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Jóvenes puteros (Traducción)

1 enero, 2008 a las 8:15/ por
Turistas, seguramente, «admirando» el barrio rojo de Amsterdam

Fuente original: Times Online

¿Quién paga por el sexo? Te sorprenderías.

Más y más chicos jóvenes están optando por visitar prostitutas. Un periodista les pregunta por qué.

“Hay montones de prostíbulos en Macao», me confesó discretamente Tom en un bar repleto en Islington un jueves por la noche. «Era mi primera vez en Hong Kong y recuerdo ir en un ferry hasta un prostíbulo donde había una madam y un guarda de seguridad. En aquella ocasión no tuve sexo completo con ella, pero todos mis amigos sí»

Tom tenía 23 años cuando se fue a Hong Kong a visitar a sus amigos en 2001, pero ya entonces los prostíbulos no le eran desconocidos: era la cuarta vez que había buscado los servicios de una prostituta. Tom ese tipo de chico que le gustan a las madres para sus hijas, un profesor de 29, atractivo, educado y correcto. A pesar de eso, en sus viajes ha pagado por sexo en varios países, incluyendo Australia, Países Bajos y Tailandia.

El estereotipo del hombre que usa los servicios de una prostituta es de mediana edad, sin alma al que se le puede ver moverse disimuladamente por los «barrios chinos» con un abrigo grande y pantalones sucios. La verdad es que la mayoría de los hombres que pagan por sexo son «hombres normales»: compañeros de trabajo, hermanos, padres, hijos y amantes.

Se ha publicado muchísima información sobre investigación de tendencias entre los trabajadores del sexo en todo el mundo: estudios sobre consumo de drogas, contagio de ETS, impacto de la prostitución en la sociedad. Pero, como señalaba un estudio publicado en el British Medical Journal en 2005, «se sabe mucho menos sobre los hombres que pagan por sexo«. Ese estudio averiguó que el número de británicos que declaran haber pagado por sexo heterosexual ha subido de un 5,6 % en 1990 a un 9% en el 2000. De estos, el grupo más numeroso estaba entre los veintitantos y los treinta y tantos, vivían en Londres y eran o solteros o divorciados.

Me di cuenta que, como mujer soltera de veintimuchos años viviendo en Londres, vivo sumergida en ese perfil demográfico. Y visto que un grupo pequeño pero suficientemente importante de los hombres de ese estudios eran personas reales (¿?upstanding types) respetables que se acostaban con prostitutas en secreto, decidí ver si podían persuadir a algunos de ellos para que confesasen.

Necesité profundizar -y una buena cantidad de cerveza para soltar la lengua- pero me encontré que en algunos casos el tipo de hombre que llevaría a tomar el té a casa de mi madre era el mismo tipo capaz de pagar por sexo.

Sam, 30 años, consultor educado en Cambridge. Educado, formal y educado en estricta tradición católica. Esto no evitó, de todos modos, que se recorriese el «barrio rojo» de Amsterdam buscando sexo.

“No era desaliñada, era la típica sueca», insiste, describiendo la mujer que eligió de uno de los escaparates (He visto personalmente esas mujeres de los escaparates y sé que algunas dan miedo). «Fue una cosa tan extraña verme haciendo eso -algo que no esperaba- pero no diría que físicamente había mucha diferencia con el sexo con una novia».

Es difícil para una mujer entender lo que una prostituta puede ofrecer a estos hombres perfectamente atractivos que no les aporta una relación sexual gratuita -sea un rollo de una noche o en una relación. En una época en que las mujeres están más liberadas sexualmente y el sexo sin compromiso es algo mucho más probable que nunca, ¿por qué más y más hombres jóvenes elijen el sexo con una profesional?.

Para mi desconcierto, los hombres con los que hablé sugerían que la ausencia de obligaciones emocionales era una de las cosas que más les atraía de pagar por sexo. «Es sólo cuestión de quitarse algo del medio», dice Tom, después de su quinto (y último, al momento de escribir esto) encuentro que describe diciendo que sintió «una reacción muy fría, sin emociones, -has dejado atrás esa violencia contenida y simplemente quieres salir de allí».

“Me he sentido más culpable después de rollos de una noche que después de ir a una prostituta», dice Sam. «Mientras la prostitución sea legal y consensuadamente, hay casi más honestidad en eso que pillar una chica en un bar, donde juegas con las emociones de una persona y dando a entender cosas falsas para conseguir algo físico».

En el mundo real, el mundo en que el sexo surge de chico-encuentra-chica en lugar de chico-paga-chica siempre hay obligaciones emocionales, no importa lo casual del encuentro. Ni Sam ni Tom son vándalos emocionales, ese tipo de hombres que se pasean descuidadamente por las vidas de las mujeres con la filosofía de ámalas y abandónalas.

Ellos se ven a sí mismos como «los chicos buenos», los que no quieren mentir, engañar y hacer promesas que no pueden (o no querrían) cumplir para tener sexo. Así pues, siguiendo una lógica perversa, se acuestan con prostitutas en su lugar.

“Con una prostituta los dos sabéis por qué lo hacéis», dice Tom. «Ella lo está haciendo por el dinero, tú lo estás haciendo por sexo. He tenido sentimientos de culpa [después de visitar a una prostituta] pero nunca iguales a los que he tenido con un rollo de una noche».

Sólo una cosa garantiza este entendimiento: dinero. Cuando un hombre va a una prostituta, el simple acto de darle dinero por sus servicios, elimina en su mente toda obligación moral hacia ella.

“El dinero suple a las emociones. Te libera de ese lazo, de esa responsabilidad», dice Sam. «La distancia que consigues intercambiando dinero por sexo significa que después no tienes que pensar en el impacto en la prostituta».

Es esa distancia -emocional, cultural, social- que hace que pagar por sexo sea atractivo para los clientes jóvenes. La mayoría de las prostitutas son mujeres muy alejadas de su vida normal -ella no está con sus colegas, el nunca la verá otra vez, ella quizá no tenga la misma cultura que él o incluso no habla su mismo idioma. El estudio del BJM mostraba que esa es la razón por la que la mayoría de los hombres que pagaron para tener sexo tenían más posibilidades de hacerlo cuando estaban en el extranjero.

En Reino Unido, la prostitución en sí misma no es ilegal. Pero muchos de los actos que la rodean lo son, como ofrecerse a los clientes, el proxenetismo y solicitar los servicios de prostitutas desde el coche (que bonita expresión que no conocía: kerb-crawling), lo que hace casi imposible para la mayoría de las prostitutas que ejercen normalmente, el hacerlo de manera segura. Forzada a ser clandestina (underground), como lo es la prostitución en Reino Unido, no sorprende saber que se calcula que el 95 de las prostitutas británicas son adictas a drogas, y por qué muchos hombres prefieren ir al extranjero para pagar por sexo.

Aún así, ha habido un aumento de la disponibilidad del sexo de pago en Reino Unido y en el extranjero. Los investigadores lo achacaban a una industria del sexo que crece y se diversifica enormemente, y sugerían que más hombres usan esos servicios porque una aceptación cultural más amplia de la prostitución.

Si la prostitución ha sido en alguna ocasión sucia y pocas veces secreta, ciertamente no lo es ahora. Los cantantes de rap han estado dedicándole canciones (mainlining, supongo que «dedicando el tema central de las canciones») a la generación MTV -pegada a ese canal con shows como Pimp My Ride ( «tunéame el coche«, pero que también puede leerse con doble sentido, al ser Pimp la palabra para chulo, chulear), que presumen con sus historias de putas y chulos durante tiempo suficiente como para que los escandalizados lleguen a acostumbrarse.

Borat, el personaje de Sacha Baron Cohen llegó al estreno en Leicester Square de su nueva película rodeado de actrices vestidas como «mujeres de la noche» de Kazakh, y saludó a la multitud con un «buenas noches, caballeros y prostitutas». No le molestó a nadie.

Algunos trabajadores del sexo han ido hacia un mercado más normal (mainstream). La prostituta no identificada Belle de Jour atraía 15.000 visitas a su blog cada día, y consiguió publicar un libro.

Del mismo modo que a Belle de Jour le ha abierto la puerta para una lucrativa notoriedad, internet también ha revolucionado completamente el mercado del sexo.

“La industria del sexo ahora es más visible y accesible. Cualquier persona con un ordenador o un teléfono WAP puede encontrar trabajadores del sexo, leer opiniones de otros sobre ellos o encontrarlos en una discoteca», dice la doctora Helen Ward, del Colegio Imperial de Londres, co-autora del estudio del BMJ.

“Pagar por sexo se ha hecho una de tantas opciones además del sexo esporádico, relaciones a corto o largo plazo, o el matrimonio», continua la doctora Ward. «Algunos hombres encuentran atractivo el tener sexo sin compromiso emocional, mientras que a otros simplemente les gusta la excitación de pagar por sexo. Espero que mostrando lo común que es podamos empezar a desmitificar el sexo por dinero».

Como sugiere el estudio del BMJ, si la proporción de hombres recurriendo a prostitutas se ha doblado en 10 años desde 1990 es lógico suponer que en 2010 esa cantidad habrá subido otra vez.

La cruda realidad es que los hombres hoy, aparte de ser más o menos deseables, ricos y elegantes, no van a prostitutas porque no consiguen follar. Van porque, sinceramente, es una manera más fácil de follar.

Así pues, ¿me importaría si mi futuro marido admitiese que ha estado durante fines de semana en Amsterdam y Praga con prostitutas antes de conocernos?. Seguramente. Pero, de todos modos, ¿es eso peor que elegir una chica de un bar y mentir para conseguir acabar dentro sus bragas simplemente porque él estaba cachondo?. Habiendo sido esa chica, ahora no estoy completamente segura de eso».

vía Heroe de Sillón

——

Un día de estos intentaré escribir mi opinión sobre el tema y sobre mi uso de algunos «servicios» online.

6 Comentarios a “Jóvenes puteros (Traducción)”

  1. gonxo dice:

    No puedo estar más de acuerdo y sentirme perfectamente identificado con el artículo.

    Ese soy yo. Varón, 32 años, educado, un buen trabajo…vamos, el chicho perfecto para que me lleven a conocer a su madre, e incluso a la abuela.

    Sin embargo, aqui estoy, sin novia y…hecho un putero. Su explicación tiene:

    Me aburren las relaciones «normales», el sexo vainilla como lo llaman. Hasta la fecha solo he sido capaz de satisfacer mis deseos y fantasias sexuales con profesionales. Sigo buscando la manera de encontrar a esa persona con la que compartir esos deseos y gustos y fantasias. De momento no lo he conseguido así que, por algún lado tendre que descaragar mis «deseos».

    Saludos y…feliz año.

    PD: Al hilo de otro post, mi gran fetiche es el latex. Claro, no espero conocer a una chica en un bar «normal», llevarla a casa y decirle, ¿te importa si me pongo esto para follar? ¿porque no te pones tu esto?

    Si conoces a alguna chica, presentamela!!!

  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

  3. Juan dice:

    ¡Feliz traducción! Veo que te has atascado con «upstanding». El OUP lo define así: up•stand•ing adj. [usually before noun] (formal) behaving in a moral and honest way syn upright: an upstanding member of the community
    http://www.oup.com/oald-bin/web_getald7index1a.pl

    Vamos, lo que solemos entender por personas «respetables», más que «reales» ;P

    Saludos!!

  4. ah gracias!
    uso el Wordreference, normalmente y esa no venía…
    gracias tambien por OUP, no lo conocía, ya tengo otro recurso :)

  5. Juan dice:

    ¡Qué rapidez! Sí, el Wordreference lo usamos todos… Pero cuando hay que rellenar huecos me gustan el OUP, el Merriam-Webster,
    (http://m-w.com/) o el Webster (http://www.websters-online-dictionary.org/). Y para la jerga sexual (o términos muy coloquiales), el diccionario urbano es insustituible: http://www.urbandictionary.com/

    :D

  6. a veces coincide que me llegan los mensajes y ya los contesto… gracias por la nueva colección de enlaces! ya me he suscrito a las palabras nuevas del urban dictionary :)

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