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NUEVAS IDENTIDADES GSD:
Género fluido y personas agénero (2)

28 mayo, 2014 a las 11:24/ por

Continuación de la traducción del artículo «The Shadow Sex» de Rachele Kanigel sobre personas agénero y de género fluido.

«Alguna gente ve el ataque a Fleischman como «el momento Matthew Shepard» del movimiento genderqueer, un hecho que, como el asesinato en 1998 del estudiante universitario gay de Wyoming, ha puesto en marcha y convertido en sujeto político [empowered] a la comunidad. La historia de Fleischman fue rápidamente recogida por los medios de comunicación locales primero, y nacionales e internacionales después, y el que se informara de ello en las noticias llevó a recogidas de fondos, a una manifestación de la comunidad, a una proclamación del ayuntamiento de Oakland de ese día como el Transgender Awareness Day, a días de «Faldas por Sasha» en los colegios de la zona de la bahía de SF, en los que los chicos y chicas, profesorado y alumnado vistieron falda en solidaridad con la víctima adolescente a la que habían prendido fuego. También conllevó atención no deseada por parte de la familia, que fue seguida por cámaras de televisión durante semanas. «No tengo costumbre de estar en el ojo del huracán» dice Fleischman. «Es una gran responsabilidad representar a toda la comunidad agénero no-binaria». 

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Sasha Fleischman

Fleischman comenzó su vida como un niño llamado Luke y tenía los casi los típicos intereses masculinos de pequeño: Lego, trenes, astronomía. Como adolescente, Fleischman jugaba a Dragones y Mazmorras e inventaba mundos fantásticos, nada raro para un niño inteligente que se sobrepasaba las estadísticas. Pero mientras que otros chicos estaban explorando su sexualidad con bromas libidinosas y toqueteos embarazosos, Fleischman empezó a investigar el concepto de género. Una amistad cerca que había sido chica salió del armario como transgénero, identificándose y vistiéndose como un chico. «Él era una buena persona con quien hablarlo», dice con la delgadez de una modelo, largas pestañas y rasgos delicados de adolescentes. «Tuvimos un montón de conversaciones sobre el tema».

Durante  su segundo año en el instituto, en el día anual del crossdressing, Fleischman se puso una falda por primera vez, una falda negra de volantes hasta los pies prestada por una de sus amistades. «Pensé «tío, las faldas son realmente cómodas»» dice Fleischman, recordando la deliciosa sensación del suave tejido.

Fleischman comenzó a leer sobre género y sexualidad en internet y encontró un mundo lleno de personas que no se identificaban como hombre ni como mujer. Con su afición por la linguística, disfrutaba con un vocabulario nuevo, uno hecho de palabras como «androginia» y «pangénero». Fleischman empezó a preguntar a sus amistades y familiares sobre sus propias identidades de géneros y sobre qué les hacía sentirse mujer u hombre. Las típicas respuestas —»No sé, simplemente me siento como una mujer» o «Me gusta ser masculino»— no le llegaban. «No lo entiendo» , decía Fleischman, «no siento lo mismo».

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Marilyn

Gradualmente Fleischman salió del armario como genderqueer, cambiando de nombre del demasiado-masculino Luke al más ambiguo Sasha y pidiendo que le hablasen usando pronombres como «they» y «them» en lugar de «he» o «him». Sus padres, amistades y profesorado poco a poco se fueron acostumbrando y cuando se equivocaban, Fleischman les recordaba —a veces amablemente, otras enérgicamente— que usasen un vocabulario de género neutro.

Un día una amiga que limpiaba su armario le regaló a Fleischman un montón de faldas que a ella ya no le valían. La mañana siguiente Fleischman se puso una de ellas para ir al instituto, y nació su estilo personal, mezclando ropa de hombre y mujer. Prácticamente no ha habido días de llevar pantalones desde entonces «Supongo que estoy intentado confundir a la gente», dice Fleischman, cuyo armario ahora incluye una minifalda tableada, un vestido de seda rojo ajustado comprado en un viaje del instituto a China, y una falda azul y gris con lazos que le hizo una de sus amistades mientras Fleischman estaba en el hospital. «Cuando llevo falda, les hago pensar sobre el género y no aventurar conclusiones». Más estudiantes en Maybeck, un instituto de secundaria que tiende a atraer a adolescentes poco convencionales, ha apoyado las elecciones de ropa de su colega de estudios. Al menos otra persona con quien estudia se identifica como agénero, y dos más como transgénero.

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Sarah

«Creo que el mundo se está haciendo más tolerante, y la gente siente menos necesidad de esconder lo que es», dice Sarah Levine, amistad de 16 años de Fleischman, que salió del armario como genderqueer hace un año. «Me identifico como género fluido. La mayoría del tiempo soy agénero, pero cambia de vez en cuando. A veces me siento hombre, a veces mujer». Levine, en su penúltimo año en el instituto, nació chica y tiene pensado mantener su nombre de chica por lo menos hasta el año que viene.» Si cambio mi nombre, será después de que haya terminado con mis estudios. No quiero que se confundan con mis matrículas».

Como Fleischman, Levine tuvo el apoyo de sus padres y colegas. «Para mí no fue un asunto tan importante salir del armario», cuenta Levine. «No tuvimos LA charla —»Mamá, papá, no soy una chica»— simplemente surgió en la conversación. No tuvieron problema con el tema». Pero no siempre se crece en familias como la de Levine y no todos los institutos tienen Día Oficial del Crossdressing. Aunque el movimiento agénero muestra señales de arraigar en sitios como Berkeley e institutos como Maybeck —a principios de año, estudiantes de la universidad de Nothern Iowa votaron coronar una «reina del baile» transgénero y han surgido grupos de apoyo genderqueer en Boston, Denver, Chicago y Washington— es algo todavía nuevo, y en cierta medida, un concepto complicado.»

(Continuará)

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Las fotos son de Chloe Aftel. Quien aparece en la foto de cabecera es Emma.

*GSD: Géneros y sexualidades diversas.

Artículo original: «The Shadow Sex«, de Rachele Kanigel, profesora asociada de periodismo en San Francisco State University
Artículo publicado originalmente en el número de febrero de 2014 de San Francisco.
Para ponerse en contacto con la revista se puede hacer en letterssf@sanfranmag.com  
Puedes seguirla en twitter en @sanfranmag

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