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El tabú en la (mi) familia

12 diciembre, 2014 a las 11:00/ por

Es de suponer que en familia no se hablan algunas cosas, porque parece que importa más la «unidad» familiar que la verdad. O más bien, importa más la aparente unidad que las consecuencias que tengan ocultar determinadas cosas. Pero eso tiene un precio: Que quienes no saben toda la verdad un día se encuentren todos los cadáveres juntos al abrir el armario.

Me supongo que yo sigo la tradición familiar, y hablo de alguien de mi familia sólo cuando esa persona ha muerto. Mi abuelo materno —el de la foto de cabecera— murió hace muchos años. Yo había pasado muchos muchos días en su casa, con él y mi abuela, y recordaba detalles, anécdotas… Cuando se murió mi abuelo, tuve el momento ñoño en que se me ocurrió escribirle a mi abuela, como consuelo para ella, supongo, una carta en la que recordaba las cosas buenas de mi abuelo, los buenos recuerdos.

En una visita que le hice y le hablaba del tema, con mi madre allí, me contó algo más.

— «Desde luego era un hombre muy trabajador, muy educado, muy limpio pero…. cariño, no me dió».

Que eso sea el resumen de una vida cuando acabas de quedarte viuda dice bastante de la vida que has llevado ¿Había algo más detrás de eso que me dijo? Mi abuela no llegó a contármelo, tuvo que hacerlo mi madre.

Muchas noches, mi madre, cuando era niña, se despertaba asustada con los gritos de mi abuela, que pedía auxilio por las palizas que le daba mi abuelo. No sé hasta qué punto llegaron esas palizas, pero sé que emocionalmente sí, vivía con ese miedo difuso y omnipresente al que tanto te acostumbras que no lo consideras ya miedo…pero sí lo es. Cuando tienes el medidor roto por lo que has sufrido, no eres capaz de detectarlo. Me contó mi madre que se casó con 19 años para escapar del terror que le producía la casa de sus padres.

mamayo

Impresiona verla con 19 años conmigo en brazos, se le ve la cara de cría todavía.

Pongo la foto de mi abuelo porque, al revés de cómo suele pasar en las noticias de malos tratos y prostitución, siempre se ponen fotografías de las mujeres, que en la cultura mediterránea son las que mediante su honra aumentan o disminuyen el honor de ellos, que es lo valioso. Por eso creo que es importante ver su cara, a pesar de lo que a lo mejor pueda molestar a su mi madre, mi tia o mis dos tíos; esta navidad lo sabremos. Porque ese silencio familiar cuando existía el maltrato, ese silencio póstumo por no dañar ¿su imagen?¿su honor?¿el de la familia? (que alguien me lo explique) sigue manteniendo los malos tratos como algo doméstico, personal, de pareja. Algo de lo que no se habla. Tabú. Y no, no es algo tan contenido, no es algo tan aislado del resto de la realidad, no es asunto entre dos personas (también lo es una pelea callejera entre dos hombres y suele intervenir la gente para separarlos). En la realidad, que no se hable de ese tema salpica a mucha más gente alrededor, aunque sólo sea la familia, obligada a mantener ese tabú durante años o décadas.

¿Alguien tiene algún consejo para las familias, para saber cómo sacar el tema del armario, de manera constructiva en lugar de que todo salte por los aires? A mí sólo se me ha ocurrido hacerlo así. Porque creo que los trapos deben limpiarse fuera de casa, o seguiremos perpetuando ese secreto en las familias por los siglos de los siglos. Lo siento por su descendencia directa, pero espero que ayude a cierta catarsis, a airear el tema, a sacarlo del armario, a que se sepa quién es quién.

Es por cosas así, y por los muchísimos casos de malos tratos, tanto físicos (hace más tiempo) como psicológicos (recientes, a amigas y conocidas) que conozco a mi alrededor, que para mí es algo tan importante dedicar a veces tiempo a este tema.

Por eso mismo también le hemos pedido a Pamela Palenciano que por favor, hiciese su monólogo, «No sólo duelen los golpes» este sábado en Volta Café (a las 19h). Porque con ese monólogo Pamela lo que está haciendo es algo que salvará a más y más mujeres de pasar por lo mismo. Y a los chicos que vayan a verlo les ayudará a saber cómo están aprovechándose de su situación y sepan el daño que puede hacer, por ejemplo, el silencio en una discusión. Porque no sólo duelen los golpes. Porque esta mierda se puede parar si se quiere.

Me gustaría que la familia, en lugar de proteger su honor como sea, haga lo que haga cualquier persona de esa familia, sintiese ¿el honor?, o por lo menos, la satisfacción de saber que han hecho todo lo posible por cuidar a sus miembros lo mejor que han podido.

13 Comentarios a “El tabú en la (mi) familia”

  1. Teresa dice:

    Me ha impactado mucho este post, realmente contar algo así en público, hace falta mucho valor para hacerlo… Mi abuelo también fue un maltratador, aunque nunca fue tabú en mi familia, desde que tuve edad para comprenderlo me lo contaron, maltrató a su mujer y a sus hijos (entre ellos mi padre) y sé las consecuencias, porque estoy segura de que sin esa infancia tan difícil, es muy probable que mi padre todavía siguiera vivo.

    No tuve mucha relación con mi abuelo, quizá lo vi unas 10 veces en toda mi vida, porque sus hijos al final (perdonado o no), lo iban a visitar una vez al año y me llevaban.

    Hace un par de años un primo lejano me habló de él como si fuera un héroe, recordando su época de boxeador y lo bueno que era, era evidente que no sabía nada de lo que había pasado con su familia. Tuve ganas de hacer lo mismo que tú, de hablar, de contarle que no fue ningún héroe y que daba más puños en casa que fuera… pero no fui capaz, no me sentí con el derecho de hacerlo por una mezcla de pudor y respeto por los que ya no están… Si ellos no sé lo contaron, sentí como que los traicionaba.

    Y ahora leyéndote entiendo lo que me pasó y las consecuencias que tiene. La próxima no me callaré. Gracias por ayudarme a entenderlo.

    Un abrazo.

    • moscacojonera dice:

      Ojo, yo aún no sé si es la decisión acertada, si me arrepentiré, pero desde luego es lo que en este momento siento que debo de hacer… No buscando ningun «castigo» a posteriori, ninguna venganza, sólo que —de manera constructiva— se diga la verdad de algo que pasó y no dejar que siga siendo esa termita que carcome sin que nadie la vea.
      Un abrazo

  2. Eva Witt dice:

    En casa el que maltrataba era mi padre, pero era de los que duelen sin golpear (aunque a veces lo hacía, pero no era ese el verdadero maltrato). No con mi madre, era más con los hijos (cinco, somos cinco). Yo no te puedo decir cómo sacarlo a la luz en familia, porque en casa es algo de lo que hablamos todos los hijos… pero no mi madre. Para ella no fue algo tan grave, considera que no era tan mal padre comparado con otros padres que molían a golpes a sus hijos y a su mujer, que volvían a casa borrachos gastándose todo lo que ganaban en el bar. Ella percibe que la culpamos por permitir que sufriésemos tanto en la infancia. Tal vez, inconscientemente, sí la hemos culpado en más de una ocasión.

    Lo que no sé es cómo se desajusta ese barómetro del miedo del que hablas, porque yo he sufrido mucho miedo en la casa de mi padre y luego en mi casa en mi primer matrimonio. En casa de mi padre que se helaba, palpablemente, cuando él llegaba. De pronto todas las voces, los gritos, los juegos, las risas, todo se callaba. Él tenía que darse cuenta porque antes de entrar tenía que oírse el bullicio de un piso con siete personas dentro, y cómo todo se silenciaba al abrir la puerta. A ese miedo, que era plomo en mis intestinos, nunca me acostumbré. Para él, para mi madre, ese miedo era el respeto debido al hombre de la casa.

    Y me resulta abrumador formar parte de las estadísticas que demuestran que las mujeres que han sufrido malos tratos de niña van buscando un maltratador como su padre en su pareja (y los niños son maltratadores en potencia). Porque yo alimento esas estadísticas. Y ese barómetro del que hablas nunca se rompió, como le pasó a tu madre que «escapó» de su casa a los 19 años porque el miedo no se puede soportar, no se rompe nunca, se siente siempre, vivo, insoportable, enloquecedor… y alienante. Con mi primer marido aprendí qué es eso que describen en algunos libros y películas de dormir con un ojo abierto. Eso para lo que se entrenan los soldados profesionales, como en El Guardaespaldas, por ejemplo. Que duermen pero son capaces de despertarse absolutamente alertas en menos de un segundo. Esa capacidad la desarrollamos las personas maltratadas. En cuanto escuchas el sonido de la puerta al cerrarse te despiertas automáticamente, inmediatamente, completamente.

    Qué jodido es todo, tío…

    Pero, ya puestos a comentar sobre mi historial, hubo algo que me ayudó a salir de la vorágine del maltrato. Tres años después de separarme me atrajo (de nuevo) un chulo maltratador psicópata (ahora ya los reconocía). Tuve una relación con él en la que le explicaba que lo que me ponía bruta de él era que fuese un hijodeputa (no me preguntéis por qué esto es así, qué se rompe dentro de una para que el cuerpo responda así). Él me decía que eso le descolocaba, porque él potenciaba ese lado cabrón que escogiéndolo yo voluntariamente le desmontaba. En cierto sentido, escogerlo voluntariamente, me ayudó a controlar la situación. Así es que, al llevar yo las riendas, me alejé con facilidad de él para profundizar en ese lado oscuro de la dominación y la sumisión. No estoy diciendo que todos los que entran en el BDSM lleven consigo la mochila que yo llevaba, digo que yo entré en el BDSM para llevar yo el control en mi necesidad de maltrato. ¿Por qué se crea esa necesidad? No lo sé. Pero me ayuda a entender por qué hay mujeres que siempre terminan repitiendo sus historias de maltrato, pasando de la sartén a las brasas una y otra vez.

    A veces me gustaría leer sobre este tema para conseguir comprenderme mejor, pero no he conseguido encontrar estudios que mezclen los maltratos en la infancia con el BDSM (que es algo libremente elegido y consensuado) de adultos.

  3. Carmen dice:

    Eva, puedes tirar del hilo si buscas información sobre terapia de sistemas, transgeneracional y constelaciones familiares.
    La teoría en la que se basan es que los clanes familiares actúan como un todo energético, donde cada miembro ocupa un rol, cualquier situación que afecte a uno de los miembros repercute en todos los miembros del sistema, mediante los vínculos del amor (que siempre están) y de lealtad al clan.
    En el caso de las situaciones de violencia éstas se perpetúan generación tras generación mientras no sean resueltas, haciéndolas conscientes y sanándolas. Mientras tanto podemos repetir patrones actuando inconscientemente, por lealtad al clan. Como si nos dijéramos internamente «en mi familia nos tratamos con violencia» o «las relaciones son una lucha de poder». Y aunque sean comportamientos que nos dañan, los seguimos manteniendo inconscientemente por lealtad al clan.
    Un abrazo!

  4. Dora Savage dice:

    Un artículo realmente impactante y valiente. Estoy de acuerdo con lo que dices (y decís) e intuyo que la decisión de abrir la Caja de Pandora nunca es ni mucho menos sencilla ni nunca se tiene la total seguridad de que luego vayamos a querer cerrarla. Suerte con la decisión que tomes, me encantará saber qué ocurre al final y cómo reacciona la familia si se toca este tema.

    Un abrazo.

  5. Me han encantado los vídeos de Pamela Palenciano, tienen un mesaje precioso. Sobre todo me gustó lo que dice que el problema del maltrato hay que solucionarlo en los hombres, no en las mujeres. Ahora mismo hace falta un feminismo hecho con la colaboración de los hombres y dirigido a los hombres, si no seguiremos repitiendo los mismos patrones culturales machistas que llevan al maltrato de la mujer.

    En cuanto a lo de la familia, mi madre aportó su propia solución personal. Durante los dos últimos días de su vida grabó unas memorias para sus hijos donde relataba detalladamente su relación con mi padre, los momentos buenos, los momentos malos y los momentos de maltrato. Alguna de mis hermanas se ha visto envuelta en situaciones de abuso doméstico y mi madre y los hermanos nos hemos puesto enseguida a su lado. El maltrato no tiene que perpertuarse generación tras generación.

    • Isa dice:

      Al menos tu madre dió ese paso. Yo no he sabido distinguir quien de los dos era peor. Y guardo muy mal recuerdo de los dias anteriores a su muerte. Una de esas noches me tocaba quedarme con ella, pero el se ofreció a quedarse, como yo estaba muy cansada porque los hospitales agotan le dije a él que sí, que podía quedarse por mí. Al día siguiente cuando aparecí ella me miró con odio y me recriminó el haberlo dejado a él quedarse, alegando que estaba borracho y había montado no sé que numero en la habitación (que era compartida), y ese es uno de los últimos recuerdos de ella. Su odio hacia mi, por algo que mientras vivía yo no terminaba de entender. (Porque durante años ella usó contra mí y mi hermana un lenguaje ofensivo, y sé que incluso llegó a decir cosas horribles en relación a nosotras y mi padre (Cosas imposibles porque yo no mantenía con él ningún tipo de contacto.Estaba casada y no lo veía nunca.De coincidir era en la calle cuando él pasaba con el coche y nos saludabamos casi como extraños) Esas elucubraciones motivo de sus celos o no sé qué, no he podido llegar a perdonarselas.

    • moscacojonera dice:

      Enhorabuena porque tu madre decidiese que tratáseis en familia abiertamente el tema del maltrato.

  6. Isa dice:

    Ya es triste que tu padre sea un maltratador (tambien fué maltratado en su infancia), pero más triste aún es no poder ponerte del lado de la victima (tu madre), porque a fuerza de años de vivir en tensión, se descolocó de tal forma que mediante un acoso psicológico, mezcla de celos, odio, dependencia, y no sé yo que más, consiguió separar a sus hijos (cinco en total) entre sí, y a todos y cada uno de ellos contra el padre, que si bien hacía blanco en ella, no lo hacía en los hijos, o al menos yo no tengo constancia (yo veo su actitud para con nosotros no como un maltrato en sí, sino como una forma de vivir y trabajar que era la única que conocía, enseñaba en la forma de comportamiento y de ganarse la vida, lo que antes le enseñaron a él), lo que no veo de justicia es el maltrato para conseguir una obediencia, eso que tanto se ha dado tambien en nuestras escuelas religiosas(asistí a una de ellas en mi primera infancia). Ahora, fallecida ella, no tengo familia o casi. Mis hermanos varones, machistas a tope, son unos extraños para mí, y mi única hermana está comenzando a abrirse y a nuestros cincuenta años hemos empezado desde el principio, o lo intentamos, compartiendo experiencias, información de lo que ha sido sus vidas y la mía (me casé y fuí mamá con 20 años), y si bien no he sufrido violencia fíasica, sé lo que es estar sentada, oir la llave y saltar como un resorte, sé lo que es dormir días, semana y meses en un sofá porque hacerlo en la cama significaba sexo sí o sí. Sé lo que es volverte una desmemoriada para olvidar según que cosas (doy fé de que la memoria es selectiva), y la mente lo hace para poder seguir día a día cumpliendo su función que es intentar buscarle a la vida algún sentido. Solo intentando mantener una cordura que cuesta muchísimo conservar, puedes intentar, solo intentar hacerle el menor daño a tu(s) hijo(s). Fuerza, compañeras supervivientes, que no solo sobrevivientes.

  7. cris dice:

    Un post muy valiente y unas reflexiones muy valientes tb. Gracias x compartirlo!

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