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La crueldad sexual del siglo diecinueve que has heredado

11 septiembre, 2014 a las 11:00/ por

Si hay algo que me fascina del siglo XIX es cómo se inventó el pasado, cómo se inventó una Edad Media oscura, ignorante… Por ejemplo, cómo se inventaron que en la Edad Media eran idiotas porque pensaban que la Tierra era plana… cuando ya se sabía desde antes de Cristo y se daba por hecho en el imperio romanoEratóstenes, (276–194 a. C.), ya «estimó la circunferencia de la Tierra hacia 240 a. C. Había oído que en Siena, durante el solsticio de verano, el Sol se encuentra directamente sobre la vertical, mientras que aún da sombra en Alejandría. Utilizando los distintos ángulos que forman las sombras como base de sus cálculos trigonométricos, estimó la circunferencia a 250 000 estadios»  (…) que  «solo tiene un margen de error de entre cinco y quince por ciento del valor actual de 40 008 km.» y ya con los romanos, autores como Cicerón y Plinio —siglo I aC y siglo I dC— se refieren en sus trabajos a la redondez de la Tierra como asunto dado por hecho» (fuente)

 

 

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Los falsos cinturones de castidad
de la Edad Media

O lo que cito siempre, el post de 2009: Cómo se inventaron lo de los cinturones de castidad de la Edad Media que los caballeros que se iba a las Cruzadas ponían a sus mujeres. Los cinturones de castidad de la Edad Media que sean reales, palpables, que se puedan ver en un museo NO EXISTEN. Los que había en museos, como el de Cluny, se retiraron unos y le cambiaron la fecha a otros. El primer diseño (dibujo) de un cinturón de castidad no aparece hasta el siglo dieciséis pero no es hasta más adelante (el Renacimiento o quizá más tarde) que aparece alguno real. (fuente) No fue hasta el siglo diecinueve que se usaron y se hacía para luchar contra el demonio de esa época, algo contra lo que lucharon con todas sus fuerzas: La masturbación.

” Dr. Maeve Marwick, de Escocia, recuerda cómo se aterrorizaba sobre el sexo cuando ella era joven. A una niña que conoció la hacían dormir con unos pantalones y chaqueta de cuero en una sola pieza, con las manos atadas a un collar que llevaba en el cuello; los pies se ataban a los pies de la cama y con una correa en la cintura la ataban al cabecero de la cama para que no pudiese irse hacia abajo y usar sus talones; le habían regañado, se lo habían razonado, le habían pegado y a pesar de todo eso, ella había seguido con su hábito.” (Fuente)

Esa lucha contra la masturbación hace más de un siglo es la que todavía nos sigue afectando y por eso la masturbación sigue siendo algo de lo que no se habla. Mientras que a veces se presume de cómo se folló el día anterior, una o ninguna vez oyes a alguien presumiendo de la maravillosa paja que se hizo el día anterior. Se sigue hablando de la masturbación como mal sustituto del sexo con otra persona. Se sigue diciendo que si tienes pareja entonces no deberías necesitar masturbarte. E incluso la estupidez de considerarlo una «infidelidad». Todo fruto de aquella visión victoriana de la masturbación como algo maligno y, en el mejor de los casos, como algo infantil. La de años que se lleva luchando para que se recupere como una práctica más, como algo muy satisfactorio, mejorable, algo a lo que dedicar su tiempo y… ahí sigue como el comodín, como la rueda de repuesto, como el sucedáneo.

Si queréis un largo y completo post sobre el invento de la leyenda, cinturones de castidad y el inicio de su uso en el siglo dieciocho contra la masturbación en conventos, os recomiendo «Artilugio maldito: Verdad y leyenda sobre el cinturón de castidad».

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La masturbación,
de problema moral a problema médico.

El asunto de la masturbación en el siglo XIX lo trata John Duffy, historiador médico, en «Clitoridectomy: A Nineteenth Century Answer to Masturbation«.

«A principios del siglo diecinueve los médicos más perspicaces empezaban a dudar de las teorías médicas tradicionales y empezaron a centrarse en la experiencia clínica. Desafortunadamente, al no entender la fisiología y no tener conocimientos de bacteriología, no conseguían curar las enfermedades. Por desesperación, los médicos intensificaron el uso de tratamientos tradicionales: Sangrías, quemaduras, vómitos, purgas y sudores, terapias heróicas que sólo valieron para que aumentasen las dudas sobre la profesión. Buscando compensar su incapacidad para tratar las enfermedades, los médicos comenzaron a asumir cada vez más el rol de líderes morales. En este proceso pasaron a ocuparse de asuntos como el aborto y la masturbación.

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Así como la mojigatería de la época victoriana y el muro de silencio que crearon en torno al sexo es bien conocido, no se conoce tan bien su preocupación con la masturbación. Se le había prestado poca atención hasta finales del siglo dieciocho, y no fue hasta la segunda mitad del siglo diecinueve que el tema pasó a ser una preocupación común. Fue objeto de atención pública por primera vez debido a los esfuerzos de unos pocos moralistas, pero no fue hasta que la profesión médica, buscando fortalecer su estatus en la sociedad, transformó la cuestión moral de la masturbación en un problema médico que se convirtió en un asunto importante.

En el caso de los hombres el recelo hacia la masturbación se originaba en la creencia popular de que la pérdida de semen ponía en peligro el cerebro y el sistema nervioso. En EEUU el superintendente del Massachusetts Lunatic Asylum [centro psiquiátrico] le dio credibilidad a esta idea cuando en su informe anual del 1848 afirmaba que el 32% de los ingresos eran por «self-pollution», uno de los muchos eufemismos para la masturbación. Reflejando en parte la preocupación victoriana con el sexo, a finales del siglo diecinueve la prensa médica en Europa y EEUU atribuían casi todas las enfermedades a este «vicio secreto».

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Puesto que la pérdida de semen se consideraba un peligro real para los hombres, se dedujo que las emisiones nocturnas eran igual de peligrosas. Para resolver ambos problemas, se construyó una amplia gama de aparatos mecánicos. Incluían cosas como camisas de fuerza, jaulas para los genitales y anillos para el pene con puntas afiladas en su interior. Muchos de estos objetos fueron creados por profanos, pero la profesión médica, que generalmente ha reflejado las ideas dominantes, no iban a ser menos. Los hombres jóvenes que buscaban la ayuda de un médico o que confesaban que se masturbaban al ser interrogados por sus médicos, fueron tratados con sustancias vesicantes, soluciones diluidas de ácidos o sanguijuelas aplicadas a sus genitales. Las sangrías y la circuncisión se usaban también en casos serios. Al menos en un caso, por petición de su paciente que temía perder su cordura, su médico lo castró. El médico en su informe del caso declaró que su paciente estaba ganando peso, que estaba algo apático pero moralmente sano».

 

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La masturbación,
el problema más grave de la humanidad

«Censurable como era la masturbación entre los hombres, el problema era más grave entre las mujeres victorianas, que eran vistas como criaturas delicadas, sensitivas, frágiles y emocionales». El  editor del New Orleans Medical and Surgical Journal comentaba en un artículo que «preguntar o esperar información de mujeres adultas sobre esta práctica es inútil, aunque para muchas de sus enfermedades, como la leucorrea, hemorragias uterinas, prolapso uterino, cáncer, desórdenes funcionales del corazón, irritación espinal, palpitaciones, histeria, convulsiones, rasgos demacrados, delgadez extrema, debilidad, manía —muchos síntomas llamados nerviosos— se ha citado la masturbación como su causa». Incluso si estos desórdenes no se originaban por la masturbación él seguía diciendo «su práctica puede sin duda agravarlos». El artículo terminaba con una cita de un médico francés: «En mi opinión, ni la peste, ni la guerra, ni la viruela ni una multitud de males semejantes ha sido más desastrosa para la humanidad que el hábito de la masturbación; es el elemento destructor de la sociedad civilizada».

 

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Guerra al clítoris

Si atar a la cama suena cruel, la ablación del clítoris se lleva el premio.  A ese punto se llegaba para evitar la masturbación femenina.

«En 1866 una publicación médica norteamericana trataba el trabajo del médico británico Dr. Isaac Brown Baker, que decia haber curado con éxito la epilepsia y otros problemas nerviosos de sus pacientes extirpando el clítoris. Tras aclarar que la mayoría de la profesión médica británica se oponía a las ideas de Baker, declaraban que extirpar el clítoris para calmar la irritabilidad sexual es tan poco ético como extirpar el órgano análogo en el hombre»

Mientras que la clitoridectomía fue realizada sólo ocasionalmente en naciones anglosajonas, el asunto de la masturbación femenina continuó intrigando al público y la profesión médica. Según avanzó el siglo, aparecieron más artículos sobre el tema en publicaciones médicas y la clitoridectomía volvió a aparecer. En 1889, Dr. Joseph Jones, antiguo presidente de Louisiana State Board of Health y profesor de Medicina afirmó que la «locura grave» era una de las muchas consecuencias de la masturbación y que la descendencia de alguien que se masturbase probablemente sufriese locura hereditaria.

En 1894 el Dr A.J. Bloch de New Orleans llamaba a la masturbación «una lepra moral» en su artículo «Perversión sexual en la mujer». En uno de sus casos, describía como una niña de catorce años que sufría nerviosismo y palidez había sido curada «liberando el clítoris de sus adherencias y enseñándole a la paciente los peligros de la masturbación».

 

Nota sobre el autor: John Duffy, Ph.D. es Clinical Professor Emeritus en la Tulane University School of Medicine y Profesor Emérito de Historia, University of Maryland. Dr Duffy es historiador médico con 9 libros publicados y 50 articulos en 1989. Uno de sus últimos libros fue The Sanitarians: A History of American Public Health, con la University of Illinois Press en febrero de 1990. El último en 1993 fue «From Humors to Medical Science: A HISTORY OF AMERICAN MEDICINE«

El artículo está alojado en http://www.fgmnetwork.org/articles/duffy.htm, en el Female Genital Cutting (FGC) Education and Networking Project.

 

IMAGENES

Igual la imagen del bisturí parece cruda pero no hay más que leer cómo se hace en realidad la ablación para ver que a veces es mucho mucho peor.

4 Comentarios a “La crueldad sexual del siglo diecinueve que has heredado”

  1. Teresa dice:

    Que horror, por favor! Y cuantas cosas estaremos, en estos momentos, dando por ciertas de la misma manera…

    Gracias por el articulo

  2. Antonio García dice:

    Muy interesante. La ignorancia sobre las funciones básicas del cuerpo humano y la moral impuesta por las iglesias causaron muchos problemas en esa época.

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