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Sobre el consentimiento (resumen de la charla de enero 2018)

15 marzo, 2018 a las 21:20/ por

 

 

Cada mes nos reunimos en Volta Café para hablar de un tema diferente en todo lo que entendemos que puede tener relación con sexualidad, relaciones y demás en todas sus facetas… es decir, mucho temas. Hace unos meses hablamos del complicadísimo concepto de consentimiento. Buscamos darle algunas vueltas extra más allá de conceptos básicos como que el consentimiento (entendido como una carta blanca a partir de un sí o no) justifica todo, o más allá del consenso, entendido como el acuerdo entusiasta o que parta del deseo de las personas implicadas. Eso es muy sencillo en teoría pero más complicado con personas reales en relaciones reales en situaciones reales.

¿Por qué es complicadísimo este tema? Dedicamos una buena cantidad de tiempo a hablar de conceptos obvios, como por ejemplo, acordarlo todo en lugar de asumir que estamos siguiendo un comportamiento esperado, porque lo que se espera en unos entornos puede ser muy diferente en otros. Hablamos de la construcción continua de las situaciones, de preguntar a la persona con la que estamos si todo va bien, si está a gusto, explicitarlo todo. Unas estrategias que suenan bien en teoría… pero que luego a veces no aplicamos cuando estamos con alguien muy cercano.

Solemos tener muy claro qué queremos y qué no con quienes no conocemos de nada. Pero la cosa se complica cuando estamos en entornos cercanos, precisamente esos entornos más ambiguos donde todo se complica. Podemos tener muy claro que estando con esa persona con quien nos liamos de vez en cuando le vamos a decir todo. Pero también puede suceder que, cuando la cosa se ha hecho incómoda porque no nos ha gustado algo, no nos apetezca entrar en el conflicto de explicitar qué nos ha molestado. Quizá preferimos ir saliendo de esa situación poco a poco y simplemente dejarla pasar. Quizá es una situación que hemos iniciado, que nos apetecía que sucediese… y que cuando estamos en ella no nos apetece nada. Pero tampoco queremos un enfrentamiento porque no es la situación en la que queremos estar ¿Cómo hacemos posible decir que preferimos pararlo y que no se provoque una situación incómoda con alguien que nos importa?

 

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Una de las zonas más grises era precisamente la de los primeros acercamientos. Y estaba claro que decirle a alguien «no me gustas» nunca iba a resultar fácil (a alguien que nos importa, no a alguien que nos está dando la brasa, obviamente). En esos primeros acercamientos, la conclusión a la que se llegó es que, obviamente, tienes todo el derecho a cabrearte si la noche no termina cómo querías, son tus emociones… La cosa es que, si es algo que te cabrea, te cabrees sin salpicar a nadie.

La idea que apareció es que es quizá desde la educación desde donde se puede trabajar la manera en que se gestionan las negativas, la manera de crear unas expectativas de un guión determinado a la hora de liarse con alguien, la manera de manejar la frustración… Lo que parece que todavía no está presente es comprender que debemos poder decir no en cualquier momento, incluso cuando hemos iniciado todo eso, cuando hemos dado un sí y otro sí, y otro sí, y otro sí… Es algo tan obvio como dar un espacio a que podamos cambiar de opinión, sea para enrollarse con alguien, sea para pedir una pizza familiar, sea para organizar unas vacaciones. Es buscar la manera de poder negarse y que encontrar la manera de llegar a un acuerdo de todo el mundo.

 

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El problema (esto ya es cosecha propia, no de la charla) es que, desde Freud y Reich, se ha asociado a todo lo que tiene que ver con sexo ( y no la pizza ni a las vacaciones) la idea de impulso, de instinto de perpetuación de la especie, de la acumulación de energía sexual… Algo que «necesita liberarse», un arrebato, una pulsión inevitable, algo irracional. Una argumentación muy necesaria para mantener el sexo asociado a genitales, a la penetración y la reproducción de la especie. Una argumentación que curiosamente no se usa para otros instintos básicos…. Cuando llegas con MUCHA MUCHA hambre a un restaurante, a una mesa donde hay más gente ¿le pegas un bocado al filete que está a tu lado porque te parece que tiene muy buena pinta y tú es que «necesitas» comer ya mismo?¿le empiezas a decir que vaya filete más bonito, que vaya plato más hermoso, a alguien que no conoces de nada?¿Acercas tu nariz a su plato para oler su comida, por muy bien que huela? Si no le comemos la comida a  nadie… ¿por qué cuesta tanto entender lo de no palparle el culo a alguien? Más que un problema de entendimiento parece un discurso que ha estado ahí toda la vida, lo de los hombres irrefrenables y las mujeres que han de detenerlo… y ahí seguimos, usando esa justificación para todo.

Hay quien recurre a la idea de «fluir», de dejar que fluyan las cosas y que esa es la manera de hacerlo. Lo malo de esa metáfora, la de fluir, es que se basa en la idea de «dejar que las cosas tomen su curso natural», como los fluidos, como una corriente de agua. El problema con una corriente de agua es que siempre obedece las leyes de la gravedad, el agua siempre termina corriendo por el mismo espacio estrecho del valle. El problema con fluir es que se limitan las opciones a muy pocas posibilidades, las previsibles, las «naturales», las que no dejan de ser «lo que todo el mundo ve normal». Y lo que se ve normal, habitualmente, son una serie de expectativas de las que precisamente queremos salirnos para encontrar otras maneras…

La idea con la que cerramos el debate fue que la toma de conciencia de todo este tema no es la solución, no es el final, sino el principio. Es a partir de esa toma de conciencia de donde debemos construir las maneras en las que queremos relacionarnos.

Lo que nos encontramos con el debate/charla/loquesea, es que es un tema del que sólo hemos comenzado a hablar. Y del que afortunadamente se ha comenzado a hablar en muchos entornos. Dejamos aquí el enlace a un artículo reciente de Pikara sobre el tema. Un tema al que le daremos vueltas una y otra vez porque, además de ser complejo, va cambiando con el tiempo. Habrá que ver qué novedades podemos aportar para la siguiente ocasión en que tratemos el tema.

 

 

Todas las fotos que aparecen sin pie de foto ni fuente, son de pxhere.com

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