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Los dos estilos de liberación sexual:
Años 70 y años 2000

5 enero, 2016 a las 13:03/ por

La retórica de la «liberación» de los años 70, la que se ha heredado en orgías y similares, es la de que hay que superar las inhibiciones, dejar atrás la vergüenza, disfrutar del sexo y el cuerpo, ver que el sexo es algo natural. Como si lo natural fuese bueno por ser natural. También son naturales las diarreas, las enfermedades, los terremotos o las plagas. Como si no fuese natural tener vergüenza a veces…  Más bien ese «natural» se refiere a una visión roussiana de que, si la sociedad no fuese tan malvada, si no se nos educase tan mal, si no se nos hubiese reprimido tanto, seríamos unos seres maravillosos, justos, amables, delicados…

Es la hipótesis represiva que llamaba Foucault (cuestionándola), la represión de la que había que liberarse según Wilhelm Reich, para llegar a una ¿libertad absoluta? Quizá a estas alturas haya quien tiene dudas sobre si esa libertad absoluta es posible o no, pero para quienes se lo han estudiado en serio saben que van de la mano cierto grado de represión con la civilización. Y tiene toda la lógica.  «Ojalá no existiesen las reglas». Esa idea tan ingenua. Si no hay reglas, siempre acaba dominando el más fuerte. La ley de la selva, el anarcocapitalismo llevado al sexo en público. Las normas son la libertad de quien es más débil y el freno para quien tiene una posición más fuete.

En nuestros espacios donde hay sexo en público inevitablemente conviven dos maneras de entender la «liberación sexual», la libertad sexual, la sexualidad convertida en pública: La de los años 70 y la de los 2000. Aunque internet se popularizó en 1995, pongamos 2000 para simplificar.

 

 

La de los años 70, como decía, promete que liberaremos nuestros sentidos, nuestra mente, dejaremos atrás nuestros prejuicios y vergüenzas a base de tratar como natural todo lo que antes estaba relacionado con la vergüenza y la represión. Se nos da permiso para todo… siempre dentro de un orden. Como suelo decir, qué raro que, si la libertad es total, no se mezcla el ambiente swinger con el gay, que haya que separar gays a una parte, heterosexuales en otra, bisexuales como mujeres, y una buena cantidad de orientaciones, prácticas (¿el BDSM donde está? Aparte) e identidades se quedan fuera del mundo de la «libertad sexual» para tener que buscar cada cual su libertad por separado.

La «libertad sexual» defendida a partir del 2000, con internet, es diferente. Del 2000 en adelante han ido pasando muchas cosas, gays, lesbianas, transexuales y bisexuales se ven como identidades que pueden convivir cuando quieren. Según van pasando los años se van aceptando más identidades, más propuestas diferentes, más experiencias nuevas… a cambio de ir separando cada vez más cada uno de esos colectivos. Cada vez son colectivos más «puros», porque ahora es INFINITAMENTE más fácil encontrar gente como tú gracias a internet. Y así, puedes organizar eventos muy específicos (sólo para hombres interesados en lluvia dorada, por ejemplo, o solo para crossdressers que se atrevan a vestirse en público) y que eso funcione.

 

 

Eso, unido a la cristalización de más y más identidades, de colectivos cada vez más pequeños, ha llevado a que se produzcan dos fenómenos en los nuevos colectivos:

El proyecto colectivo pasa a ser identitario: En lugar de centrarse en unas prácticas (BDSM, gays, etc) se pasan a centrar más en la identidad. Lo que conlleva un problema: Toda crítica a ese colectivo, a ese proyecto, se considera que cuestiona nuestra identidad, pasa a verse como personal.

Se tiene menos tolerancia a la diversidad: Aunque cada día hay más diversidad, más colectivos e identidades diferentes, cada vez se hace más complicado tolerar personas que sólo por lo que son o la manera en que viven la pertenencia a ese colectivo, cuestionan el proyecto o la identidad de ese grupo. Y como internet facilita encontrar «repuestos» para las personas que no se consideran parte de ese proyecto, se va perdiendo cintura para incorporar y convivir con identidades diferentes con las que SE COMPARTEN OBJETIVOS.

 

 

Esa era la parte positiva de los colectivos anteriores a internet: Era tan tan complicado encontrar a un colectivo que compartiese contigo tu visión utópica de la vida, que se admitía convivir con más diferencias, aunque siempre dominando los colectivos que siempre habían tenido una posición más cómoda: Los hombres más masculinos, jóvenes y delgados en el colectivo gay, las más femeninas en el colectivo trans mtf, los más promiscuos en los ambientes de sexo en grupo, la sexualidad masculina frente a la femenina…

Cada «liberación» tiene sus ventajas y desventajas. Ahí está lo complicado: Saber qué aprovechamos de una y de la otra para hacer unos espacios donde quepamos mucha gente, donde volver a reunirnos pero sin borrar las identidades diferentes que componen esa diversidad.

 

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imagen principal: https://www.flickr.com/photos/89573285@N02/8624450902/in/photolist-e93p3z-e93Cvn-e97yMm-dDM3Eh

 

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