Eres un bicho raro
(sobre la diversidad sexual)
19 diciembre, 2016 a las 13:42/ por moscacojonera
Cuando se habla de diversidad sexual, a menudo da impresión que se está hablando de «la gente rara». A menudo se habla de la diversidad sin auto-identificarse como parte de esa diversidad, con lo que es fácil interpretar ese mensaje como: «Yo, que soy normal, respeto la diversidad sexual». Que viene a ser algo tan aparentemente correcto y en realidad tan equivocado como «yo tolero a inmigrantes, otras razas y otras religiones».
¿Toleras bien la diversidad?
La idea de tolerancia, sobre todo en profesionales que den un servicio (medicina, psiquiatria, psicologia, sexologia, educación) es una salvajada. Parte de la equivocación inicial de considerar una de las posibilidades -sea en lo sexual o en el tema que sea- como lo normativo y el resto como variaciones de «lo normal».
Y así a veces, los servicios enfocados a la diversidad en el fondo tienen un enfoque asistencialista, caritativo, un regalo desde «lo normal» a quien «es diferente». Una relación vertical. No eres igual a mí, pero te doy una limosna para que no digas que te dejamos en la mierda.
Es lo que denunciaba el sábado por la mañana Soledad Arnau en su conferencia en el congreso de sexología del pasado fin de semana. Que, por ejemplo, con la diversidad funcional, la cuestión no es darle alguna limosna sexual a quien tiene diversidad funcional (la asistencia sexual entendida como prostitución asistencial) sino conseguir la asistencia sirva para adaptar la realidad a las personas con diversidad funcional. Para que esas personas puedan partir desde el mismo nivel que el resto, para que puedan ser independientes. Esa era la idea de Soledad: Tener asistente para ser independiente, tener asistente NO para ser dependiente de esa persona, sino que esa persona hace que pueda hacer todo lo que quiera hacer, COMO CUALQUIER OTRA PERSONA. ¿Te imaginas no poder masturbarte nunca?¿O quitarte la chaqueta si hace calor? Pues hay quien tiene que vivir así toda la vida mientras el mundo les ignora, igual que se hizo mucho tiempo con quien debía usar una silla de ruedas (y se sigue haciendo muchas partes).
La diversidad sexual PROPIA
Cuando pensamos en esa diversidad siempre pensamos en alguien con gustos raros, con necesidades raras, con prácticas raras… y nos olvidamos que pueden ser nuestros propios gustos, nuestra propia vida la que cambie. Esa es la diversidad propia, el concepto que puso en la mesa la presidenta del congreso. El hecho de encontrarnos, por sorpresa, con unos gustos propios, unos deseos propios, unas fantasías propias que no esperábamos, que no sabíamos que llegaríamos a tener. Y eso sorprende mucho más. Ahí entendemos lo que puede sorprender la diversidad pero que es algo que tenemos muchísimo más cerca de lo que podíamos pensar.
Porque la diversidad ajena puede ser algo que vemos como exótico, en la distancia, tratándolo como «esas cosas raras que le gustan». El cambio está cuando nos damos cuenta de que puede surgir en cualquier parte, está en todas partes. Y es esa diversidad OMNIPRESENTE la que, después, debe verse reflejada en instituciones, programas educativos, servicios al público, propuestas académicas, estudios…
Porque es muy fácil hablar de la diversidad, incluir esa visión cómo discurso… pero quedándose en discurso, sin haber realmente entendido que aceptar esa diversidad significa hacerlo a nivel conceptual, revisando todo lo que habíamos creído hasta ese momento. De poco vale defender teóricamente la diversidad para luego hablar de manera casposa de las «relaciones sexuales completas entre hombres y mujeres»…