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Un invisible matrimonio poliamor (Así lo vive un matrimonio muy normativo…).

14 febrero, 2014 a las 11:00/ por

Hoy traduzco un artículo que vi recomendado por Janet Hardy, publicado en Salon: «Our successful open marriage». Me parecía interesante por la manera tan… ¿formal? de llevar el poliamor, como algo tan normativo y tan cuidadoso de que no se entere nadie. Con todo centrado en sus retoños. Tan poco activista… Justo al contrario de la mayoría de textos que suelo poner. Otra manera de llevarlo, la verdad, la más común que he visto por ejemplo en el ambiente BDSM, ¿no?.

 

Nuestra exitosa pareja abierta.

 

«Hace poco pasé un fin de semana en Maine con mi novia y nuestras tres criaturas. Hicimos paseos en canoa, comimos un montón de gofres y les lei cuentos hasta que las palabras se volvían borrosas. Cuando se habían ido a la cama y la casa estaba en silencio, nos escapábamos a la cama y teníamos un sexo tan excitante que pensé que se iban a incendiar las sábanas.

Cuando volví a casa, le conté todo a mi marido.

Mi matrimonio es abierto. También es feliz y estable. Después de compartir nuestras aventuras en la montaña, me contó lo que había pasado en su fin de semana; un pequeño éxito en el trabajo, un poco de tiempo de calidad con su novia, un poco de bricolage con éxito. Nos acurrucamos al final de la noche, vimos un par de capítulos antiguos de «Dr. Who» y nos dormimos en nuestros brazos.

Nunca pensé que tendría nada en común con Newt Gingrich. Pero si lo que dice de que una vez le pidió a su mujer tener una pareja abierta, podríamos pensar que podríamos tener más parecidos de los que yo pensaba. Sin ser la misma situación (comenzó con una aventura), la pareja abierta de mi marido y yo se ha basado en la sinceridad y honestidad desde el primer día.

De hecho, nunca he tenido una relación monógama. Esta franqueza en mi vida romántica es parte por feminismo y parte por idealismo. Soy una apasionada de ser dueña de mi propia sexualidad. No puedo soportar la idea de entregar las riendas de mi vida sexual a otra persona, incluso si es alguien que amo y en la que confío tanto como mi marido.

 

Adopté la no-monogamia, o poliamor como le gusta llamarlo a la gente «cool», porque soy buena en ella. Tiendo a enamorarme de la gente; a mi novia le gusta decir que me enamoro de las farolas. Se me da bien la comunicación y la meditación. Se me dan mal las reglas. Está claro, el poliamor era para mí.

 

También soy una apasionada de compartir. Tener una pareja abierta se deriva de los mismos ideales que me hacen comprar en la cooperativa y votar por candidaturas socialistas. Si tuviese 30 años más, sería una veterana del movimiento del amor libre de los años 60, haciendo encamadas con mis amistades antibélicas. Adopté la no-monogamia, o poliamor como le gusta llamarlo a la gente «cool», porque soy buena en ella. Tiendo a enamorarme de la gente; a mi novia le gusta decir que me enamoro de las farolas. Se me da bien la comunicación y la meditación. Se me dan mal las reglas. Está claro, el poliamor era para mí.

Cuando me casé y empecé una familia, sólo continué lo que siempre había hecho.

Mientras que alguna gente deja el poliamor atrás junto con su alocada juventud, hay muchas familias que discretamente continúan con este estilo de vida mientras crían a su descendencia y se hacen mayores. Algunas de esas personas forman hogares con más amantes. Más a menudo, hacen lo que yo hago: viven con una de sus parejas, con quien crían a sus retoños, y tienen citas con el resto de amantes.

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Somos invisibles la mayoría del tiempo. Cuando voy a recoger la hija de mi novia en el colegio, no le digo a sus profesorxs que estoy saliendo con su madre. Simplemente firmo y me voy a casa.

Nada en mi vida es secreto, simplemente es mi vida privada. Cuando sale el tema, la gente suele aceptarlo la mar de bien, pero también sienten curiosidad. ¿No tienes celos?. ¿Qué pasa con las criaturas?¿Cómo hacéis para que os pueda funcionar?.

Mi vida suena complicada pero en muchas cosas es rutina. Mi descendencia son el principal foco de atención. Mi marido y yo tenemos tres. Pasamos mucho tiempo haciendo lo que hace cualquiera con criaturas: Recogerlas del colegio, llevarlas y traerlas de actividades y fiestas de cumpleaños, hacerles la cena y leerles cuentos en la cama.

Como siempre hemos sido poliamor, a menudo me pregunto cómo hacen las parejas monógamas. Tengo tanto apoyo de mis amantes. Nadie más, ni mis amistades, ni mi familia, nadie tiene tanta disposición para gestionar los problemas y contratiempos de tener descendencia como mis amantes. Hay algo en la intimidad romántica que crea una cercanía parecida a la familiar. Son las personas a quienes llamo cuando estoy enfermísima y no puedo cuidar de mis criaturas, la gente que me llama cuando la grúa se lleva su coche y necesitan a alguien que les lleve.

 

A fans del poliamor les gusta resaltar la parte de «amores múltiples». Quieren destacar el compromiso amoroso que hace la gente, la manera en que esas redes se apoyan mutuamente. No es una cuestión de sexo, oyes una y otra vez. Esto siempre nos hace reír a mi novia y a mí. Una pista: Es una cuestión de sexo. Si no lo fue, seríamos amigas cercanas y yo no estaría escribiendo este artículo.

 

A fans del poliamor les gusta resaltar la parte de «amores múltiples». Quieren destacar el compromiso amoroso que hace la gente, la manera en que esas redes se apoyan mutuamente. No es una cuestión de sexo, oyes una y otra vez.

Esto siempre nos hace reír a mi novia y a mí. Una pista: Es una cuestión de sexo. Si no lo fue, seríamos amigas cercanas y yo no estaría escribiendo este artículo. El sexo no es malo: De hecho, el sexo fuera del matrimonio puede ser bueno para ti. Hay un montón de pruebas científicas que muestran que tener una nueva pareja sexual es la vía más segura para solucionar una disfunción sexual y una libido baja, especialmente para mujeres.

Es mucho más fácil que siga habiendo chispa con alguien a quien no tienes que doblarle la colada. Tener una pareja fuera significa tener citas sin parar: Una sarta de nuevo restaurante, probar posturas nuevas, largas conversaciones que no incluyen peleas por lo que cuesta la guardería o irritantes recordatorios de sacar la basura.

Es excitante. Tengo toda la excitación de una aventura —el sexo salvaje, tener alguien que me escuche, la posibilidad de enamorarme una y otra vez— sin la amargura de la traición.

Esto es una bendición y una maldición. Cuando va bien, hace que la vida de todo el mundo mejore. Cuando va mal, este tipo de acuerdo puede minar la energía de un matrimonio en crisis. Es más fácil divertirte con tu amante con una pareja con quien puede caer en el hábito de jugar sólo con personas fuera de la pareja. Un amigo me comentaba, después de ver a su mujer arreglarse para salir con su nuevo novio: «Yo solía ser para quien se ponía la lencería ¿En qué momento me convertí en el del pijama y las palomitas?».

También puede ser un reto para la relación externa. ¿Recuerdas aquel idílico fin de semana que tuvimos mi novia y yo?. Hemos estado saliendo durante tres años. Al final, mucha gente que se gusta tanto como en nuestro caso se casan. No en nuestro caso: Vamos a estar saliendo a cenar los martes hasta el final de los días. Eso son un montón de citas. Ella nunca será mi colega del pijama y las palomitas.

 

Los celos: Si la idea de tu amante con otra persona hace que se te revuelva el estómago, probablemente el poliamor no sea para ti. La mayoría de la gente poliamor se siente celosa en alguna ocasión, pero tratan esos sentimientos como una señal de problemas en su propia relación. 

 

Ahora el tema de los celos: Si la idea de tu amante con otra persona hace que se te revuelva el estómago, probablemente el poliamor no sea para ti. La mayoría de la gente poliamor se siente celosa en alguna ocasión, pero tratan esos sentimientos como una señal de problemas en su propia relación. Si siento celos porque mi marido va a dormir con su novia esta semana, tengo la tendencia a ver si se están cubriendo —o no cubriendo— mis necesidades en mi relación con él. El problema no son las noches que duerme con ella, es que no hemos tenido suficiente tiempo a solas últimamente.

Esto no le pasa a todo el mundo, de todos modos. Alguna gente —quizá la mayoría— siente celos porque a su pareja le gusta otra persona. Sus celos no son una flecha apuntando a un problema que puede resolverse. Es un sentimiento desagradable que les dice esta no es el tipo de relación correcta para mí. Si te sientes así, hazte un favor y sal pitando de nuevo hacia la monogamia.

Ese no es el problema con el poliamor de todos modos. Una vez hablé en una mesa redonda. Cuando alguien del público preguntó cual era la mayor pega, todas las personas participantes en la mesa redonda gritaron a la vez: «¡Organizarse!».

Eso era en la Edad Media, antes de los smartphones y Google Calendar. Hoy día, los problemas de agenda quedan barridos por la tecnología. Puedo usar mensajería instantánea para estar en contacto con mis seres queridos mientras estoy en un día muy ocupado, saltando del trabajo al colegio y a casa. Los mensajes de texto nos permiten comunicarnos sobre la marcha, y los calendarios online hace mucho más fácil ver si todo el mundo está libre.

 

Algunas de mis amistades son activistas poliamor. Llevan chapas, escriben en revistas, van a manifestaciones. Quieren más visibilidad para nuestro estilo de vida por lo que, como nuestrxs aliados queer, podemos estar menos en el armario de lo que estamos. En mi caso, estoy contenta de mantenerlo discreto. Nada en mi vida es secreto, pero normalmente no voy dando detalles a quienes no conozco.

 

Luego está el tema de mantenerlo en secreto. ¿Queremos que lo sepan nuestros retoños?¿Qué pensarán en el vecindario?

Algunas de mis amistades son activistas poliamor. Llevan chapas, escriben en revistas, van a manifestaciones. Quieren más visibilidad para nuestro estilo de vida por lo que, como nuestrxs aliados queer, podemos estar menos en el armario de lo que estamos. En mi caso, estoy contenta de mantenerlo discreto. Nada en mi vida es secreto, pero normalmente no voy dando detalles a quienes no conozco.

Para mis retoños todo esto es normal. Nunca hemos tenido La Charla sobre que el matrimonio de Mamá y Papá es diferente. Nacieron con ello. Somos una gran familia desorganizada. Saben que a veces voy a dormir a casa de otra gente y lo dan por hecho.

Como vivo en una zona urbana con una gran comunidad poliamor, podemos salir con otras familias poliamor muchas veces. Eso ayuda a tener apoyo de la comunidad para las personas mayores, y hacerlo más natural para las criaturas. Puedo ir a una barbacoa con mi marido y nuestros retoños, pasar la mitad del tiempo de la mano y estar hablando con mi novia, y nadie va a parpadear.

El poliamor no es para todo el mundo. Muchas personas, probablemente la mayoría, prefieren la simplicidad de un matrimonio monógamo.

Pero muchas personas quieren otra cosa. La mitad de la gente va a engañar a su pareja durante su vida. Otra minoría importante — del 1 al 10 por ciento, depende de a qué especialista preguntes— tienen relaciones abiertas consensuadas. Requiere mucha energía emocional, y un compromiso con la complejidad, para hacer que funcionen esas relaciones. Pero yo no lo haría de otra manera.»

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Sierra Black viven en Boston con su familia. Participa frecuentemente en Babble, y bloguea sobre su familia en el blog Childwild. Ella y su marido celebrarán su décimo aniversario este año.

5 Comentarios a “Un invisible matrimonio poliamor (Así lo vive un matrimonio muy normativo…).”

  1. Uno de los mejores artículos que he leído hasta ahora sobre polyamor. Mi matrimonio es parecido, sólo que desde que murió mi amante estamos posando una fase monógama. En cuanto al activismo, ¿te parece poco activismo escribir este artículo?

  2. ¿Por que lo llamas «normativo»?

  3. Pues por eso lo digo… Por lo que recuerdo de ese artículo, no me parece que este grupo de poliamor sea particularmente «normativo». Sierra reconoce que lo suyo está a medio camino entre la pareja abierta y le poliamor… Aunque yo sí lo llamaría poliamor porque está muy claro que ella está enamorada de su novia. Por otra parte, la manera que tienen de educar a los niños es completamente revolucionaria: tratando el poliamor como algo normal, algo que ni siquiera hace falta debatir en una «charla» a los hijos.

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