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¿Volveremos algún día a tener los derechos que hemos perdido?

14 junio, 2016 a las 17:26/ por

Enésima muestra de cómo vamos retrocediendo, de cómo cada día vivimos en un mundo más extremo: 49 personas asesinadas por tener identidades, prácticas y orientaciones sexuales no convencionales (seguimos siendo «lo otro») y mostrarlo abiertamente. Sale caro no ser heterosexual, o ser transexual, salirse de unas pocas opciones que nos dicen que son las «naturales». Como dijo Marcos Sanz*, «se llama «natural» a lo que se le han borrado las huellas de cómo ha sido impuesto». Se ha impuesto con sangre, muertes, golpes, cárcel, marginalización…

¿Vivimos un mal momento en la Historia? Yo más bien lo considero parte de lo que suelo llamar «tsunami conservador» que comenzó en los años 80. Esto pensaba yo en 2004 sobre los «aquellos maravillosos 18 años»:

«¿Una mala época? Bueno, si seguimos en esta línea, quizá no es mala idea que “disfrutemos” de esto, porque probablemente vayamos a estar peor mientras no aparezca una alternativa no sólo a nivel político. Quizá no nos vendría mal tener otro horizonte respecto a valores e ideales.»

¿Cómo está la situación 2 años más tarde de escribir ese post? Pues tengo la impresión que bastante peor… La Unión Europea demuestra a quienes buscan refugio (y no se les da) que Europa ya no es un espacio que acoja a quien escapa de la guerra. Van desapareciendo derechos laborales, sociales, reduciendo o perdiendo las expectativas de poder tener sanidad pública, pensiones o ayudas para no perderlo todo y terminar en la calle,

Como se hace desde hace mucho, se sigue planteando como un choque de civilizaciones cuando en realidad sigue siendo lo mismo que hace muchos años: Una alianza de los grupos más conservadores de los dos lados para exterminar todas las alternativas democráticas que existen. Así lo decía Vicenç Navarro hace casi 10 años en «¿Conflicto o alianza de civilizaciones?» (PDF). Y la historia sigue avanzando en la misma línea.

 

 

Los tsunamis conservadores

El que estamos viviendo no es el primer tsunami que busca arrasar todas las alternativas posibles. Ya a comienzos del siglo XX hubo una primera revolución sexual, un Berlín muy parecido al de hoy, que fue arrasado por un tsunami que empezó por la quema de libros en la calle y terminó en los campos de concentración, convirtiendo en cenizas toda discrepancia. El espíritu republicano en España, del que se ha intentado que se recuerde lo menos posible. Las experiencias anarquistas exitosas. El New Deal en EEUU, que es lo que ahora vemos con tan buenos ojos, la inversión pública para reactivar la economía y que defienden hasta los más conservadores… «¡Privaticen todo, menos mi cargo, mi despacho y mi coche oficial!«. Todo eso quedó arrasado por fascismos varios, por nazis, franquistas y macarthistas, con una buena guerra mundial para dejarlo todo sepultado.

Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un segundo intento. Gays y lesbianas reuniéndose en grandes ciudades de Estados Unidos, como San Francisco, de donde, con el tiempo vino lo que vivimos como movimientos LGTB, BDSM… Los años 60, la lucha

Segundo intento, posguerra SGM, creación de colectivos de gays y lesbianas en grandes ciudades de EEUU, años 60, la lucha negra por los derechos civiles, los movimientos sociales, el feminismo de la segunda ola, la píldora, el Plan Marshall en Europa… mientras que al mismo tiempo se estaba cociendo el siguiente tsunami conservador partiendo de Hayek (por algo es el santo de devoción de Esperanza Aguirre), Mont Pelerin, Milton Friedman, de la mano de Pinochet y la colaboración estadounidense, luego de la mano de internet globalizándose el capitalismo salvaje y ahora… bueno, los Estados tienen poco que decir. Y los derechos que tanto costó conquistar van desapareciendo poco a poco, como ya conté hace 2 años.

 

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¿Sabe dónde está la salida, por favor?

Estaría muy bien ver un horizonte distinto al que estamos viendo. Pero de momento sólo veo que vamos en una dirección más conservadora, cada vez más cercana a posturas absolutas, blanco o negro, o conmigo o contra mí, en lugar de que fuésemos avanzando hacia lo que somos en realidad: Diferentes, una diversidad infinita. Pero parece que da miedo salirse de esos antiguos esquemas que lo simplificaban todo, a costa del sufrimiento de quienes no encajan en esos esquemas tan estrechos. Y se siguen imponiendo por la fuerza esos rígidos moldes, caiga quien caiga.

Donde creo que NO está la salida es volviendo al discurso de la libertad, sin más. En esa dirección iba a la «liberación gay», como se llama hace muchos años el movimiento del Orgullo y la igualdad de derechos. En esa dirección iba la «liberación de la mujer», como se le llamaba hace mucho. Creo que no está en considerar en que las cosas las hacemos porque podemos, porque somos libres para hacerlas y que no necesitamos permiso de nadie.

Ahora somos conscientes de que las cosas son más complejas. Toda la riqueza de nuestra sexualidad fue resumida durante décadas al «sexo», hipertrofiado y simplificado desde los años 70, y se nos has enredado en mil problemas sin resolver. Y en todo ese campo complicado, el tsunami conservador tiene un campo abonado para volver a llevarnos a dicotomías tan antiguas y falsas como sexo y amor, como pecado y virtud, carne y espíritu, cielo e infierno. Tiene que haber otra opción. Pero… ¿cuál es?.

 

*Especialista en sociología de la sexualidad y profesor de Incisex

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