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¿El activismo debe ser ideológicamente puro?

20 mayo, 2019 a las 19:46/ por

Llevo muchos años en el activismo. Desde comienzos de este siglo me dediqué a participar en el activismo altermundista, el de Otro Mundo es Posible, el que miraba a Porto Alegre, a las luchas de Latinamérica como inspiración, a los foros sociales, a los movimientos sociales… En esa época no paraba de leer para ponerme al día. En medio de todo lo que leí me encontré «Otro mundo es posible si…» de Susan George. No digo que sea la mejor guía, ni la clave para cambiar el mundo. Lo único que sé es que fue la que más me influyó a mí.

Lo que decía ella era que estaba harta de ir a eventos políticos y no entender nada pero tampoco atreverse a preguntar. Eso es muy común. Toda esa gente que no vuelve, no lo hace porque no le interese tu lucha, no es porque no la expliques lo suficiente, sino porque la explicas con una terminología un vocabulario que te deja en muy buen lugar, que muestra tu inteligencia superior, tu capacidad para ocupar el lugar que ocupas. Frente a eso, Susan planteaba usar palabras normales, explicarse de forma que lo entienda todo el mundo, sea quien sea, la gente con muchos estudios pero también alguien que lo lee por casualidad. Ese punto de vista (o lo que cuenta Audrie Lorde, pero eso lo lei más tarde) es el que me ha inspirado siempre para este blog. Por eso hablo de forma coloquial ¿De qué valdría mencionar aquí la episteme sexológica?¿el anhelo del Otro y el existencialismo?¿los seres sexuados?¿los procesos liminales? Sólo vale para exhibirse o para demostrar que perteneces a un determinado grupo porque usas su jerga. Que igual pensáis que no uso esdrújulas ni palabras largas o vocabulario académico porque no lo conozco… La cosa es que siempre he estado «fuera» así que será que me he acostumbrado.

Pero en nuestro país es complicado hablar sin palabros. Tenemos una larga tradición, de siglos, de curas hablando latín, de abogados hablando de forma que nadie entiende, de medicos usando unas palabras y escribiendo de una manera que nadie entiende. Algo que sigue asegurando ese poder, y que produce la admiración y respeto del resto al cura, el abogado y el médico de cada pueblo. Los catedráticos también juegan esa liga, pero en los pueblos no suele haber. Hay una larga tradición de hablar «desde arriba», sea en el ambiente que sea. Frente a eso está el enfoque protestante, en el que se busca que el sermón lo entienda todo el mundo. Lo mismo sucede con la medicina por ejemplo en EEUU o Reino Unido: lo que allí se llama un «dolor de espalda» aquí nos encanta llamarlo una «lumbalgia». No idealizo todo lo que hacen, sólo llamo la atención sobre ese detalle.

 

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La segunda recomendación de Susan George es que le dediques el tiempo que puedas, si puedes, a colaborar en algún movimiento social u organización de tu zona. Pero no en cualquiera, sino en los que se van uniendo otros colectivos locales, y esos a otros de tu región, y a otros de nivel nacional y de ahí a nivel internacional, para poder presionar y cambiar legislaciones y condiciones en las que vivimos. En mi caso me llevó a colaborar durante años con attac. Me sigue pareciendo que la clave está en saber el funcionamiento económico y legal de todo, para saber dónde está la trampa (de los préstamos a «países en desarrollo» por ejemplo y por qué nunca pueden salir del agujero).

Pero me acabé quemando ¿Por qué? Por ese proceso que he visto una y otra vez en todos los grupos activistas que me he ido encontrando. Bendito el tuyo, si no pasa eso. Es la carrera de la pureza, algo que es bien conocido en la izquierda: Ir debatiendo quién tiene un enfoque revolucionario o reformista, para acabar siendo cada vez un grupo más pequeño, pero más puro. Y ese proceso lo he visto muchas veces. Pongamos un ejemplo (no real) para explicarlo.

Quieres montar un supermercado alternativo a Carrefour, por ejemplo. Decides montar un supermercado cooperativista. Eso podía ser suficiente pero, si esa idea parte de una ideología anticapitalista, de repente se entra en el proceso de empezar a cuestionarse un montón de cosas: ¿no deberíamos vender sólo productos de comercio justo?¿quizá sólo productos de proximidad?¿que sean de cooperativas?¿ecológicos? Al final el problema es que en tu supermercado sólo tienes unos pocos productos que cumplen con esos criterios y la gente, lógicamente, necesita comprar más cosas que las cuatro que tu vendes… y vuelven a ir a Carrefour, que le pilla cerca de casa y tiene de todo. Irá de vez en cuando el tuyo desde la lógica de la caridad, para «ayudar al proyecto», pero en realidad haciendo que sea rentable Carrefour y no tu supermercado
¿Cual es la solución a esto? No la tengo, obviamente…

No dudo que habrá quien venga a darme laaaaargas explicaciones aquí y en redes sociales sobre cómo se hacen las cosas. Aunque quien me lo diga nunca haya sido capaz de mantener ningún colectivo a largo plazo. Por eso no entro nunca en esos debates. Aprendo de la práctica de otras personas, de ver lo que han conseguido y les pregunto cómo lo han conseguido. Los debates no me valen para mucho. Ya debatí mucho en esos tiempos de activismo político y no valía para demasiado. Si alguien supiera la solución, ya lo habría escrito o difundido y los colectivos y partidos políticos habrían sido capaces de no caer en ese bucle. Pero no, ahí seguimos.

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Cuestionarse las cosas me parece fundamental ideológicamente. Lo que no tengo tan claro es que suena buena idea aplicar ese proceso a todo lo que hacemos. Uno porque desde nuestra posición es altamente probable que no seamos capaces de ver qué necesitan quienes están en una situación marginal o discriminada. Eso es el privilegio, tu postura no te permite comprender la ajena. El privilegio (por cierto, concepto que se popularizó desde lo académico) no es un pecado, algo de lo que hay que «limpiarse». Todo el mundo tiene alguno. La cosa es que seas consciente de los que tienes para saber dónde es probable que tengas «puntos ciegos», donde es probable que ni seas consciente de que existe un problema. Lo que te lleva a cuestionar en la práctica posturas ajenas porque no te parece que las enfoquen de forma «correcta» según tu punto de vista. Con lo que, sí, esa gente se siente ignorada en tu colectivo y se va a otro sitio. ¿Cambiará eso pronto? Lo dudo, porque veo a todos los colectivos ir en la dirección opuesta, con posturas cada vez más dicotómicas, «o conmigo o contra mí», cuando hay otras posturas posibles, como «no me parece una cuestión fundamental» o «tengo otros problemas más urgentes», aunque se vea como falta de compromiso suficiente. Pero lo dicho: si cada vez se va yendo más gente… quizá no es que sean idiotas y les esté convenciendo «el enemigo». Quizá es que tu colectivo no permite discrepar…

El otro problema de cuestionarlo todo es que a veces se cuestionan nuestros propios colectivos desde la abundancia de las capitales. Desde Madrid y Barcelona es fácil criticar la ineficacia de las asociaciones, organizaciones y colectivos. Como ya hemos encontrado a iguales, como podemos vivir con relativa normalidad nuestra «diferencia», nos parece muy justificado criticar, incluso ni lamentar que desaparezcan determinadas iniciativas porque no eran La Solución Perfecta. La tranquilidad que da la abundancia. Lo que sucede es que esos colectivos con los que sentimos El Deber Supremo de criticarlos y reventarlos por no ser lo suficientemente «puros» en un sentido u otro, serían MUCHO para alguien viviendo en otras ciudades y pueblos. Serían algo muy valioso, fueran como fueran, para alguien que no tiene nada parecido a un colectivo.

Yo desde luego no voy a ir a ningún sitio a decirles que creo que se están equivocando. Se me vería como un troll, o algo similar. Como «¿pero quién te has creído que eres?». Ya me lo he «comido» antes, viendo cómo el colectivo rara vez cree que deban cambiar algo y desprecian toda crítica externa, desautorizando totalmente a quién la hace. Así que, como no hay mucha más opción, y no coincides con sus líneas rojas, te acabas yendo… Yo me acabé quemando y sé que en todo lo relacionado con el sexo ya me encargaré yo de no llegar a quemarme nunca.  En su lugar, con los años he pensado que mi papel puede ser poner mi grano de arena encontrando cosas útiles, herramientas, recursos, traduciéndolos y compartiéndolos para que cada colectivo o grupo, si lo ve útil, lo aplique, como lo de las dinámicas de poder en colectivos poliamorosos.

Lo que tengo claro es que, desde la pureza ideológica, no tengo ninguna duda de que se verá como que yo «lo estoy haciendo mal». Por mi parte, me moriré tranquilo con mi grano de arena. He hecho todo lo que he podido.

 

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Todas las imágenes sin créditos en el blog vienen de pxhere.com

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