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Hoy es Bi-ernes (3) : «Las buenas compañías» (segunda parte)

16 agosto, 2013 a las 11:00/ por

Sigo con el relato de mi vida entera en cuanto a orientación sexual. Aquí la primera parte.

«Aunque las fases en la vida no son algo que termina un día para comenzar una nueva fase al día siguiente, creo que podría decir que esa época heterosexual se terminó el día que recuerdo a mi novia en ese momento, una de las primas, diciéndome si no me daba celos una determinada situación (no recuerdo cual) y empecé a plantearme que no quería ser ese tipo de chico que estaban esperando “desde fuera”, ese modelo en el que a lo mejor no me quería convertir. Me di cuenta que tendría que hacerme mi propia identidad, ser como yo quisiera ser, algo que a partir de ahí he ido eligiendo y construyendo toda mi vida. Ese era un buen momento para decidir ese cambio, porque acababa de salir de casa de mis padres, y de irme a la universidad a estudiar Derecho en Santiago de Compostela.

La primera época universitaria: Derecho. 

Por (las mejores) coincidencias de la vida terminé en una residencia de estudiantes dividida en pabellones, una especie de largos barracones con 30 habitaciones, y yo terminé en uno donde estaba la gente más de izquierdas, más nacionalistas, pro-árabes, insumisos…. y con los años me enteré que con una alta proporción de gays, aunque en el armario. Estaban liados entre ellos, pero es algo que nunca se hizo obvio hasta que bastantes años más tarde los encontré por casualidad juntos en un bar. De esa residencia sólo queda un pabellón.

Esa época fue de chicas, de chicos, de contactar con los primeros amigos gays “normativos”, de terminar con varias de mis amistades en la cama a la vez, probar tríos, promiscuidad, de androginia, pintarse los ojos, llevar melena, ponerme un pendiente, pantalones y camisas estampadas de chica, comprar revistas de BDSM… Una vida mejor gracias a estar fuera del cascarón familiar. 

Aún así, recuerda que durante todo este tiempo y hasta bastante más adelante en el relato, no se utilizaba internet. Es decir, la realidad que «existía» era la que se tenía alrededor o la que se veía en revistas, televisión… Para mí el mundo gay eran los amigos que tenía, y no sabes si lo que ves es normativo de todos los gays o solo de tus amigos. No sabes si existen colectivos gays si no te enterabas de ellos por prensa, radio o televisión. El mundo de acostarse con las amistades no era swinging ni nada parecido, porque no sabía ni ponerle nombre a aquello… Tengo la impresión de que me dedicaba a vivir esas cosas pero sin ninguna referencia, como no fuera una idea muy lejana sobre lo que habían sido los años 70. Seguramente influía que eran los años 80, en que se veía normal tener que romper normas, maneras tradicionales de hacer las cosas y que fuese en un ambiente universitario.

Todo esto era una especie de isla en la ciudad, en el barrio, en aquella residencia… un grupo de gente que tampoco tenía mucho que ver con el resto de estudiantes. Ni tampoco tenía mucho que ver con el resto de la ciudad, excepto con la gente relacionada con el teatro independiente, que compartían cierta manera de entender las cosas e inclinaciones políticas.

 

 

La revolución sexual, de Wilhelm Reich

Metido en ese ambiente durante años sólo era cuestión de tiempo que apareciese algo de teoría. Y apareció el libro culpable en parte de que haya terminado donde he terminado: “La revolución sexual” de Wilhelm Reich. De ese libro siempre recuerdo una idea radical que sigo recordando: No tiene sentido que se defienda como utopía un mundo distinto, un cambio de las normas, de los principios…para tener con tu pareja un mundo completamente incompatible con lo que estás defendiendo de puertas afuera. Lo incongruente de defender un mundo con igualdad de derechos de hombres y mujeres pero tener una relación heteropatriarcal con tu pareja por ejemplo. Algo que se ha denunciado a menudo en movimientos de izquierda, que esa utopia que se persigue no se lleve hasta tu propia casa, hasta tu relación . La cosa viene de lejos (Kate Millet, Pasolini…) y que aún he oído de sindicatos, partidos de izquierda o el 15-M. Es algo transversal, depende de la educación que se ha tenido, del ambiente en que se vive, y no de la ideología que se tiene… Eso no significa que yo fuera entonces un ejemplo de nada, me llevó muchos años irme dando cuenta (más bien de que me avisaran) de todos los privilegios de los que disfrutaba, todas las inercias machistas que seguía teniendo.

 

La segunda parte universitaria: Cuenca y bellas artes

Si dejar la casa de mis padres y vivir en ese ambiente ayudó a que me “liberase” y descubriese otras maneras de vivir las cosas, la cosa no había podido tener mejor continuación que irme a Cuenca a estudiar Bellas Artes, otra ciudad donde se dio el mismo esquema: Una isla de gente “rara” en medio de una ciudad la mar de conservadora. Y tener de nuevo la percepción que, al no ser del grupo mayoritario, tampoco hacía falta funcionar de acuerdo a sus normas. Es la percepción que tengo pasados los años: Que he tenido mucha suerte al crecer en ambientes que me han permitido vivir las cosas de una manera mucho más relajada que quienes han crecido en ambientes muchísimo más hostiles.

La facultad de BBAA, en esa época, era un experimento muy particular. La mitad del profesorado no tenía ni licenciatura, pero tenían algo más valioso: Eran artistas en activo. La facultad era un antiguo edificio que se acabaría derribando (para construir algo bastante parecido a Alcalá-Meco), con lo que se podía hacer lo que fuera con el edificio, las paredes, las ventanas, pintarlas, intervenir en el espacio como se quisiera. Supongo que todo eso ayudaba a que la sensación fuese de no tener muchas normas que respetar. 

En Cuenca a la gente de BBAA se nos conocía como “putas y maricones”. Tal cual, sin más matices. Creo que fue de las primeras veces que percibí la homofobia más de cerca, en el ambiente, y aún así, no demasiado. Pero sabías que la había. Pero esas son las ventajas de que no sea donde has nacido y crecido: Que esa presión resulta bastante leve, fácilmente soportable, te daba exactamente igual. De todos modos el grupo endogámico de BBAA tampoco se solía mezclar con gente de la ciudad, por lo que se podía hacer lo que apeteciese. Empezar a pasarse un hielo de boca en boca entre toda la gente que estábamos tomando copas en un local, acabar liándote con quien más te gustaba en la facultad, ir participando en el inmenso intercambio de fluidos que eran aquellos cinco cursos, con profesorado incluido. Lamentable (o afortunadamente) toda esa época pasó hace tiempo y da impresión que esa facultad ahora es una más. Yo creo que es una pena pero las cosas son así, algunas cosas pasan de largo…

En BBAA fueron los años en que alimenté más mi androginia. Fue cuando llevé el pelo más largo, cuando mi aspecto era de un género no tan obvio, cuando me resultaba fácil jugar con la confusión en una ciudad tan conservadora. Un placer. Muy entretenido.

Visto con el tiempo que hasta aquí podría decir que fueron mis relaciones con chicos dentro de ambientes no-normativos. Lo que facilitaba esto es que no había (o yo no sentía) expectativas de ningún tipo sobre lo que hacía con ellos. Nos enrollábamos y punto. No había un cuestionamiento de identidades, ni orientaciones ni una lucha con el entorno, que parecía no necesitar luchar contra un colectivo LGTB que quizá percibían como poco amenazante o casi inexistente.

(continua el viernes próximo)

imágenes: La de la portada del libro es de Amazon, de aquí salió el beso a tres, la foto de la orgía, una foto mía en esa época y de aquí la chapa.

2 Comentarios a “Hoy es Bi-ernes (3) : «Las buenas compañías» (segunda parte)”

  1. Karen Moan dice:

    Muchas gracias x compartir tu vida. Me encanta leerte, y ya sabes que te considero un ejemplo a seguir. Es curioso que de tu lectura se transmite una sensación de «tolerancia» a la sexualidad mayor a la que ocurre actualmente, aunque fuera, como dices, indiferencia a lo que ocurría debajo de los pupitres. Para mi es el exceso de información errónea o desinformación lo que está llevando a posturas más radicales, es la cara b de nuestro querido internet.

    • moscacojonera dice:

      gracias :-)) me interesa mucho eso, no tanto saber la opinión sobre lo que digo, sino cómo se percibe, o qué se percibe debajo, me ayuda a entenderme, que hay muchas cosas que me hace falta aclarar. Y gracias por los piropos :-***

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