«El hombre es fuego, la mujer estopa…
17 julio, 2013 a las 11:00/ por moscacojonera…y llega el diablo y sopla«. Es parte del refranero español, no se utiliza demasiado… Lo cito a propósito de esa idea, que creo que no nos ayuda a nadie, de que los hombres «están programados genéticamente» para follarse todo lo que se mueve, las mujeres para ser más selectivas. O cualquiera de las adaptaciones culturales que vienen a decir que es normal que ellos tienen una sexualidad irracional e imparable, mientras que ellas no pueden hacer nada para frenarlos.
Es una estrategia estupenda para liberarse de la culpa, de décadas de monopolio moral de la iglesia católica en España, que tanto progresa a base de crear culpables incluso desde antes de nacer. Liberarse de la culpa de un país que aún sigue siendo moralmente muy conservador, excepto en las grandes ciudades. Es en los pueblos pequeños donde la homofobia persiste. “En mi pueblo no tengo amigos, porque soy gay.» Y no sólo la homofobia, sino cualquier comportamiento que se salga del discreto «no dar que hablar».
«Yo no quisiera insistir tanto para que me la chupen pero es que son mis genes…». «Yo no quería que me follase pero insistía, insistía, insistía… y al final, bueno, dejé que me follase». Es un sistema estupendo para evitar la responsabilidad personal, tu responsabilidad de que si tocas, chupas, te desnudas, metes algo, o dejas que te metan algo, lo estás haciendo porque quieres hacerlo. Y si lo están haciendo contra tu voluntad es violación o agresión sexual. De 6 a 15 años en la cárcel. No debe ser tan tonta la cosa, tan irrelevante, cuando son tantos años…
Y en este tema recuerdo algo que creo no se dice lo suficiente, uno del que me han contado bastantes veces y del que tenía ganas de hablar: Son las amistades, personas conocidas o la familia quienes violan más a menudo. Quienes insisten, insisten…y te acabas dejando aunque no quieres. No es algo tan marciano, no es algo tan complicado. Comparemos el sexo con comer. Parece complicadísimo que alguien te obligue a comer, te infle, te hinche, pero, alguna de las veces que has acabado con un empacho tremendo ¿no ha sido por la insistencia, una y otra vez, de la madre de tus amistades? O la madre de tu pareja, que ha insistido e insistido y ya te ha parecido excesivo volver a decir que no en esa situación, con todo el mundo mirando. Es ese vínculo más cercano el que permite que admitamos cosas que no admitiríamos de otra gente. Si le sumamos que el sexo se hace en privado normalmente, que nadie está mirando, que con el calentón se razona bastante peor…parece fácil que pase lo que pasa. Y sea en Pamplona o donde sea, si no has oído un sí, estás a-bu-san-do.
La idea de comparar sexo y comer me ha venido de ver «Get Yes!», un corto islandés sobre el sexo y el consentimiento. La imagen que he puesto en el post es una captura del corto. Se puede descargar con subtítulos en español. Cuenta cosas que suenan básicas pero de las que nos olvidamos una y otra vez. Como que en el sexo al final lo único importante es que nos tratemos bien quienes estamos teniendo sexo, y no los récords, las imágenes que tenemos de sexo «perfecto». Es curioso ver a qué distancia tan larga estamos habitualmente del sexo más «liberador» que podríamos tener… Porque no va a ser perfecto, porque te puede pasar que se enrede el reloj en el pelo, que sudes mucho, que tardes demasiado poco, o que tardes muchísimo, o que tengas pedos vaginales, que se te enrede la sábana, que no seas capaz de soltar el sujetador… Parecen cosas obvias, pero a menudo se olvida que era imprescindible que oyeses un «sí», y no lo has oído, simplemente no has oído «sí». Si tu pareja, si esa persona cercana, si una de tus amistades no ha dicho que sí, ¿le empujarías la comida en la boca porque había dicho que quería comerse medio pollo y si dijo que se lo iba a comer se-lo-co-me?. ¿Obligarías a tu pareja, a una de tus amistades, a pesar de que haya cambiado de idea, a sentarse en el wc porque dijo que quería ir y si ha dicho que quería ir, era por algo?.
Esas son las cosas que cuenta el corto y cosas (el consentimiento, la responsabilidad personal) que seguiría aplicando al dichoso tema de las tetas de Pamplona. Y mañana ya cambio definitivamente de tema.
Introduzco una nueva variable que es:
Muchas veces nos ponemos en el supuesto de que las chicas si que sabemos si queremos o no queremos, si está siendo agradable o no, cuando en realidad estamos con ese piloto automático programado «me insistía y me dejé», sin sabernos preguntar cuando si que nos apetece y cuando no (desgraciadamente cuándo no es demasiado desagradable en la mayor parte de los casos, pero igualmente en un caso simple de «estoy vaga» tampoco nos lo planteamos).
Siguiendo con lo de la comida: hay poca cultura de que, si está tu madre o la madre de tu pareja cebándote vivx te pares un minuto y digas «Uhmm ahora, tengo hambre?» Y digas que si, y luego te llenes y sepas parar cada ofrecimiento, cada insistencia..Porque son otros factores los q preocupan es ese caso… La confianza, quedar bien, o no quedar raro si antes has dicho que si gracias… Todo menos el hambre en si. El hambre de hecho es tan irrelevantw.
Lo q digo es q el sistema de cliché-remisión de culpa (dejar el cerebro en automático como «respondiendo a lo que quieren que hagamos», sean nuestros instintos mas bajos o la persona que tenemos enfrente) está codificado y funciona en ambos generos – con diferentes manifestaciones. Y tb me preocupa que todo el discurso sea «aprender la responsabilidad» hacia los chicos (que son los q mas agreden, como realidad social estoy de acuerdo plenamente) pero como si detras no hubiese tambien una posibilidad de mujeres que se excitasen y quisiesen tener sexo, que se beneficiarian muchisimo de aprender tb esa responsabilidad pq haria escchar su propio deseo
Supongo q es un tema mas psicologico q un fenomeno social, tb hay q tratar a cada cual en su dimension
Yo cuando hablo de responsabilidad hablo en los dos casos, como de querer follar o no, lo digo en los dos casos. Cuando digo por ejemplo «si tocas, chupas, te desnudas, metes algo, o dejas que te metan algo» vale para cualquier género y tipo de relacion.
Y efectivamente, creo que falta lo que llaman «conectar con el propio deseo», saber realmente qué se quiere o no.
[…] Nos parece un texto interesante porque habla de las dudas que pueden surgir en torno al consentimiento: ¿puedo insistir? ¿Cuándo debo parar? ¿Cómo sé si la otra persona está viviendo está situación como una agresión? Creemos que una comunicación clara y un respeto total a los deseos de la otra persona es fundamental para prevenir este tipo de situaciones. Si queréis saber más sobre el consentimiento sexual, os recomendamos el corto Que te digan sí y esta entrada del blog “Golfxs con principios”: El hombre es fuego, la mujer estopa. […]