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Perspectivas sexológica, psicológica y política de las relaciones no-monógamas

18 octubre, 2016 a las 16:00/ por

 

Las que comento a continuación son tres perspectivas pensadas para leer, comprender las relaciones que vemos a nuestro alrededor. La perspectiva que me resulta más cercana es la sexológica, pero aporto dos más, que ayudarán a dar matices a quienes vean el poliamor como «un todo» homogéneo, así como intentar dar alguna pista más a profesionales que trabajan con relaciones y parejas en caso de que no hubiesen detectado esta variedad posible en este tipo de relaciones y las consecuencias que implican. Espero que esto ayude a leer, a interpretar esas relaciones de manera más completa.

Las tres no se anulan entre sí sino que son diferentes maneras de aproximarse a este tipo de relaciones. Lo mismo se podría hacer desde la sociología, la Historia, etc.

La razón para escribir no es decir cual es la «manera buena» de tenerlas. Optar por un solo tipo de relación «aceptable» desde el activismo tiene el peligro de que terminemos defendiendo el Poliamor™, el «poliamor®, marca registrada», justo de lo que venimos huyendo, del «Amor®«, marca registrada, de un único modelo de relación, preexistente a las relaciones, donde todo el mundo debe encajar, donde todo el mundo debe poner sus aspiraciones y expectativas. Frente a eso está la opción de la construcción adaptada a la vida de cada cual, de acuerdo con sus principios y sus deseos, y que busca un acuerdo con las otras personas participantes en la relación.

 

 

 

Eros y los placeres

Entre las ventajas de la visión sexológica de la no-monogamia está su visión relacional y alejada de una visión patologizadora de diagnósticos y tratamientos. Eso nos permite, por ejemplo, contar con herramientas para observar la relaciones con dos o más vínculos simultáneos que nos facilitan un marco de interpretación, de lectura de esas relaciones.

El valor de esta perspectiva está en dejar de lado clasificaciones falsamente dicotómicas como el intento de definir el poliamor «de verdad» por ejemplo frente al que no lo sería. O entre «buenas» relaciones de las «malas». Las relaciones son un entramado muy complejo que rara vez pueden ser definidas por una sola de sus facetas. Este marco de análisis está pensado sobre todo para leer dichas relaciones, entenderlas y no para usarse como arma entre quienes defienden una postura o la otra sin matices, algo tan común en las redes sociales.

Así, desde una visión sexológica, el primer eje útil para entender ciertos desencuentros en las relaciones no-monógamas sería el de Eros y el hedonismo, o lo que vendría a ser el espectro que se mueve entre el campo de las relaciones y el de los placeres. Es importante entenderlo como un espectro. La idea no es dividir las relaciones no-monógamas entre las buenas centradas en la relación y «las malas que sólo buscan el placer». Primero, porque es complicado creer que alguien busque únicamente el placer sin desarrollar el más mínimo vínculo. Segundo, porque estaríamos dejando que se nos cuele por debajo de la puerta esa visión tan antigua de lo bueno que es el compromiso y lo malo que es «el sexo por el sexo» (interpretación errónea que se puede hacer al leer «los placeres»). La virtud y el pecado, el espíritu y la carne…

Como en toda relación, lo importante es que todas las personas implicadas sepan a qué están jugando, sean conscientes de los hilos con los que se va tejiendo su relación. Quizá esas personas, por sus circunstancias personales, momento vital, prefieren una relación más centrada en los placeres, lo hedónico, disfrutar el momento, del cariño de muchas personas, del afecto de todo un grupo y no implicarse en la vida diaria de otras personas en esa relación. O implicarse un poco. O bastante. Como he dicho, es una cuestión relacional: No hay un «demasiado poco» o «demasiado», sino que sólo nos parecerá mucho o poco en proporción de las relaciones anteriores que se hayan tenido. Y ese «demasiado» o «demasiado poco» no podemos saber, sin preguntarlo, qué implica, qué grado de compromiso, que nivel de cuidado…

Por otro lado, esas relaciones pueden enlazarse profundamente, dedicarse mutuamente mucho de su tiempo (de nuevo no hay ni mucho ni poco… Estudiando un máster/doctorado o trabajando 10 horas al día queda poco tiempo disponible, por ejemplo. Es el que se puede…), centrarse en crear un espacio donde crezca esa relación, reservar tiempo, darse prioridad mutuamente…

Distinguir entre los dos polos puede ayudar a entender desencuentros entre personas que oyeron hablar de poliamor, por ejemplo, y asumieron que todo el mundo estaba hablando del mismo tipo de relación. Dar por hecho el contenido de nuestra elección, dentro del concepto de poliamor o cualquier otra forma de relación no-monógama, hace que olvidemos valorar qué tipo de relación buscaba cada cual, qué límites veían necesarios, qué expectativas hay en la relación, a qué le llaman honestidad, cuidado, prioridad…  Dar por hecho el tipo de relación sería la manera de hacerlo dentro de la monogamia o cualquier otro comportamiento normativo (heterosexualidad, por ejemplo) donde se suele optar por imitación, rara vez fruto de una reflexión previa.

 

 

 

La perspectiva psicológica: Vínculos y afectividad

Para quienes no resultan claros los conceptos de la sexología, y en general para la mayoría de la gente (que tenemos mucha costumbre de oir terminología psicológica), esos polos vendrían a tener cierto parecido, pero en absoluto son iguales ni equivalentes, a los de afectividad y vínculos.

Es decir, nos puede ayudar a entender los conflictos entre dos o más personas el que, sin haberlo aclarado en ningún momento, sin haber sido conscientes al iniciarse esa relación, puede suceder que una persona busque disfrutar de la afectividad, del cariño, los mimos, la conexión emocional con varias (o muchas) personas, que sea eso lo que necesite. En nuestra vida podemos desarrollar afectividad hacia muchas personas, tener una gran proximidad afectiva con mucha gente (como en las familias muy amplias, por ejemplo). Pero ya es más complicado que tengamos más de 10 vínculos importantes. Vínculos con quien tenemos mucha cercanía, estamos al tanto de su vida, de su estado de ánimo, a quienes les podamos dedicar una cantidad suficiente de tiempo muy a menudo.

El vínculo, desde una perspectiva psicológica, sí tiene una serie de componentes necesarios —siguiendo los expuestos por Pepa Horno— y que no están presentes siempre en la afectividad: El primero es el tiempo que se dedica, porque sin el tiempo no es posible que se desarrolle ese vínculo. La presencia afectiva y física. Tener un proyecto de vida en común (sea el que sea, no necesariamente el de la «escalera de las relaciones»). Cierto compromiso público. El apoyo en las dificultades, la seguridad, el cuidado… El primer elemento, el tiempo, es uno de los que más determina la imposibilidad de establecer vínculos —que se puedan llamar como tales— con demasiadas personas.

 

 

Entrevista a Brigitte Vasallo: «El pensamiento monógamo genera identidades cerradas que operan con violencia» por La Entrevista del Mes en Vimeo.

 

Una visión política: Cuidados vs individualismo

Desde una perspectiva política/activista, es la postura de Brigitte Vasallo (la explicada en una de las últimas entrevistas que le han hecho, «El pensamiento monógamo genera identidades cerradas que operan con violencia”, a partir del minuto 13:30) la que más se acercaría a las perspectivas anteriores. Su apuesta y defensa es la de los vínculos que tienen un espacio para crecer, los que se desarrollan con tiempo, los que tiene los cuidados como una cuestión central. La alternativa sería la debilitación de los últimos vínculos fuertes que se mantienen actualmente. Como dice Brigitte en la entrevista, «si desmontar la monogamia es romper este último vínculo afectivo fuerte, para ser individuos individualistas, que van por el mundo como si todo el mundo fuese un gran supermercado, lleno de estanterías donde hay cuerpos de usar y tirar, afectos que usar y tirar, esto es como el desatre último. Esto ya es como el último triunfo del capitalismo sobre nosotras».

 

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