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Libros marcianos: A ver quién grita más alto.

12 febrero, 2020 a las 15:46/ por

Ahí ha conseguido llegar el mundo editorial, para intentar sobrevivir a sus crisis: adoptar el modelo que hicieron popular «Crónicas marcianas» y «Tómbola» en televisión. Para quienes no conozcan esos programas (son de hace 20 años y se veían en Telecinco y Telemadrid, si no me equivoco) eran programas que encontraron un filón: Gritar constantemente para que no separaras los ojos de la pantalla. Funcionó con gladiadores, funciona hoy día. La gente aún cuenta historias sobre el sueño con que llegaban al trabajo o lo tarde que se levantaban por haberse quedado viendo «Crónicas Marcianas» hasta la madrugada. Luego analizo más en concreto el modelo de negocio de ese tipo de televisión.

Pero antes quiero llamar la atención sobre el desastre que supone adoptar ese modelo en el mundo editorial: Supone dedicar recursos, dinero, atención, divulgación, precisamente, a las posturas más extremas, las que llamen tanto la atención como esos gritos. Cuanto más polarices a la gente, cuanto más enfrentes a los miembros de una sociedad (INEVITABLEMENTE diversa), cuanto más oscurezcas tu trampa de hablar de máximos y mínimos éticos sin dar más pistas (o peor, no saber ni las implicaciones de eso), cuanto más ruido provoques…. más altavoz te van a dar las editoriales, más oportunidades vas a tener de seguir incendiando la hoguera que dices venir a apagar. Y cuánto más tiempo mantengas la hoguera ardiendo, cuánta más gente incendies, más saldrá ganando la editorial, más saldrás ganando tú. Para trabajar de esa manera sólo es necesario un requisito: que te dé exactamente igual las consecuencias de lo que estás haciendo.

Sumemos a eso los modelos que proponen imprimir el libro en el momento: habrá libros que sólo existirán bajo demanda, mientras exista el incendio, con lo que será necesario reavivar el incendio permanentemente para que se sigan vendiendo.

 

EL NEGOCIO DE LOS GRITOS EN TELEVISIÓN

¿Cuál es el negocio de las cadenas de televisión que viven de la alerta permanente, de los gritos, de las discusiones sin sentido? Aparte de cuestiones ideológicas más profundas que tienen consecuencias a la larga, hay un beneficio inmediato: conseguir rellenar horas y horas y horas de televisión con un programa que sale muy barato, en lugar de pagar los derechos de una película que sólo rellenaría dos horas, y sin saber seguro si llamaría la atención. Para esos debates sólo se necesita un plató, 8 sillones, alguien que aparente que modera el debate y gente que opine de cualquier tema a gritos, o que tengan opiniones que siempre llaman la atención por el sinsentido que son. No es raro que La Sexta, una y otra vez, invite a Revilla con su pasado franquista (y por lo tanto a menudo «políticamente incorrecto»), a Marhuenda, director de un periódico irrelevante pero parte los medios del grupo atresmedia (así rentabiliza al director de dos maneras y promociona La Razón), a Inda, ya condenado por inventar noticias y también «políticamente incorrecto». A eso sólo hay que sumar una dosis homeopática de «izquierda» para que parezca un debate equilibrado. Y así se pasan las horas, gritando.

Cuanto más griten, más van a llamar la atención. Cuanto más llamen la atención, cuantos más «zascas» se den, como gladiadores, más gente habrá mirando. Cuanta más audiencia, más cara se puede vender la publicidad que se emite en esos programas. Un negocio redondo: horas gritando por un coste muchísimo menor que la publidad que se emite a esas horas.

Y si la gente deja de prestar atención, se buscan nuevos temas, nuevos miembros de la tertulia, lo que haga falta para recuperar esa atención y competir con las redes sociales, donde es conocido que se consiguen followers polarizando cualquier tema y enfrentando a todo el mundo…

 

LIBROS A CAMBIO DE FOLLOWERS

Eso es lo que se pide hoy día para publicar un libro: un número mínimo de followers que «asegure» que van a comprar tu libro. Ahora en el mundo editorial parece que vamos al mismo sistema. Una pena. Más de lo mismo. Así rara vez aparecerán libros que necesitan que se vayan conociendo para ir aportando algo socialmente. Eso pasó con Ética promiscua, que muy poca gente conocía en su momento. Eso pasa con Meg-John Barker y Reinventa las reglas, eso sucede con los conocimientos inmensos de Elisabeth Sheff. Eso sucede con Roma de las Heras, adorada colaboradora (que curramos en tandem este viernes), que no tiene ese seguimiento en redes sociales… y en cambio muchísima gente sabe quién es, sabe el valor de todo lo que aporta. Pero no todo se ve necesariamente en las redes sociales. En las redes sociales sólo vemos más de lo mismo, pero rara vez alguien podrá proponer algo que mejore nuestro futuro (y que vaya más allá de la «psicología positiva»/optimismo ingenuo) si ya tiene que tener followers antes… Antes deberás haber conseguido que te preste mucha atención mucha gente. Y eso, en redes sociales, se suele conseguir rápido si conviertes todas las cuestiones en blanco o negro, en conmigo o contra mí. Pero hay a quien todo vale a cambio de conseguir esa atención.

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