¿Qué es la jerarquía? #MoreThanTwoTraducido #MásAlládelaPareja
16 abril, 2020 a las 14:14/ por moscacojoneraLa traducción, más abajo, desde «¿Qué es la jerarquía?». Se pueden ver otros capítulos del libro en esta recopilación que hice la semana pasada.
¿Qué opino de las jerarquías? Pues que, como en tantas cosas, no es bueno o malo, por sí mismo, que existan. Quizá es el objetivo que tiene una relación al abrirse o la de una persona que no quiere involucrarse más. Es algo que comprenden perfectamente quienes tienen criaturas, sean de una relación anterior o porque han decidido tenerlas. Al comenzar una nueva relación, quizá prefieren que no se conozcan inmediatamente esa nueva persona y su criatura, al menos mientras no pase un tiempo prudencial, o haya otro tipo de compromiso más a largo plazo… o quizá se prefiere mantener compartimentada la relación, manteniendo la crianza por un lado y la nueva/s relación/es por otro…
También es habitual en el ambiente swinger marcar muy claramente esas jerarquías, dejando claro que con quienes tienen relaciones sexuales son parte de su ocio (como con quienes toman copas, van de vacaciones o de senderismo) pero no quieren que sean parte de su vida cotidiana, ni conocer a su familia ni a su círculo de amistades, o sus criaturas.
Los problemas aparecen cuando se miente, o se «disfraza la realidad» para evitar el conflicto (algo más común de lo que se cree) y, si se tiene una relación con dos personas simultáneamente, se le dice a cada una lo que quiere oir: a una persona se le dice que no tiene nada que temer porque la relación es jerárquica… y a la otra persona se le dice que la relación no tiene jerarquías. Por un lado se dice que la nueva relación no es tan tan tan importante como la anterior… mientras que a la nueva relación se le dice que no hay ninguna jerarquía, ninguna diferencia entre las dos relaciones.
Eso sucede a menudo, sin ser conscientes de ello, a quienes han crecido evitando (o teniendo que evitar) los conflictos. E intentan encajar en su cabeza las dos formas (incompatibles) de relacionarse, a menudo con mal resultado.
También sucede cuando se produce algo muy humano: compartir más intimidad acaba llevando a enredarse más y más… hasta que te das cuenta que te has enredado más de lo que preveías. Eso además se complica cuando se cree que hablar es «no hacer nada» y que follar es «hacer algo». Con lo que no se le ve problema a hablar horas y horas por whatsapp/telegram/messenger. Y es PRECISAMENTE hablando horas y horas lo que hace que te enredes más y más.
Otras veces surgen los conflictos en cuestiones más sutiles: A veces, simplemente, es que no se tiene claro por quien decide «abrir su relación». Se quiere mantener dos relaciones independientes, cada una de una manera, compartimentadas… pero sin darse cuenta que una tiene una larga historia compartida y la otra queda relegada a un espacio determinado. A veces no es hasta que la nueva relación desea seguir creciendo que se hace visible el límite no especificado al empezar: que la nueva relación nunca compartirá determinados espacios o proyectos ¿Puede plantearse un proyecto de crianza con la nueva relación?¿Convivencia?¿Proyectos conjuntos?…
Como en el paso de follamistad a «algo más» (que una parte quiere compartir más espacios, tiempo, proyectos y la otra no), sucede lo mismo cuando hay dos o más relaciones simultáneas: cuando alguien quiere cambiar el tipo de relación, la otra parte puede darse cuenta (o decir algo que ya tenía claro desde el principio) que no tiene interés en que esa relación crezca más.
Por eso conviene pensarse bien las cosas antes de tener dos o más relaciones simultáneas: la nueva relación no es un ficus, sino una persona con los mismos deseos, expectativas, ganas, vulnerabilidad, intimidad que tú. Por eso conviene tenerlo claro antes de comenzar esas nuevas relaciones. Y como digo, las nuevas relaciones no se comienzan en un hotel ni una sauna: se comienzan en whatsapp, en apps de ligue, en facebook. Lo humano no es ir calculando palabra a palabra cuánto te estás «pillando» con la otra persona. Lo humano es darse cuenta cuando ya te has pillado. Y las cosas se van a complicar mucho más si crees que, sólo hablando, no está «pasando nada».
Afortunadamente la anarquía relacional y mucho pensamiento feminista han cuestionado y siguen cuestionando las formas de relacionarse para que las relaciones se alejen de los patrones amante vs pareja que han estado ahí toda la vida (por ejemplo, lo ha analizado a menudo Brigitte Vasallo, sobre todo en su libro «Pensamiento monógamo, terror poliamoroso») o del patrón del «compromiso cero», tan habitual en este momento en que tener una relación se considera como un lastre para tus proyectos individuales. Neoliberalismo puro. Ya lo veía el proyecto Pandora Mirabilia en la juventud hace cuatro años, el modelo que llamo «fusión volátil» o «cien-cero-cien-cero»: lo somos todo cuando nos juntamos… y no somos nada entre un encuentro y el siguiente ¿A que os resulta familiar?
¿QUÉ ES LA JERARQUÍA?
«Algunas personas usan la palabra jerarquía cuando una relación tiene más compromisos o responsabilidades que la otra; por ejemplo, miembros de un matrimonio, casados desde hace algún tiempo, con casa y criaturas que tiene una relación esporádica con alguien. Esa no es la manera en la que usamos la palabra jerarquía en este libro. Cuando hablamos aquí de jerarquía, nos referimos a una dinámica de poder muy concreta: En la que una relación está sometida al control de una persona externa a la relación. Por ejemplo, existe jerarquía si una tercera persona tiene el poder de vetar una relación o limitar la cantidad de tiempo que otras personas pueden estar juntas.
Las relaciones jerárquicas abundan en el poliamor. La jerarquía puede tomar la forma de una regla como “Nunca compartiremos casa con ninguna otra persona con quien tengamos una relación”, por ejemplo. Otras veces puede manifestarse como restricciones sobre la intensidad a la que se le permite llegar a otras relaciones o qué se le permite hacer a una nueva relación, dónde pueden ir o qué pueden sentir. Algunos ejemplos comunes en relaciones poliamorosas jerárquicas son:
● La pareja principal siempre tiene prioridad respecto al tiempo y otros recursos.
● Cualquier miembro de la relación principal puede vetar a cualquier relación secundaria de su pareja
● Los miembros de la relación principal no pueden pasar toda la noche con una de sus relaciones secundarias.
● Los miembros de la relación principal prometen quererse más que al resto de relaciones.
● Si los miembros de la relación principal tienen problemas o se sienten amenazados, pueden dejar las relaciones secundarias “a la espera” mientras solucionan los problemas entre ellos.
La gente a menudo asume que estas normas están bien porque las relaciones secundarias son más “informales”, pero a menudo no lo son. Algunas relaciones secundarias son emocionalmente serias, de larga duración y con un hondo compromiso. (…). De todos modos, las relaciones secundarias se entienden como relaciones subordinadas a una relación principal, sea mediante normas, estructuras o acuerdos determinados por los miembros de la relación principal.
Priorizar en las relaciones no implica necesariamente una jerarquía de por sí. Por ejemplo,en nuestro caso, tenemos otra relación con alguien con quien convivimos y compartimos bienes. Compartir una casa significa tener unos compromisos económicos que nos llevan a priorizar en qué gastamos el dinero. ¡La hipoteca debe pagarse antes que gastar mucho dinero en nuestras citas! Y si comenzamos una nueva relación, esa nueva persona no tiene automáticamente derecho a decidir si vendemos o no nuestra casa. Otros ejemplos: Probablemente no le prestas tu coche a alguien después de la primera cita. Y la mayoría de padres y madres, monógamas y poliamorosas, tienen toda la razón al tener cuidado sobre quiénes presentan a sus criaturas, y cuándo. Poner en práctica tu sentido común en este tipo de situaciones y esperar que tus relaciones tengan una opinión favorable al respecto no significa estar mostrando una jerarquía a la persona afectada. Ni lo es requerir a la persona con quien tienes una relación que pida tu consentimiento para cosas que son vuestra responsabilidad compartida (como vuestras criaturas o las propiedades).
Pero si controlas cuándo y cómo la persona con quien tienes una relación toma decisiones con otras personas, y tu propuesta pretende desautorizar las decisiones tomadas entre ella y sus otras relaciones, eso es jerarquía.
A menudo se usa a las criaturas para justificar la jerarquía. Si estás compartiendo crianza con alguien, lo ideal es que lo estés haciendo con alguien con quien compartes puntos de vista y alguien en quien confías que actuará pensando en los intereses de tus criaturas. Decidir qué valores compartís y defenderéis en esa crianza, y plantear expectativas acordadas mutuamente sobre las responsabilidades a compartir y la infraestructura que vais a mantener para cuidar de esas criaturas, no es de por sí imponer una jerarquía, si los miembros de esa crianza compartida confían unos en otros para tomar decisiones dentro de sus otras relaciones que respeten sus compromisos mutuos y con las criaturas.
La estructura de la relación se convierte en jerarquía, de todos modos, si uno de los miembros de la relación espera tomar decisiones sobre cómo su pareja manejará sus otras relaciones, o a qué nivel se le permite llegar a las otras relaciones, para asegurar que esos compromisos de crianza –en su opinión– se cubren.»
NOTA :
Extractos de«Más allá de la pareja», guía práctica para el poliamor y no monogamias, publicado por Contintametienes. Disponible en librerías y en la web de la editorial. Publicado en este blog con autorización de Contintametienes. ©Contintametienes ©miguel vagalume
En todas las publicaciones que hago sobre guías prácticas para no monogamias conviene no olvidar que no todas son compatibles entre sí, sino que cada una tiene sus cosas buenas y otras que no encajan con otros puntos de vista. Mi intención al traducir todas las que he traducido es precisamente no inventar la rueda, sino poder partir de propuestas de quienes tienen experiencia desde hace más de 20 años
En toda lectura sobre relaciones «de pareja», recomiendo acompañarlas de libros o textos que den información sobre cómo manejar las emociones desde una perspectiva lo más avalada posible por terapeutas profesionales, dado que se está hablando de facetas de la personalidad muy sensibles y con efectos nocivos considerables cuando se manejan de forma equivocada o por personas sin la formación necesaria. Mi recomendación siempre es la hecha por Wara Rojo, psicóloga para saber más sobre el tema: «Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no», de Leslie Greenberg.