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Hoy es Bi-ernes (5) : «Las buenas compañías» (cuarta y última parte)

30 agosto, 2013 a las 11:00/ por

Y hoy ya la última parte de este repaso de mi vida en cuanto a la orientación sexual. Toda esta parte ya os sonará más, es mucho más reciente. Al final hablo de las etiquetas, de cuáles usar, que si bisexual, pansexual, queer… Lo que he contado otras veces, pero ahora incluido en este texto. Allá vamos. Y gracias por haberlo seguido hasta aquí.

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«No mucho tiempo antes, al contactar con el grupo poliamor, encontré «The Ethical Slut« («Etica Promiscua», que he traducido al castellano). Y fue una cierta sensación de epifanía encontrar una guía práctica para manejarse dentro de las dinámicas de relaciones abiertas sin tener que seguir unas prácticas determinadas, ni respetar unas identidades determinadas sino que el punto en común eran unos mínimos de honestidad, de principios, de comportamiento ético, contigo y con los demás.

En 2007 empecé a organizar fiestas para mis amistades, que provenían de un montón de colectivos distintos dentro de las sexualidades y afectos no convencionales, pero también colegas del trabajo, amistades de toda la vida… Una variedad que iba en muchas direcciones, que venía de grupos muy diferentes.

En 2008 llegó la idea de traducir el nombre «The Ethical Slut» al castellano por «Golfxs con principios». Sé perfectamente que slut es zorra, pero es imposible trasladar exactamente el sentido de slut en inglés, su uso tan común en muchos terrenos extendido gracias a la comunidad gay y que se ha extendido fuera de ese colectivo, un fenómeno que no ha sucedido en castellano.. Y viniendo de un idioma que no está cargado de género en cada adjetivo, en cada nombre, en cada frase, en cada palabra.  Golfxs (con una x para recordar la idea de que se refiere a cualquier género, para que cualquier persona se pueda identificar independientemente de su género) me parecía un buen equivalente. Y los principios parecían algo más cotidiano, más común que la ética.

Y se dio el milagro: Muchas personas, muchas amistades, se identificaron inmediatamente con ese nombre, con esa palabra. Se llamaban a sí mismas golfas y golfos con principios. Reconocían en esa palabra la idea de que se podía ser BDSM un día, swinger al siguiente, poliamor otro día, o no verse parte de un colectivo concreto obligatoriamente. Veían la posibilidad de contactar con otras personas que le dan un papel importante al sexo, pero sin que pase a ser lo único en torno a lo que gira su vida. Otras personas que socializan teniendo el sexo como elemento común, sin que necesariamente se tenga que tener sexo o se presione para que suceda. 

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También veían que se podía ser parte de un grupo donde entraban identidades y prácticas de colectivos que aunque tienen unas prácticas sexuales o relaciones afectivas no convencionales, no contaban con un potente grupo de presión luchando por sus derechos: bisexuales, crossdressers, bdsm, fetichistas, fans de las perversiones* y el sexo más duro, gente promiscua, poliamor, relaciones abiertas, gente con curiosidad por esos temas, pansexuales… Y el libro pareció una guía perfecta para crear un grupo que visibilizase esa red, que mostrase que todas esas personas estábamos en el mismo bando, sin tener que limar diferencias, sin tener que renunciar a las particularidades, sin tener que ser normativas, sin tener que ser polinormativas, o gays normativos, o lesbianas normativas. Ese es uno de los retos de lo que se organiza en Golfxs con principios: Es fácil publicar algo, organizar algo para un colectivo homogéneo, sea por orientación, sea por sus prácticas o por su nivel (si todo el mundo busca experiencias extremas, por ejemplo). En lugar de eso, se prefiere jugar, por ejemplo, con la incertidumbre de no saber nunca si en un evento la mayoría será de un colectivo o de otro, de un nivel o de otro. Es más complicado conseguir que se pueda tener sexo en público sin que hagan un corro alrededor, al mismo tiempo que no se presiona a quien ese día o en ese momento no le apetece hacer nada… Cuando para una persona un fisting doble es la practica extrema que espera llevar a cabo, para otra que nunca ha hecho nada puede resultar igual de extremo estar casi desnuda en público o besarse con alguien de un género distinto al habitual con el que suele relacionarse… La transgresión puede darse a muchos niveles muy distintos, cada persona en su momento de evolución personal. 

Uno de los mantras de «The Ethical Slut» es que busca liberarnos y hacer posible que construyamos a nuestro alrededor el mundo en el que nos gustaría vivir. Golfxs con principios ha surgido con la intención de poner al alcance de todo el mundo las herramientas para crear ese mundo alrededor. El libro como guía práctica, Golfxs como el lugar donde encontrar herramientas en tu ciudad para llevarlo a la realidad. Golfxs con principios trabaja para que todas las opciones de sexualidades y afectos no convencionales se vean como algo más natural; no para normalizar, no para forzar a que tengan que ser de una determinada manera excepto por respetar siempre el consenso. Para que se vea que en lugar de la filatelia, la escalada, el tenis, el coleccionismo, etc también se puede tener sentir afición por el fetichismo, o cualquier otra opción personal que respete el consenso de las personas implicadas. Y esa labor se lleva adelante mediante publicaciones, traducciones, servicios, charlas y eventos. Una labor que acaba cuestionando la normatividad en muchos terrenos, sean los de la heterosexualidad o de otros ambientes, siendo un terreno intermedio donde muchas mezclas son posibles.

Quizá «The Ethical Slut» consiguió traerme de vuelta a ese espacio no normativo que era el ambiente universitario, a un espacio donde muchas prácticas e identidades son posibles a la vez, o al menos donde yo me siento de esa manera, donde un día puedo ser muy macho o todo lo contrario, muy gendefuck o aparente dentro de la normatividad, nada exhibicionista o dar el número, pansexual o ser poco sexual, cada día una cosa… y que siga teniendo un hueco. En ese caldo de cultivo se han ido ampliando mis posibles opciones de identidad, de prácticas, me siento con más libertad que siendo parte de un colectivo concreto.

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Como final dejo el manido tema de las etiquetas. Es habitual oir la frase de “Yo no me defino con etiquetas”. Que sí, queda bonito, pero es poco realista. Cuando alguien les pregunta por su orientación sexual ¿cuentan su biografía sexual completa para que la otra persona saque sus propias conclusiones?. Cuando le preguntan por su género, por su profesión… ¿qué hacen?. ¿No usan etiquetas?. Eso aparte de lo injusto que me parece considerar que no se necesitan etiquetas siendo una persona blanca, con un cierto estatus, occidental y para la que su orientación o identidad no es algo obvio, imposible de esconder.

Sí me parece razonable evitar las etiquetas si se entiende que la propia identidad está en ellas, si esas etiquetas van a limitar lo que se puede hacer o no. Pero parecen bastante útiles para decir, de manera resumida, algo que llevaría mucho más tiempo decir, como ser bisexual o no.

La otra es qué etiqueta utilizar ¿bisexual, pansexual, queer?… Como dice Tristan Taormino «La verdad no me identifico con la etiqueta «bisexual», ni siento que me describa correctamente… Me veo como queer, porque para mí queer no es sólo sobre quien amo o deseo, sino sobre mi cultura, mi comunidad y mis ideas políticas. La verdad es que, aunque estuviese con un hombre heterosexual, sería una lesbiana queer».  Identificarme como queer define una postura determinada, unos objetivos políticos determinados, alianzas con determinados colectivos, una visión muy concreta del género y las orientaciones sexuales que comparto. Y también comparto con Taormino y mucha más gente que bisexual precisamente polariza los géneros, como si sólo hubiese dos, cuando en realidad soy fan de la metáfora «el género es un universo en el que todo el mundo es una estrella«, popularizada por Lacey Roop en su poema «Gender is a Universe» (“Gender is a universe and we’re  all stars”)

Pero también reconozco que con esa palabra, queer, según dónde se diga, no sabrán a qué nos referimos. Y lo mismo pasa con pansexual. Por eso la adapto dependiendo de la persona a la que me dirijo y si bisexual es la palabra que entiende para decirle que no soy heterosexual, pues con esa me vale en esa ocasión, como cuando se lo conté hace años a mi madre y mi abuela. 

Espero que contado cronológicamente y como un relato de mis descubrimientos personales ayude más a que las experiencias de otras personas se comparen y reflejen. Y que también ayude a entender mejor cómo se fueron relacionando diferentes facetas de mi vida para ser como soy hoy día. 

Como resumen, y tras oír las experiencias de amistades LGTB en entornos más hostiles, soy consciente de la suerte que he tenido, de las buenas compañías que a menudo me han rodeado y han hecho que todo este proceso fuese mucho menos traumático de lo que puede llegar a ser.

 

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*Perversiones: Esta palabra la uso siempre con carácter positivo, utilizando la conocida estrategia de reapropiación y resignificación.

Como curiosidad, las chapas corresponden a: A. LGBT Rainbow. B. Straight Ally. C. Bisexual D. Pansexual E. Polyamory F. Lesbian G. Lipstick Lesbian H. Asexual I. Androphilic J. Androgynephilic K. Gynephilic L. Panromantic M. Autoromantic N. Polysexual O. Demisexual P. Aromantic. La imagen salió de aquí.

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