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¿Es posible deconstruirse?¿O es turismo vivencial?

24 noviembre, 2022 a las 19:18/ por

Para quien quiera una visión más intelectualizada de esta idea (algo que no me gusta hacer), debería leerse este artículo de Lionel Delgado sobre la imposible deconstrucción masculina. Con su artículo me ahorro las muchas vueltas que se le puede dar a esta cuestión. En mi caso, entiendo las cosas y las explico mucho mejor a través de metáforas y analogías.

Para mí estar en una situación privilegiada de cualquier tipo es como jugar con las cartas marcadas: Si entendemos la vida como un juego, jugando cada cual con las cartas que le tocan por azar, en ese juego puedes ser más hábil o menos. Puedes ser más consciente o menos de que estás jugando con las cartas marcadas. Pero lo que sí sabes perfectamente, sea por inteligencia, por aprendizaje o por imitación, es qué carta debes jugar cada vez que quieres ganar.

En cuestiones estructurales como ser percibido como hombre con la seguridad suficiente (sea por clase social, por color de piel, sea por capital social…), como ser percidiba como una persona blanca en tu entorno ¿de qué vale que sepas todas las estructuras, dispositivos, estrategias, construcciones culturales, estereotipos y creencias que juegan a tu favor, si eso no lo utilizas para luchar con todos tus privilegios a cambiar legalmente/políticamente/públicamente esa situación?

Porque es muy fácil luchar en lo cercano. Es muy fácil mostrarse frágil en la intimidad. Porque ahí no cotizan los mismos valores, no hay aplausos y da un poco igual si se sostiene ese personaje público o no. No hay muchos ojos mirando que puedan cuestionar ese personaje, sino sólo unos ojos que se juegan mucho emocionalmente en esa intimidad. Por eso es tan fácil sostener un personaje socialmente concienciado, que participa en luchas que solo le hacen ganar más puntos frente a su público, que se muestra como alguien admirable, que de repente se interesa por las reuniones de padres en el colegio, por el 25N o el 8M, que repite lo que le ha oído a activistas feministas… y así seguir aumentando ese aura de heroe o heroína… mientras se le da una vida de mierda a quién tienes a tu lado. No desde el maltrato cruel, sino desde la posición que te permite «encender o apagar» tus privilegios (de género, de clase social, de habilidades sociales ) según te conviene. Usando las cartas marcadas cuándo es importante ganar esa partida. Cuándo algo te importa realmente y casi nadie se va a enterar de lo que hagas en realidad en tu casa, en tus relaciones, en tu intimidad.

Por eso mismo creo que, si jugamos a un juego en el que nos dan más o menos cartas marcadas, lo más honesto es admitir que juegas de esa manera porque el juego te permite hacer trampas. Porque no creo que podamos llegar más allá que ser conscientes de todas las ventajas que nos da una situación estructural que no puedes cambiar. Para mí, deconstruirse me recuerda a lo que se hace con los mitos de amor romántico: creer que, si sabemos cuáles son, no caeremos en ellos.

La verdad es que, aunque sepas cuáles son esos mitos, nunca va a desaparecer el efecto que tiene en ti la cultura en la que vives, libros, series, películas, novelas, amistades, expectativas, relatos, experiencias ajenas, instagrams y redes sociales. Conocerlos te permite ser más consciente del efecto que tienen en ti y, si te hacen daño, poder evitarlos en la medida de lo posible.

Pero si no te hacen daño, sino que solo te benefician… ¿qué motivación existe para dejar de jugar con esas cartas marcadas cuando el juego no puedes controlarlo tú, cuando esas circunstancias estructurales que te colocan en una posición más privilegiada no las puedes cambiar?¿De qué vale irse de vacaciones con Amancio Ortega o Elon Musk y que nos diga: «no te preocupes, vamos a estar muy a gusto porque yo me he trabajado esto de ser millonario, para mí el dinero no es importante, soy como tú, tengo las mismas debilidades y problemas que tú, tengo mi corazoncito, también sufro». Es como irse a un resort en el Caribe mexicano sin luz ni agua corriente… a jugar a la vida extrema, sabiendo que tienes el dinero suficiente para ir, estar y volver de forma segura.

Qué fácil es el turismo vivencial, visitar tus problemas, empatizar con ellos, tener una gran experiencia que me transforma, que me hace crecer, ser mejor persona, compartirlo en redes sociales y disfrutar de esa imagen que me devuelven las redes sociales de la maravillosa persona que soy.

 

 

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