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Sé que no soy tu activista ideal, ni quiero serlo

28 diciembre, 2020 a las 11:27/ por

Cruzo los dedos para que lo que digo en el blog, artículos, charlas y redes sociales se entienda como intentos de hacer la vida un poco más fácil a quiénes estamos fuera de la norma por identidades, prácticas y/o relaciones, y no para aleccionar, moralizar ni ser ejemplo de nada. Que se me vea como referente no me preocupa. Como alguien que puede hacerlo gracias a sus circunstancias personales. Pero que lo hace a su manera, entendiendo que cada cual lo hace a su manera y en la medida que puede, y sin que yo tenga que cumplir con ningún ideal.

Por eso me gusta no tener ni el más mínimo interés personal en dedicarme a la educación sexual de menores. Me parece fundamental que exista la educación sexual, pero para eso hay personas mucho mejor preparadas que yo y que no tienen la conexión tan problemática que yo tengo con el BDSM, el ambiente swinger y mil cosas más que siguen teniendo un estigma inmenso. Así que prefiero explicar, escribir, dar charlas, organizar actividades para mayores de edad, que elijan lo que quieren hacer en cada momento de su vida y que se sientan menos bicho raro si no hay nadie a su alrededor como se están sintiendo. Me gusta dejar mil enlaces, mil nombres de libros, recursos, todo lo que voy encontrando para que cada cual, en esa inmensa maraña que es el blog, vaya encontrando lo suyo. Y si te gustan unas cosas de las que hablo, pero no otras, está bien también. Y si no encajo con tu idea de activista ideal, perfecto también, porque no lo soy ni tengo interés en serlo.

Siempre cuento que vengo del activismo político (altermundismo y attac) a comienzos de los 2000. Y ahí vi muchas cosas que no me gustaban, que me consumían y que me acabaron quemando. Las luchas por la pureza ideológica («yo tengo más conciencia política que tú»), las discusiones sin fin que agotaban y no ayudaban, las listas interminables de objetivos que nunca se cumplían…pero a los que sumaba otro centenar un mes después. Crear mala conciencia a quienes no tenían conciencia política, ver que los argumentos políticos se usaban para hablar de una lucha colectiva…pero no se conectaba con otra gente, sino que se militaba. O conmigo o contra mí. Y el ambiente activista con los años se ha vuelto aún más irrespirable en los últimos años. No es raro. Enfrentar a la gente llama la atención y da followers. Polarizar los temas siempre ha sido muy rentable…

En medio de todo eso, espero que lo que escribo y cuento sirva para hacer la vida más fácil a quien le gustan cosas poco comunes, a quién se siente diferente, a quien le gustaría hacer las cosas de otra manera pero no sabe por dónde empezar. Sobre todo para quienes no viven ni en Madrid ni en Barcelona, sino en pequeñas ciudades (Zaragoza, con 600.000 habitantes, ya se hace pequeña para gente de algunas de nuestras minorías) y pequeños pueblos, que no conocen a nadie, que no saben dónde ir y que buscan pistas donde pueden.

 

https://www.flickr.com/photos/brizzlebornandbred/5131876382/

https://www.flickr.com/photos/brizzlebornandbred/5131876382/

 

Para esa gente que busca un mundo alternativo…y se acaba encontrando cosas que casssssi se parecen a lo que buscaban pero que en el fondo no tienen nada que ver con lo que buscaban. Esa fue mi ingenua sensación cuando me acerqué hace muchos años al mundo swinger. Desde mi ingenuidad me acercaba pensando que era la mentalidad hippie pero mezclada con la cultura bohemia, transgresora, orgiástica etc. en un local de copas. Sé que fuera de los locales swinger hay muchas más alternativas, pero en esos locales me encontré muy pocas opciones para salirse de lo más común. O se era muy masculino o muy femenina. Se era muy activo o muy complaciente ¿Os lo resumo en una frase? Lo que nos dijeron en la puerta, cuando llegamos con vaqueros y una camiseta. A ella, que se podía haber puesto una falda. A mí, que a ver si me metía la camiseta por dentro. Afortunadamente las cosas han cambiado, pero así estaban las cosas entonces.

Lo mismo pasó con el BDSM. Ya he contado mil veces que desde los 12 años yo tenía fantasías muy complicadas de explicar sin que parecieras un bicho raro raro raro. Y he contado un millón de veces como no fue hasta los años que viví en Brighton que no descubrí que había quien vivía esos gustos y prácticas con la misma tranquilidad y transparencia que quienes juegan padel o les gusta la escalada. Eso me hizo acercarme a las primeras fiestas abiertas en Madrid en 1999 y poco a poco irme encontrando con experiencias que no encajaban con mi particular manera de entenderlo y disfrutarlo. Eso, ojo, no es una crítica a los eventos (me parece fun-da-men-tal que existan para ver que hay gente como tú, para ver otras posibilidades…). Pero es más complicado ir encontrando tu propia manera de hacer las cosas, encontrar tu propia manera. Y si no vives en Madrid o Barcelona, casi sólo tienes la opción de vivirlo a través de facebook, twitter y soñar con que un día te podrás escapar a Berlín, Londres o algún sitio donde no te vea nadie de tu familia, tu trabajo o tus amistades.

 

janet hardy retired

Lo mismo con otras formas de relacionarse… Aunque hubo que inventarse la manera de vivir desde el principio (no había referentes), no fue hasta 2006/2007 que me explotó en las manos «The Ethical Slut» (Ética promiscua) y otra parte del sudoku de lo no convencional se resolvió de golpe. Entender que había quién encajaba todas las piezas de identidades, prácticas y relaciones de una manera que conectaba mucho con mi manera de entenderlo. Encontrar alguien como Janet Hardy (la de la foto), mayor, bisexual, de identidad no binaria, practicante de BDSM, poliamorosa a su manera, activista e idealista, ayuda a ver algo de lo que se aprende de forma inmediata:

«Ah, vale, confirmado: Lo mío no es una fase. Es posible ser así toda la vida».

Si mi (afortunada) situación vale para eso, me puedo morir en paz. En uno de esos emotivos posts navideños no me voy a poner a recordar los nombres de toda la gente que ha hecho y sigue haciendo todo esto posible. Somos muchísima gente. Gracias a internet, hemos podido entrar en contacto con los millones de personas en el mundo que tenemos identidades, prácticas y/o relaciones estigmatizadas. Eso nos ha valido para ir compartiendo recursos, errores, ideas y buscar nuestra manera de hacer las cosas en un mundo con tan pocos referentes.

A eso ahora intento sumarle la perspectiva inmensa, descomunal, que abre la sexología (desde el críptico «hecho sexual humano»), divulg vulgarizando lo que he aprendido y puesto en práctica, porque una vez que he conseguido verlo en su totalidad, eso ha resuelto otros muchos sudokus mentales sobre mi propia sexualidad y la ajena. Hay mucha gente educando desde ahí (no anula otros puntos de vista, obviamente, y la colaboración de todos esos puntos de vista es necesaria y enriquecedora) y, también en este tema, me sumo a poner mi grano de arena. ¡Espero que el viaje esté siendo interesante!

 

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