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«La culpa también es tuya»

18 agosto, 2015 a las 11:00/ por

La idea básica detrás del trabajo de cualquier activista —del tipo que sea— es querer mejorar su entorno, sea más o menos amplio. Y eso hay quien lo hace comportándose de una determinada manera o convenciendo mediante texto (en redes sociales principalmente) usando argumentos, quejas, acusaciones y todos los recursos dialécticos que tenemos. Pero hay un sistema al que se recurre a menudo y que, a pesar de que aparenta funcionar de manera inmediata, no consigue a la larga los cambios que esperábamos: Crear mala conciencia. Algo que abunda mucho en las redes sociales.

¿A qué llamamos activismo? La academia se lo llama a la «dedicación intensa a una determinada línea de acción en la vida pública». Si hacemos caso a google, se le llama a «actitud o comportamiento de las personas que participan en movimientos, especialmente de tipo político o social». La wikipedia lo amplía más, pero la idea en el fondo es lo mismo: Dedicación a una determinada línea de acción.

 

 

La persuasión

La pregunta es ¿para qué se lleva a cabo ese activismo? Pues en la mayoría de los casos, para cambiar a mejor algo de nuestro entorno en mayor o menor grado, sea en nuestro círculo de amistades, colectivo, ciudad, país, etc. normalmente en el ámbito social, político, económico, religioso… En realidad no buscamos cambiar «cosas», sino cambiar la opinión (y como consecuencia el comportamiento) de personas de nuestro entorno. La persuasión de toda la vida:

«La persuasión es la influencia social de las creencias, actitudes, intenciones, motivaciones y comportamientos. La persuasión es un proceso destinado a cambiar la actitud o comportamiento de una persona o un grupo hacia algún evento, idea, objeto o persona(s), mediante el uso de palabras para transmitir información, sentimientos, o el razonamiento, o una combinación de los mismos.

Es el proceso de guiar a la gente hacia la adopción de una idea, actitud, o la acción mediante significados racionales y simbólicos (aunque no siempre lógicos). Es una estrategia de resolución de los problemas que confía en «peticiones» más que en la coacción. De acuerdo con la afirmación de Aristóteles, «la retórica es el arte de descubrir, en cada caso en particular, los medios adecuados para la persuasión».

Hacer que alguien adopte una manera de pensar o de actuar mediante el uso de argumentos ya sea que cambien sus pensamientos y opiniones en creencias, o métodos de ver la vida.»
(fuente)

 

 

La persuasión ha acabado teniendo mala fama, probablemente por los pocos escrúpulos que se tiene a veces a la hora de vender, con lo que se ha acabado identificando persuasión con engaño. Pero a fin de cuentas lo que estamos intentando es dar a conocer nuestro punto de vista y conectar con quienes piensan igual, cuando estamos dando charlas, escribiendo, yendo a manifestaciones, colaborando entre bastidores… : Buscamos que se produzca ese cambio, por eso se le dedica tanto tiempo y energía.

¿Y cómo hacemos que otras personas cambien de manera de pensar? Sabiendo de lo limitado de la wikipedia, puede estar bien citar unos pocos sistemas de persuasión, como la prueba social o imitación del comportamiento de otras personas, o la reciprocidad, basándose en que «la gente tiende a devolver un favor», o haciendo que la gente se comprometa a algo, o por un argumento de autoridad, es decir, dicho por alguien a quien se le otorga autoridad en algún campo. O la propaganda, o decir las cosas de una determinada manera que, aún siendo verdad, no es imparcial, tratando de «convencer al mayor número de personas acerca de la veracidad de un conjunto de ideas».

 

 

Eres culpable pero yo tengo la solución

Este es un sistema muy antiguo de manipulación: Explicarle a alguien cuáles son las consecuencias de sus actos hasta convencerle de lo nocivo que es, hasta que te sienta culpable… y entonces ofrecerle la solución: «Si haces lo que yo te digo, dejarás de sentir esa culpa». Sistema milenario de muchas religiones y similares, y que tenemos en versión light en la publicidad: «Hueles mal pero con este desodorante, solucionado»…aunque desde el principio tu olor corporal no tuviese nada de especial. Y aparte de religión y publicidad, se usa a veces en el activismo.

 

 

Personalmente lo he vivido durante algunos años en el activismo «altermundista», aunque no es exclusivo de ese ambiente, como se puede comprobar leyendo comentarios en redes sociales. Al final, la estrategia se resumía —y se resume— en basarnos en la superioridad moral o intelectual que le damos a lo que pensamos/hacemos y en la crítica que hacemos a la actitud o acciones de otras personas, no mediante un razonamiento que analice su posición sin enfrentamiento (las redes sociales tampoco ayudan demasiado a eso), sino echándole en cara las consecuencias que tiene lo que hace en las vidas de otras personas o simplemente ridiculizando su posición.

En realidad ese enfrentamiento persona a persona puede provocar una satisfacción inmediata a quien «sale ganando», pero tiene un par de problemas: El primero, que es un sistema que funciona muy mal para causas complejas. Crear mala conciencia, crear sentimiento de culpa, hacer que la otra persona se sienta mal (para ofrecerle la solución) es por ejemplo muy útil cuando hablas del miedo a la muerte y le ofreces una vida eterna, no hay mucho más que hablar. Miedo y alivio. Pero es muchísimo más complejo cuando intentas analizar, por ejemplo, por qué la ayuda a «países en desarrollo» no funcionará nunca si al mismo tiempo se les hace firmar contratos que los arruinan.

 

 

El otro problema es que es agotadora esa manera de hacer activismo. Quienes estábamos en aquellos grupos de activistas no entendíamos por qué, estando tan claro el problema y las soluciones, casi nadie hacía nada. Insistíamos una y otra vez, pensábamos mil sistemas para explicarlo (cineforum, charlas, etc) y nada, no calaba. Y sigue sin calar, a pesar de que tengo la certeza de que el análisis económico y legal es la via para saber cómo están construidas realmente las desigualdades en el mundo… De quienes estábamos metidos en aquello, creo que no queda nadie en esa organización.  Quizá es que «escogí mal caballo en la carrera» y resulta que hay muchos resultados positivos en muchas otras organizaciones con las que no he trabajado… Son muchos frentes que deberían haber cambiado a mejor hace décadas y no dejan de ir a peor. O esa sensación tengo yo. Que seguimos sin resolver cuestiones básicas ¿el hambre?¿aún estamos así, que haya quien se muera de hambre?¿enfermedades fácilmente curables de las que se muere medio planeta?¿que no se pueda tener una vivienda digna mínima, que te puedas morir en la calle?¿todavía con la esclavitud?¿millones de personas refugiadas en exilio forzado?¿la cada vez mayor diferencia entre el 1% más rico y el resto más pobre?¿las mujeres y criaturas todavía consideradas propiedad masculina?¿que sea tan complicado salirse de las dos categorías de hombre y mujer, tanta gente sufriendo con identidades que no saben dónde colocar?¿tantos armarios? Hemos avanzado desde los años 70 pero…

En resumen, bajo todo esto está la desesperación —idealista, lo sé— que alguna vez se siente al ver que tanto empeño, tantas horas, tantos tuits, tanto escrito…y tener a veces la sensación de que no se avanza, porque la verdad es que los cambios son muchísimo más lentos de lo que imaginábamos que iban a serlo. Y a veces incluso las cosas van a peor

 

Con los años he llegado a la conclusión de que en las organizaciones hace falta un trabajo mucho más metódico, sistemático, sostenido, a largo plazo, en varios frentes simultáneamente, para conseguir resultados palpables, como el que por ejemplo creo que tiene Greenpeace y que explica (en parte y a nivel básico) en su manual para hacer campañas (¿alguien sabe de más manuales de este tipo?). En su caso, han conseguido concienciar mundialmente sobre algo que hace un tiempo se creía que era sólo la causa de cuatro hippies… No está nada mal. Y consiguen que al final sí haya alguien culpable: Quien es realmente responsable de lo que está sucediendo, en lugar de hacer sentir culpable a la persona a la que se intenta convencer.

Con organizaciones es más fácil medir los resultados, saber en qué medida va mejorando, si es mejor la manera de trabajar de Greenpeace, de Ecologistas en Acción u otra similar. Es más complejo con colectivos inmensos, como el feminismo o el LGTBQIA, porque son miles de organizaciones y pequeños proyectos en varias direcciones. Se mida como se mida, lo que está claro es que queda mucho trabajo por hacer, y que no se puede dar nada por sentado: Los derechos que tenemos hoy los podemos perder mañana, como pasó en Rusia.

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 La imagen principal, de aquí

 

 

3 Comentarios a “«La culpa también es tuya»”

  1. Jam dice:

    De hecho como decias en otro post, algunos derechos los estamos perdiendo ya: aborto, ley mordaza, sentencias desfavorables al nudismo en playas, quitar menus vegetarianos en las escuelas,etc, etc.

    Puede que unos derechos sean mucho mas importantes que otros, pero poco a poco van preparando un futuro peor.

    En resumen muy resumido mi experencia: todos contra algo muy concreto, funciona.
    Pero si empezamos a querer abarcar muchos frentes, la gente tiene diferentes ideas y se diluye la fuerza en debates mas o menos «esteriles».

    Es algo asi como la derecha (sig) toda unida y la izquierda fragmentada en mil matices. ¿Os suena?

    No sigo que me enervo…

    Pero gracias por el post y gracias activismo.

  2. Me ha gustado mucho el post. Quizás deberíamos reflexionar en lo destructivas que son las emociones de la culpa y la vergüenza y dejar de usarlas indiscriminadamente como herramientas políticas. Es mejor motivar a la gente con mensajes positivos.

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