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Cómo se vive dentro del ambiente BDSM

11 julio, 2014 a las 11:00/ por

Ayer, cuando escribí sobre lo que supone vivir contracorriente, hacer cosas no-convencionales, me comentaron que por qué yo no proponía soluciones a eso. Si tiene algo de bueno la cultura en castellano en torno a la sexualidad, identidades y relaciones no convencionales es que «gracias» a los años que llevamos de retraso respecto a la cultura anglosajona, no hay NINGUNA necesidad de «inventar la rueda», de tener que pensarlo todo desde cero. Por eso ese empeño mío en traducir tantas cosas, porque ya hay una cantidad DESCOMUNAL de material sobre mil temas.

Y sobre este, —no os lo vais a creer— Dossie y Janet (con seudónimo) TAMBIÉN tienen libro: «When someone you love is kinky» («Cuando alguno de tus seres queridos tiene una sexualidad no convencional»). Un libro pensado por si te encuentras en la situación de descubrir que una persona cercana le gusta el ‘kink’, es decir, sobre todo gustos relacionados con el BDSM, o también pensando como «regalo» de la persona a quien le gusta el BDSM para dárselo a la persona que teme le puede disgustar que esas sean sus tendencias.

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Así que ¿y si me pongo a traducir también fragmentos de este libro?. Porque creo que en España este caso es mucho más común (¿Cómo le digo que me gusta esto?) que ya estar en fases avanzadas del BDSM, o ya tener claro que se quiere practicar. Una buena pista de lo grande que es el armario BDSM es el tamaño de la comunidad VIRTUAL del BDSM en España respecto a la comunidad «real», a la que se puede conocer en persona. (¿Pasa lo mismo en América Latina?). Y también por la gente que se sabe que compra material BDSM que vive en Madrid, que igual se podría situar entre 1000 y 2000 personas, frente a una comunidad muchísimo más pequeña que lo viva en público.

Claro que para estas cosas de armarios hay que saber qué referentes se buscan… Algunos referentes europeos,  mal «importados», pueden tener consecuencias que no habíamos previsto. ¿Donde está la diferencia? En que los servicios sociales en Europa son (o eran hasta hace poco) una red muy seguro frente a la exclusión social. Es decir: Si salimos del armario en Reino Unido y nos rechaza TODO nuestro círculo cercano, y se nos complica mucho mucho la vida, aún sigue habiendo muchas ayudas para que no acabemos en la calle muriéndonos del asco. O muriéndonos o enfermando, simplemente. Aunque todo se te tuerza, puedes sobrevivir.

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En el sur de Europa y en América Latina no existe esa red de apoyo estatal tan amplia, sino que obligatoriamente se tiene que contar con la familia (especialmente las mujeres) como red de seguridad si las cosas van mal: Si nos quedamos sin trabajo, si tenemos una larga enfermedad, si somos menores de edad, si tenemos una grave discapacidad… Y claro, al hacer tanta falta mantener esa red, es muy razonable que mucha gente no quiera arriesgar a que se rompan esos vínculos descubriendo que tienen una conducta que su entorno no aprobaría. 

Yo antes hacía mucho activismo pro-salida del armario. Y acabé cambiando mi postura por eso mismo, porque hay muchas situaciones personales que lo hacen muy complicado… Quienes trabajan con menores, quienes trabajan en formación, quienes tienen un círculo muy conservador a su alrededor… y sabiendo eso, que al Estado en España le da exactamente igual si te mueres de asco en la calle. En España hay «800.000 hogares sin ingresos laborales (salario, prestación, subsidio o pensión) en los que viven un millón y medio de personas». Igual que por ejemplo, Venezuela, hace unos años.

Afortunadamente Dossie y Janet coinciden con esta postura más mediterránea/latina: Que no está nada claro que sea buena idea salir del armario. Que puedes perder trabajos y clientes si trabajas por cuenta propia. O incluso el trabajo. O tener serios problemas en tu entorno más cercano, como por ejemplo, en la custodia de tu prole si hay un juicio. Por eso sigo la postura de mis dos gurusas. Por eso, a partir del lunes, irán apareciendo traducciones de fragmentos de «When someone you love is kinky» («Cuando alguno de tus seres queridos tiene una sexualidad no convencional»). 

Se vive MUY a gusto fuera del armario, pero no es para todo el mundo, ni en cualquier momento ni en cualquier lugar. Mejor salir poco a poco, que salir de repente y darte cuenta que has salido para quedarte en pelotas.

IMAGENES
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4 Comentarios a “Cómo se vive dentro del ambiente BDSM”

  1. Creo que hay que salir para quien consideres que esté preparado. Por ejemplo, todos mis hermanos saben que mi manera de canalizar los afectos es sólo bedeesemera, EXCEPTO MI MADRE: la mujer está mayor y no lo iba a entender, ¿y para qué disgustarla?

    En mi trabajo también lo saben todos mis compañeros, y mis mejores amigos, y no lo niego a quien lo intuye y me lo pregunta, y no me molestaba cuando mi entonces novia/sumisa publicaba fotos suyas estando claro quién le había hecho esas marcas en el culo ;-)

    No es que lo vaya publicando, pero tampoco lo niego. Vivo muy a gusto, y aunque me decepcionan supuestos/as «progresistas/feministras» que me llaman maltratador a mí y estúpidas a las sumisas, también me sorprende lo tolerante que es la gente, al menos en el entorno en el que me muevo.

    En cualquier caso, en el mío son mis circunstancias personales: soy autónomo, consolidado en mi trabajo, etc. y tras años de reflexión, ponderando pros y contras conforme, insisto, dichas circunstancias. Entiendo que quien no sale del armario es por sus circunstancias a la vista del estado de sus reflexiones, y no reprocho absolutamente nada. Simplemente yo soy afortunado.

  2. Bluttie Kat dice:

    Yo, cuando comencé, al igual que cuando salí del armario, pensaba que se podría llevar mejor el hablar abiertamente de mi sexualidad y de relaciones no-normativas: pero me equivoqué.

    Cuando tienes menos de 20 todavía se tolera (que no ‘se acepta’) que tengas ciertas preferencias en cuanto a prácticas, formas de vincularse, etc… Pero siempre se puede notar la presión del ‘ya crecerás/ya cambiarás’, y una cierta marginación. Vamos, que aliados y personas con las que hablar como quien se junta para comentar el partido del fin de semana pasado, no se encuentran.

    Sin embargo, también he aprendido de esta situación de represión algo positivo (yo intento hacerlo con todo, por salud emocional, sin dejar de tener en cuenta avanzar en mis derechos), que es disfrutar de mi intimidad ‘sin tener que contárselo a nadie’. Y, tal y como yo lo he vivido desde mi adolescencia (la sexualidad como algo público, condición sine que non para ser socialmente venerada), me ha causado cierto alivio: disfruto sin tener que demostrarle a nadie lo que hago o dejo de hacer, el que me apetece y lo que no en según que fase de mi vida,…

    Las redes de apoyo son necesarias, pero para mí, personalmente, también ha sido interesante hacer una distinción entre quienes son mis colegas lucha por los derechos (feminismo, LGTB,…), de preferencias (que puede ser música gótica, meditación, yoga, musculación,… o azotes, bollotemas,…) y lo que es mi círculo de intimidad afectiva y/o sexual. De todo esto separado por supuesto, compañerxs de clase y de trabajo. Y, bueno, aunque al principio parece que esté fragmentada, no lo oculto pero tampoco lo saco a la luz, más que nada porque me he cansado de las mismas preguntas de chismorreo que me hieren un poquito al darme cuenta de que estoy ‘sola e incomprendida’ (oh my Gott) en mi entorno.

    Así es como yo lo vivo.

    ¡Gracias por las traducciones, por cierto!

    • moscacojonera dice:

      De nada! Prefiero mil veces eso que ponerme a inventar hipótesis sobre cosas que ya están más que claras y escritas :-)

  3. Caterina dice:

    Lo de qué haya tanta vida virtual y de compras pero seamos 4 en «real» yo también lo veo como q la gente tiene muy integrado q es su vida privada. Es decir, que no por ser kinky van a querer conocer a otra gente que lo sea ni salir a fiestas kinky a ni hacer activismo (dios les libre). Sólo quieren hacer sus cositas en casa y seguir con su vida el resto del tiempo.

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