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La vida se va tejiendo hilo a hilo

17 junio, 2019 a las 18:21/ por

«La vida es lo que te sucede mientras te estás ocupando de hacer otros planes». Se puede usar la famosa frase popularizada por Lennon* para explicar eso que nos sucede a menudo: no sómos capaces de concretar por qué, pero nos hemos ido distanciando de amistades, de familiares, de exparejas. Tenemos muy claro cuándo y cómo fue la ruptura, cómo fueron los momentos importantes, pero es mucho más difícil darse cuenta de por qué ya no hablamos, por qué ya no nos abrazamos en la cama, por qué ya no nos llamamos al estar en la misma ciudad….

Es la forma en la que se da todo en la vida: no sabes cómo es posible pero poco a poco, el pantalón ya no te vale. O tardas mucho más en recuperarte de las resacas. O te has ido olvidando de lo estudiado en la carrera. O toda esa ropa que no te pones. Lo desencuentros (o encuentros) se van dando poco a poco. Cada día te acuestas un poco más tarde para no coincidir con tu pareja en la cama. Cada día te lías más y más con el móvil mientras estáis delante de la tele, y saca su móvil, y como ves que sigue escribiendo, tú sigues mirando cosas y cada día durante más tiempo…

 

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Ese proceso no sólo sucede para lo que va decreciendo, sino también para lo que va aumentando: que cada día tengas más confianza con alguien, que cada día te guste más trabajar con alguien, que cada día te lo pases mejor charlando con alguien. Así es como nos vamos enredando con alguien  o distanciando de alguien: gota a gota, paso a paso, minuto a minuto. Es una de las metáforas que uso al hablar de relaciones: cada relación es como un tejido, que cada día se va tejiendo hilo a hilo. Y son esas chorraditas, esos pequeños detalles, esos hilos los que van reforzando cada día más esa relación. Y a veces, en vez de un nuevo hilo, algo la deshilacha un poco. Cuánto más se va hilando, más se va reforzando. Cuánto más se va deshilachando, más débil se hace. La vida, las relaciones humanas no avanzan en una sola dirección. Hay días que se teje y se refuerza más, hay días en que se va deshilachando.

No son sólo los grandes eventos, los grandes momentos, los que determinan hacia dónde va evolucionando una relación. Esas grandes ocasiones son más fáciles de prever, de calcular hacia dónde nos dirigen. Son esas pequeñas cosas dónde nos vamos encontrando o desencontrando todos los días las que dan ese resultado en el que nos acabamos encontrando sin darnos cuenta. Y es estando presentes en cada uno de esos momentos cuando nos damos cuenta que estamos con alguien que ha pasado a tener una mayor relevancia en nuestra vida por la razón que sea.

Y vamos tejiendo día a día. No es posible dormir durante cuatro meses todo lo que dormiríamos a lo largo del año. No es posible acelerar el ritmo de la noche y el día. No es posible acelerar ese tejido de confianza que se va creando día a día (aunque sí es posible romperlo en un día al perder la confianza). Cada vez que se quiera ir reconstruyendo esa confianza, tendrá que ser día a día. A vecces, por circunstancias concretas, esos hilos son más resistentes. Están hechos de experiencias muy profundas que «cementan» la relación, de experiencias que producen unos hilos de los que te fías más que el resto, que sabes que son más resistentes que el resto. Pero aún con esos hilos, se va a seguir tejiendo a ese mismo ritmo humano. El ritmo al que duermes, al que respiras, al que se hace tu digestión, al que avanza la sangre por tus venas… Muy poco a poco.

Eso sí: en estos tiempos de recetas mágicas, creencias milagrosas y prisas, conviene no olvidar que esto no explica TODO lo que sucede en las relaciones. Pero si es un componente muy importante de cómo se van formando. A eso hay que sumar otros muchos factores, como las circunstancias personales, económicas, culturales, ideas y conceptos que enmarcan nuestra forma de pensar y entender la realidad, experiencias previas y, como siempre, el marco desde el que se interpretan las experiencias.

 


 

*La frase original es «Life is what happens to you while you’re busy making other plans.», que Lennon incluyó en la canción «Beautiful Boy». En realidad la primera vez que se encuentra esa frase escrita en alguna parte es en enero de 1957, en Reader’s Digest, escrita por el escritor, periodista y guionista de cómic Allen Saunders.

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