El complicado armario del poliamor en el sur de Europa
8 abril, 2016 a las 11:55/ por moscacojoneraUna de las conclusiones a las que llegó el estudio Intimate del Centro de Estudios Sociales de la Univ. de Coimbra y que contó en el congreso de Coimbra fue que, en el sur de Europa, se comprende mejor ser gay o lesbiana que ser poliamor, que a la hora de salir del armario sobre todo en los círculos más cercanos, se hacía muy complicado. Algo que también se puede leer en el artículo de esta semana en El País, en esa línea: «Poliamor, la tendencia (…)* que la sociedad no acaba de aceptar«.
En su ponencia en el congreso destacaron un detalle sobre la sociedad italiana que se podría trasladar a la española y seguramente a la portuguesa: La importancia de las comidas familiares. Un ritual al que se le dedican horas interminables, donde a veces acaban saltando las chispas con tu cuñado, con los comentarios de tu madre, de tu padre, de quienes votaron lo que votaron en las elecciones, donde sale la pregunta «¿y ya tienes novio?», donde se te recuerda que igual ya estás muy mayor, donde se acaba pontificando tanto sobre «es que los hombres, ya se sabe», es que «las mujeres son así»… El ritual heterosexualizador.
Esa centralidad de las comidas familiares, de la familia, es lógica es unos países con una cobertura social mucho menor que países nórdicos. Dependemos, nos guste o no, de la familia para poder vivir la vida que queremos. Esa situación que parece tan surrealista a alguien en el norte de Europa: Que tengamos que negociar con la familia qué vamos a estudiar en la universidad, y que será más o menos viable si les gusta o no tu propuesta. Parecemos una serie de EEUU. Esa negociación con la familia se va a dar no sólo por nuestros estudios, sino a la hora de explicarles nuestras opciones sexuales, vitales, nuestra identidad o nuestra orientación.
Es ahí, en la familia, donde tenemos algunos de los vínculos más importantes, donde nos va a dar miedo plantear quiénes somos en realidad, qué queremos realmente. (Porque contárselo a alguien que acabamos de conocer es mucho más fácil, no nos jugamos tanto). Dependemos de esa familia y está bien explicado en muchas frases que se repiten a menudo: «Donde comen dos, comen tres», «aquí siempre tendrás techo y comida», «aquí siempre tendrás un plato de comida caliente».
Un amor incondicional que, en parte gracias a las dictaduras de los tres países (tanto Portugal e Italia como España) —conservadoras y tradicionalistas sobre todo en la península ibérica—, a cambio exige, a menudo, encajar en un molde con los límites muy estrechos. Porque la sociedad admite ya el matrimonio homosexual…aunque luego sea otra cosa distinta si tu hijo «te ha salido maricón». Unos límites descubiertos por Intimate es que la sociedad del sur de Europa, en este momento, puede aceptar la no-monogamia, que estás con varias personas… si sólo se ven de una en una. Si esa no monogamia es secuencial encaja mucho mejor con las imágenes que se tienen de otras situaciones con las que se compara. Pero, ah, convivir tres o más, que se les vea en público, que sea algo conocido es algo que no se ve nada bien. Dos hombres de la mano, vale… dos mujeres, vale…. ¿Tres hombres? ¡Vicio y perversión!
Y así se suman la incomprensión por un modelo que lleva la contraria a la manera en que se han organizado las parejas toda la vida («¿y por qué tienes que decirle a todo el mundo que estás con dos?», «¿y no podías hacerlo sin que se enterara nadie?», «¿no podías hacerlo como todo el mundo?»), con la incomprensión de lo que no es «único», lo que no tiene una única cara, lo que no es «mono-«: Tanto si no eres heterosexual/homosexual sino otra cosa (bisexual, pansexual, etc), si no te identificas como hombre/mujer sino de otra manera (genderqueer, genderfuck, no binaria, etc).
Una incomprensión, ya sea en la familia, en el grupo de amistades, el trabajo con la que hay que enfrentarse… o no. Hay quien decide salir del armario y quien no. Hay quien lo considera parte indispensable de una identidad no convencional (para luchar por su visibilización y reconocimiento). Hay quien vive a gusto en su armario, quien no tiene más remedio y quien ha salido pero viendo lo que se ha encontrado, ha decidido volver a él. De todo esto proponemos hablar este domingo. De todos esos armarios que genera una visión muy estrecha de «la normalidad», que nos deja a mucha gente fuera teniendo que procesar nuestra «legítima rareza», nuestra diversidad, que por mucho que sea humana, es sólo reconocida en lo teórico, pero no en la vida diaria, con la de complicaciones que le causa a todo el mundo.
*En realidad el artículo está titulado, por quien dirija la redacción del SModa, como «Poliamor, la tendencia sexual que la sociedad no acaba de aceptar. Afortunadamente la periodista (freelance) que lo escribió no se despistó con lo sexual, como dice Giazú Enciso: «En el poliamor se ama a más de una persona al mismo tiempo, no se trata de follar a la mayor cantidad de gente posible”. La periodista lo entrega y, una vez en el diario, en la redacción alguien decide titularlo de manera que atraiga más clics.
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