#EducacionSexual: La diversidad (2)
21 diciembre, 2018 a las 12:20/ por moscacojoneraAl hablar de diversidad es muy común cometer un error que arruina toda posibilidad de entenderla: Creer que la diversidad es ajena a ti, externa, que es algo que está ahí fuera. El error está en estar utilizando los mismos conceptos de siempre, pero maquillados con nuevas palabras. Un ejemplo podrían ser las «perversiones sexuales».
Da exactamente lo mismo que llames aberraciones, perversiones, parafilias, filias o pecualiaridades a una serie de conductas que «se salen de la norma». Sólo estás cambiando el nombre pero no la idea: En cualquiera de esos casos se sigue pensando que hay unas conductas y deseos normales y hay unas conductas y deseos equivocados. Por lo que, de poco vale «aceptar la diversidad», ejercer la condescendencia, el paternalismo o la caridad con quienes «son diferentes». De poco vale invitarles a ser miembros del club de Seres Humanos Aceptables, porque se les sigue mirando como algo externo, como miembros invitados, y no iguales. Se cree que son diferentes, mientras que el resto… somos normales.
Lo mismo pasa con la discapacidad o la diversidad funcional. De nada sirve que maquilles la palabra que usas si no cambias radicalmente tu manera de entender cómo somos los seres humanos. Da igual que despliegues tu condescendencia, paternalismo o caridad con quienes «son diferentes».
En el post anterior sobre diversidad hemos visto cómo genera normas la estadística, los modelos de observación. Quizá eso ayude a entender que la humanidad no se divide en quienes «somos» normales y quienes «son» raros, por mucho que digamos, «bueno, me refiero estadísticamente poco comunes». No se considera raras a las personas pelirrojas, aunque sean un 0,6% de la población mundial. Sí se hacen chistes, pero no viven con el estigma que viven quienes se les/nos considera parte de «castas inferiores», miembros de otros grupos, sean de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, crossdresser, queer, no binarias, practicantes de BDSM, etc etc a pesar de ser colectivos muchísimo más numerosos. A nadie se le ocurre negarle derechos humanos a la gente pelirroja (¡ni lo deseo!), pero no hay problema en ir seleccionando qué grupos son dignos de casarse, de adoptar, de poder entrar en cualquier evento público, de tener aseos adaptados a cualquier situación personal, de tener determinados derechos.
La diversidad no está «ahí fuera». Está en ti. Es un hecho. Está en todo el mundo. Las fantasías que tienes hoy pueden cambiar, y puedes llegar a tener las que creías tan extrañas. Puedes descubrir que te gustan prácticas que te devuelven una imagen que no asociabas con quien creías que eras. Puedes descubrir que te atrae alguien con unas características que creías que no te atraían. Puede aprender más sobre la identidad y cambiar, verte de otra manera. Puedes engordar con el tiempo, adelgazar, tu cuerpo cambiará, se arrugará tu piel, tu cuerpo será víctima de la ley de la gravedad. Vas a tener más o menos capacidades físicas o mentales, sea por tu edad o por circunstancias de la vida, y eso no significará que seas «menos persona», que haya que «hacerte el favor» de considerar que tienes todos los derechos que tiene cualquiera, «como si fueras una persona» [ironía] Con el tiempo, vas a cambiar, te guste o no.
De todos modos, no sólo la estadística crea esa norma, sino muchos años de persecución por a quien es diferente (las mil veces que he nombrado la Ley de Peligrosidad Social contra gays, transexuales, crossdressers… aplicada hasta mediados de los años 80, o la persecución actual en Rusia y crecientemente en Europa, y zonas alejadas de grandes ciudades). No sólo la estadística, sino haber ignorado tanto tiempo la sexología de principios del siglo XX, y la colaboración de la medicina, la psiquiatría, la psicología, la educación, las creencias, el pensamiento conservador y tantos factores. Por eso cuesta tanto, a pesar de leerlo una y otra vez, cambiar nuestra visión y entender que la diversidad SIEMPRE SE HA DADO, que no tenemos que «buscarla ahí fuera» para «integrarla»… Sólo hace falta darse cuenta de que siempre ha estado ahí, que se va a dar en nuestro entorno y en nuestra propia vida, y hacer las cosas más fáciles de lo que han sido hasta ahora.
La imprescindible primera parte del texto: #EducacionSexual: La diversidad (1)