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Cien años más tarde, se sigue confundiendo ser machos o hembras de una especie con la realidad humana

13 diciembre, 2021 a las 9:00/ por

Cien años más tarde, seguimos en el mismo punto: confundir que seamos mamíferos (por lo tanto hay machos y hembras de la especie) con la vivencia tan compleja A VECES de ser hombres, mujeres y otras muchas opciones. No por elección, sino por experiencia (o la ausencia de ella). Lo lleva explicando la sexología desde principios del siglo XX pero llegó el nazismo y arrasó todo aquello (para pasar después una guerra mundial y una época tan misógina y conservadora contra lo diferente como los años 50). Lo conté hace dos años en este blog.

La «nueva» sexología nacida en los 50, en los EEUU del macarthismo de posguerra, aportó muchísimos datos sobre la conducta sexual (lo que se hace y puede medir, contar) pero es importante no olvidar nunca que eso sucede en un ambiente MUY conservador, misógino, patologizador. Por eso para entender la sexología de esos años hay que leer entre líneas, ver las puertas que dejan abiertas pero escrito de manera enrevesada o solo sugerido, para poder pasar por debajo del radar político de esos años. Todo lo que pueda contar de historia de sexología lo aprendí de Juan Lejárraga (en twitter), para quienes quieran saber más y acceder a la fuente directamente. Escribe desde hace años sobre el tema, aparte de ser profesor de incisex.

 

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El señor McCarthy

 

Si alguien espera aprender en twitter o en un solo post aquí lo que significa la primera frase, creo que pone muchas esperanzas en un medio que no puede explicar las cosas con calma. Hay cosas que necesitan tiempo, por eso los colegios necesitan un año entero para educar, por ejemplo. Pero lo intento:

Pensemos que en lugar de machos y hembras hablamos de unos (1) y ceros (2). El pensamiento en la Grecia clásica era hombre=1 y mujer=0: los ceros eran casi un uno, pero no llegaban a serlo (el nombre técnico de esa idea es «isomorfismo»). Para quién quiera leer todo esto con detalle, está aquí contado.

De ahí (con esa idea de fondo, porque se superponen las ideas sin anular lo anterior) se pasó a la idea de que había dos iguales: los unos y los ceros (ahí es donde se iguala ser macho o hembra con ser hombres y mujeres…negando el resto): Se llama dimorfismo (o binarismo).

La sexología a finales del XIX y principios del siglo XX empieza a darse cuenta que LA REALIDAD se parece más a un espectro desde el cero al uno: 0’001, 0’002, 0’003 con todos los decimales necesarios para entender que EXISTEN excepciones a ese uno y ese cero. De eso hablan Havelock Ellis, Magnus Hirschfeld… señores pero desde los márgenes. Esa forma de entenderlo se llamó intersexualidad (ojo, que se mezcla y confunde hoy día con el concepto médico que se refiere a los genitales) o también «continuo de los sexos» entre el 1 y el 0, con sus infinitos decimales. Incluso gente tan clásica como Marañón ya decía que esos unos y ceros PUROS (sin nada del otro) son solo un ideal.

 

Codigo-binario

 

Pero esto, tan técnico, choca con la vivencia diaria de LA MAYORÍA (ojo, no el 100%): que con los genitales que se ven en una ecografía (o parto) se diga que es niño o niña ¿Es buena idea? Sí, pero RELATIVAMENTE, porque las probabilidades de acertar son altas. Pero NO ES UN SISTEMA INFALIBLE. Es decir, acierta a menudo… pero las excepciones son millones de personas.

Ahí es donde se da la confusión entre machos y hembras (por las gónadas) con la vivencia que vendrá después de ser hombres, mujeres y el resto de experiencias, que son más complejas, porque NUNCA somos un cuerpo, reacciones, deseos como TODO unos o TODO ceros. No existe nadie «hecho de unos» que no tenga ni un cero en todas las facetas de su vida, sea lo genético, lo corporal, lo físico, lo mental, lo social, lo simbólico, lo endrocrino… Todo el mundo tenemos cosas masculinas y femeninas (que no es lo mismo que «de machos o hembras») y van cambiando a lo largo de toda nuestra vida: niveles hormonales, epigenética, vivencia (pero no todo es «mental», eso es la patologización de lo que no encaja en el dimorfismo). Es decir: en realidad TODO EL MUNDO tenemos muchos unos y muchos ceros. Y la mayoría tiene MUCHOS unos o MUCHOS ceros (pero, por ejemplo, TODO el mundo tenemos andrógenos como la testosterona Y TAMBIÉN estrógenos, en diferentes proporciones). Siempre tenemos de los dos. Por eso somos como un conjunto de unos y ceros. NO en el sentido de poder «hackearse», sino en el sentido que acabo de decir: no existe nadie que sea SOLO unos o SOLO ceros. Aunque sí somos machos y hembras de la especie, si elimináramos de nuestro ser todo lo humano que tenemos y dejáramos sólo la parte animal (imposible, porque es imposible crecer fuera de la cultura). Sólo seríamos machos o hembras de la especie si no fuéramos seres humanos. Afortunadamente, somos mucho más que «biología» y la realidad es mucho más compleja que las simplificaciones interesadas de «genitales» + «educación», que no deja de ser una traducción de la falsa dicotomía entre naturaleza y sociedad, entre cuerpo y alma.

TODO esto que he explicado en el hilo ha tenido excepciones DESDE SIEMPRE. Por eso siempre ha hecho falta encontrar formas de hacer una sociedad justa para cuerpos diferentes, orientaciones diferentes, experiencias diferentes a las de la mayoría.

 


 

mapaHSH

 

Hasta ahí, mi grano de arena para que esto se entienda un poco mejor. Lleva su tiempo entenderlo y salirse del paradigma que se suele usar para explicar la sexualidad humana (y que sigue problematizando tantas vidas en tantísimos aspectos). A mí me costó unos años… El paradigma en el que se sigue basando la explicación de la sexualidad humana es que nos buscamos mutuamente para reproducirnos. Algo que no encaja con MUCHAS excepciones que existen.

El otro paradigma fue propuesto en 2001 como el «hecho sexual humano» (hecho como «fenómeno»). Al principio cuesta entenderlo, pero es lógico: nada menos que cambiar la forma de entender TODA la sexualidad humana. Es lo que se aprende (entre otras muchas cosas) en el master y en sexología avanzada en incisex. Cuesta entenderlo así, explicado de esta manera, pero lo explicamos también en nuestro curso de monitorxs de educación sexual.

Como decía, no aparecen unas ideas y desaparecen las anteriores Por ejemplo, hay muchas formas de isomorfismo (ver tuits anteriores) que siguen afectando a la medicina en el sg XXI, al entender a una mujer como «algo parecido a un hombre pero con más cambios hormonales».

Y de aquellos polvos, estos lodos. Se intenta entender la realidad desde paradigmas que daban respuesta a preguntas del siglo XIX pero no a preguntas del siglo XX y XXI. Esos cambios necesitan tiempo, leer, educar… Necesitan calma. Y las redes sociales van regular para eso.

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