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Es normal querer a dos personas a la vez: Lo nuevo es el consenso y la honestidad.

10 junio, 2015 a las 11:00/ por

 

A veces se habla del poliamor como el descubrimiento mágico de poner tener dos relaciones simultáneamente. Algo que, en realidad, se ha dado toda la vida, aunque siempre limitado a quien podía arriesgar sin perderlo todo si se descubría gracias a tener un trabajo (que en su mayoría históricamente han sido hombres hasta hace poco). Es más que conocida la imagen del hombre casado, su esposa y su amante. Y menos común, la del hombre con dos familias, completas (mujer, criaturas, suegra, suegro y demás familia…) simultáneamente.

Como bien dijo una chica-de-quien-no-sé-el-nombre en un evento sobre poliamor en Entredós, «es normalísimo querer a dos personas a la vez; por eso el matrimonio es como es, para evitarlo». Por eso se persigue la bigamia. No porque sea imposible, sino que —esta es mi teoría— se quiere convertir en practicamente imposible para las mujeres, a quienes se les ha colocado en una situación complicada: No hay problema en que demuestren deseo sexual pero siempre que sea dentro de un terreno afectivo, siempre que sea dentro del territorio del «amor». Y si ese deseo se pone en marcha fuera de ese terreno amoroso es cuando aparece el campo minado alrededor: zorra, puta, putón, guarra y tantos otros sinónimos.

 

Y esa ecuación también funciona a la inversa: Si tienen sexo con alguien y se desarrollan afectos, eso significa que hay amor (al que se ha cargado con toda una serie de retórica que funciona muy bien en la exclusividad sexual (amor a primera vista, media naranja, principe azul), pero fatal en la promiscuidad. Por lo tanto, dentro de esa lógica de la exclusividad, que haya afecto con otra persona que la pareja «oficial» es una ruptura de la promesa matrimonial, de la exclusividad sexual, son cuernos. Es decir, resumido, el mantra que ha quedado en el aire es: Mejor no te acuestes con nadie, no te vayas a enamorar, pierdas el control y lo pierdas todo, porque tienes que elegir a uno de los dos proveedores.

Eso afortunadamente con el tiempo ha cambiado, pero se ha quedado grabada esa imagen de «es imposible enamorarse de dos personas», cuando no es verdad, pero si se funciona dentro de la idea de la exclusividad sexual pues sí, es imposible que haya dos. Lo que ha cambiado con el poliamor y otras formas de no-monogamia consensuada NO es poder tener dos parejas a la vez: Es el CONSENSO y la HONESTIDAD.

El consenso como algo que va más allá del consentimiento, de un «vale», sino que es algo sobre lo que se piensa, valora, decide a partes iguales, mediante un acuerdo, no con un «permiso» y ya… Y la honestidad, que simplemente la entiendo como algo tan simple como no engañar a la/s otra/s persona/s. Que si aparento desarrollar afectos es porque los hay, si aparento compromiso es porque lo hay y si aparento que busco únicamente entretenimiento, eso también lo dejo claro.

El cambio se ha dado en que se está empezando a ver posible que se situen «afectos» (de diferentes grados) fuera de «la pareja», como en su momento se vio posible divorciarse (cuando las parejas se separaban hacía mucho tiempo), casarse con dos hombres (cuando ya convivían en secreto), follar con mucha gente diferente (cuando la promiscuidad ha existido siempre)… Se empieza a ver que no es imprescindible esa forma de relacionarse «en pareja», porque —posiblemente gracias a internet y llevar un teléfono/miniordenador encima todo el día— es posible ser parte activa de redes mucho más amplias en todas direcciones que nos aportan amistad, sexo, afecto, entretenimiento… El ir más allá de la pareja empieza a verse POR LA SOCIEDAD como una solución posible, como el divorcio, como el matrimonio igualitario, como transicionar, como optar por prácticas, estéticas, identidades menos comunes.

¿Hay muchos entornos donde esto no se acepta? Sin duda alguna. Incluso hay sitios donde se da un cambio radical de relación con una persona que era parte de la familia y se ha divorciado. Incluso en ciudades donde existe un supuesto paraíso terrenal como Chueca, en realidad a veces parece un gueto del que es mejor no salir a riesgo de que te partan la cara. Y quizá vaya a peor (¿quién iba a imaginarse que se prohibiría el Orgullo en Rusia?). Pero de todos modos, como en los casos que he repetido (divorcio, gays, lesbianas, transexuales…) se han llegado a «tolerar» dentro de una sociedad claramente heterosexual y pro-reproductiva, lo mismo está pasando con los afectos más allá de la pareja, ha habido un cambio de mentalidad. Afortunadamente.

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la imagen de cabecera es de aqui https://www.flickr.com/photos/thomashawk/293752864/

 

 

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