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Resumen de la charla: ¿Y qué pasa cuando no hay el sexo que debería de haber?

22 octubre, 2012 a las 10:30/ por

En esta charla hemos intentado mantener separadas dos maneras de entender la pareja, y la manera de evolucionar el sexo dentro de ella.

1- Por un lado la pareja monógama heterosexual,
en la que creemos que se parte del ideal de «una sola persona ha de satisfacerte por completo, cubrir todas tus necesidades sexuales» y que después, en la realidad, convive también con la sabiduría popular que dice (una vez que se admite hablar del tema) que «llegado un momento el sexo desaparece»…

2- …y por otro lado la pareja no-monógama
en la que las cosas funcionan algo distinto, dada la dinámica que produce el que aparezcan otras personas, el que uno de los objetivos vitales sea el disfrutar del sexo, el placer.

3- Y dejamos de lado las otras, las asexuales o hiposexuales, donde se entiende que no hay sexo pero es algo que no se ve como un problema.

En la monogamia se da por hecho que, cuando pasan más de 20 años de relación, el sexo tiende a cero, por lo que termina por aparecer la resignación a que eso suceda. Y comentábamos que quizá eso se extienda también a otras facetas de esa relación: Resignación a no acostarse con otras personas, a no llevar a la realidad determinadas fantasías… Parece algo probable en los matrimonios de hace años, cuando el sexo era un algo que se pasaba con el tiempo, siendo la pareja algo más pensado para tener hijos, criarlos, cuidarse mutuamente…

En las relaciones no-monógamas también acaba apareciendo esa pérdida de interés en casos de rutina, de repetir siempre lo mismo, de estrés laboral, de tomarlo como una obligación.

Lo bueno de empezar a plantearse en la relación el revisar sus prácticas, género… se empiezan a replantear también que esa relación o pareja es algo que puede estar sujeto a revisión, que es algo que puede cambiarse, que puede cuestionarse.

La ausencia de sexo en la relación se encuentra con dos problemas:

  1. Lo complicado que es encontrar dónde, o con quién, hablar del tema. Lo complicado de comunicarse con la pareja sobre el tema.
  2. Que el pedir más sexo se ve, sobre todo en chicas, como algo criticable. De todos modos, si la mujer consigue liberarse de esa presión en su entorno, si tiene su independencia económica/personal, puede reclamar su satisfacción sexual y dejar la relación si no le satisface. En el caso de parejas de chicas se les quita importancia al sexo, con la consecuencia que, si desaparece el sexo, al final se termina con una amiga en la cama, más que con una amante.

En lo hablado pareció aparecer un punto común: Cuando desciende el sexo parece que también hay un descenso de la comunicación. La cosa es que, cuando aparecen esos desajustes en el deseo, hablarlo. Porque es raro que ese deseo vaya desapareciendo sincronizadamente en las dos personas. Por lo que se plantea la situación de tener que decirle a tu pareja: «Es que yo quiero follar más…» o «de otra manera…». Y no es fácil. Y es ahí donde terminamos viendo que estaba gran parte del problema. Que si falla la comunicación para hablar de qué se está sintiendo o deseando respecto al sexo en la pareja, es complicado tratar estos temas. Es complicado sentarse y aceptar que hay un problema y tratarlo. A veces las dinámicas de comunicación que se tienen no son las mejores, y al sacar un tema de este tipo, se acaban generando malentendidos. Y eso termina por hacer que no se hable, para evitarlos… Problemas asegurados. La solución está en mejorar esa comunicación…

Una de las cosas que ayuda a superar esas malas temporadas es la novedad. (O que ayuda a que a menudo haya más sexo). Algo que en las relaciones a largo plazo se da por hecho que desaparece. Pero ha de tenerse en cuenta que la persona no es igual con 20, que con 30 o 40 años. Que esa persona va cambiando de gustos, de aficiones, de placeres. Por lo que esos cambios que va experimentando, y también su/s pareja/s hace que vayan apareciendo novedades para esa persona. Novedades para esa persona en esa etapa, novedades que hubiesen sido imposibles en otro momento. Y esas novedades, en el sexo, pueden ayudar también a seguir disfrutándolo siempre.

En las relaciones no-monógamas hay cosas que se siguen manteniendo continuamente, como por ejemplo el flirteo con otras personas, la seducción. Algo que sospechamos hace que también funcione hacia el interior de la relación, haciendo que los miembros de la relación sigan también seduciéndose entre sí.

Durante la conversación también terminamos hablando de celos, de infidelidades, de honestidad… Muchos temas variados que iremos tratando en otras charlas.

La imagen salió de aquí

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