una pasillo interno o puerta común, para poder reunirse sin que los de la excursión se enterasen»

El matrimonio anfitrión, creyentes, se quedaron a cuadros… y tras un silencio en la mesa siguieron cenando, sin comentar nada más sobre el tema.

Una anécdota real de la que no doy más datos, no por la memoria del cura muerto, sino por la del hombre que lo contó, afortunadamente vivo.
Y que después esta gente vaya dando por culo (lo digo en sentido figurado en este caso) sobre lo que la gente debe y no debe hacer…

(La imagen del cura es pillada de internet, no del individuo ese, aclaro)

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