En contra del porno convencional
24 septiembre, 2010 a las 5:00/ por moscacojonera«Cuando se ve de cuando en cuando, el placer sexual domina la experiencia de cosumir pornografía. Es difícil ver lo que hay detrás de la erección de cada uno. Pero vistas una tras otra, de esa manera que te llega a insensibilizar, el placer desaparece pronto y la ideología que está detrás se hace más fácil de ver. Después de varias películas, se hace difícil no ver el odio concentrado hacia las mujeres y la sutil (y a veces no tan sutil) violencia que domina la mayoría de esas películas «normales». Creo que eso acaba llevando a la empatía con las mujeres, algo que el típico consumidor de pornografía no experimenta.
Esa empatía es la pesadilla del pornógrafo. Los hombres que usan pornografía se supone que se identifican con los hombres en la película, no con la mujer. Si los hombres preguntan «¿Quieren las mujeres realmente ser penetradas por dos hombres a la vez?» el juego pornográfico se ha terminado. Las mujeres deben mantenerse como alguien menos-que-humano para que la pornografía funcione. Si las mujeres llegan a ser algo más que —en palabras del productor de pornografía extrema Max Hardcore— un «receptáculo para pollas», entonces los hombres buscando placer pueden parar a preguntarse cómo se debe estar sintiendo esa mujer real en esa escena, la mujer-que-es-una-persona.»
El artículo completo es bastante más largo: «Sexuality, masculinity and men’s choices» de Robert Jensen. Tiene partes muy interesantes, como donde explica escenas de porno, sin ponerlas en video, sino descritas.
También aclara que él no sale como defensor de las mujeres, que ellas se defienden solas, sino como defensor en todo caso de los hombres que ven las cosas de otra manera. Que dejan de valorar la violencia (incluso en sus formas más socialmente aceptadas) como algo heróico.
Pero ya me lo veo venir, que no os lo váis a leer :-)
El artículo lo vi en el muro de Patricia, chica poly. Gracias :-)
La gente que se quedó en el porno de hace 30 años no sabe que actualmente las mujeres son receptáculos de dildos, más que de pollas.
Para hablar de porno primero habría que conocerlo y después, sobre todo, habría que actualizarse.
Para mí el texto ése como que tiene 30 años de antigüedad (o las ideas que expone)
Puedo ponerle 50 «peros» a este texto, comenzando por su frase final:
«Let’s stop trying to be men. Let’s struggle to be human beings.»
¿Es excluyente ser un hombre y ser un ser humano? FFFUUUUUUU!
Además, el porno no es más que un producto cultural más. Uno muy estilizado, y muy sintomático, eso sí. Pero he visto anuncios mucho más degradantes que los pornos más sucios: Si ves la tv en las horas adecuadas ves anuncios donde la mujer es una chacha gilipollas, es envidiosa y traicionera con sus amigas, va siempre estreñida y tiene desórdenes alimenticios compulsivos. ¡Bravo!
«Sissí Emperatriz» o «Sentido y Sensibilidad» me parecen productos culturales mucho más dañinos que «superfolladas 12»