La prostitución como clave para entender la sexualidad masculina #mastersexologiaincisex
20 noviembre, 2014 a las 11:00/ por moscacojonera
«La prostitución es una condición necesaria de moralidad; (…) si quitan la prostitución, el placer y la licencia corromperán a la sociedad»
San Agustín
Como antes de la edad moderna las mujeres debían de renunciar a demandar sexo (a las mujeres no se les dejó votar hasta el siglo XX y, en España, se celebraban ayer 80 años), eso dejaba el deseo de los hombres en una situación complicada: ¿Qué podían hacer ellos con sus ganas? Eso, desde siempre, se pudo resolver, como bien sabía San Agustín, porque había una pequeña cantidad de mujeres que sí se dedicaban a la prostitución.
Como el orden patriarcal se va debilitando respecto al de hace unas décadas, los hombres que antes exhibían su dominación, ahora deben buscar un espacio donde exhibirla hoy en día, y uno de esos espacios que eligen es la prostitución. Conviene no caer en el topicazo de que quien recurre a la prostitución con esa idea de exhibir dominación es algo de hombres muy mayores… «Para los jóvenes que consumen prostitución es una manera de proclamar su masculinidad tradicional”, cuenta Beatriz Ranea en su estudio de usuarios de prostitución entre 18 y 35 años.
“Se trata de tener relaciones sexuales en un plano de superioridad. El cuerpo de la mujer se convierte en objeto y se imponen los deseos del que paga”. Beatriz Ranea apunta al hecho de consumir prostitución como “una suerte de performance, de reafirmación de la masculinidad ante los demás”. Una manera de proclamarse como “un auténtico hombre”. (…) En su autoimagen “piensan que para las mujeres son mejores clientes, por ser más jóvenes, que la idea que tienen ellos de los que deben ser los otros clientes habituales”.
Parece improbable que la prostitución para hombres se haya adaptado a un mercado que no existe, a unas demandas a las que tengan que adaptarse los hombres les guste o no: Lo más lógico es pensar que la manera en que funciona la prostitución seguramente es lo que sus clientes demandan más a menudo.
Y en ese sentido, la prostitución da pistas fundamentales sobre cómo se construye, en parte, la sexualidad masculina:
1. Se exime al hombre de la responsabilidad del placer de la otra persona. El hecho de pagar ayuda en esa dirección, «el que paga, manda». Habrá clientes que fantasearán con que vuelven locas a las mujeres con las que están… bueno, angelitos.
2. Disociación sexualidad-afecto: Se construye una sexualidad libre de afectos, separada del afecto, en la cual es posible tener sexo sin ninguna conexión en absoluto.
No fue hasta hace muy poco que las mujeres pasaron a ser consideradas ciudadanas de la misma categoría que los hombres y con derecho a demandar sexo dentro de su pareja lujuriosa, —otra novedad del siglo XX— en el dormitorio conyugal. Aunque eso de «pareja lujuriosa» ha sido mucho más tardío en España. Si dividimos la sexualidad femenina heterosexual, a lo largo de la Historia, entre las mujeres «rechazadoras» (que prescinden del sexo), las «amantes» (complacientes con sus parejas, haciendo lo que ellos quieren) y las «sexuales» (las que demandan el sexo que quieren)… las sexuales son recientes en España.
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Notas tomadas en Sociología de la sexualidad / Marcos Sanz / Incisex
¿Te imaginas que una lumi que se tira 30 tíos diarios, además de velar por su negocio, se preocupara por:
1. Su propio placer mientras curra
2. Establecer vínculos afectivos con 900 tíos al mes?
Yo creo que la prostitución no solo es clave para entender la sexualidad masculina (la de algunos), lo es también para entender la femenina (la de algunas)…
Para nosotras no es sexo. Es dinero. Sexo tenemos con nuestro novio o amante. El putero paga por eso lo tocamos.