Alguna vez me han comentado la lástima de que no haga críticas de las fiestas a las que voy en Madrid. Y alguna vez he explicado que, haciendo yo otras fiestas, me parecía un poco feo estar criticando las ajenas sin decir los errores que veo en las que co-organizo. Porque soy muy crítico también conmigo mismo, claro. Y no me parece nada inteligente estar explicando todos los errores que he encontrado en lo que he organizado. Ya se encargará quien ha ido de criticar todo lo que no le ha gustado. Y yo me encargo de mis errores.

Pero también podría hablar de los locales, de cosas que suceden entre unas personas y otras. Entre unos grupos y otros. Pero ahí la putada es que se me acabó aquello de que no se supiera quien soy. Aún me queda Fusión. O irme a locales en otras ciudades. O cambiar de ambiente. O ir de incógnito.
Porque hay que admitirlo: Era muy divertido cuando estaba en una fiesta o un local, y se dedicaban a contarme detalles que no sabían que se iban a leer al día siguiente en alguna parte. Tener que poner cara de poker para que no se me notara que estaba intentando acordarme de cada detalle de lo que me estaban diciendo, para escribirlo al llegar a casa.

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