Resumen del «Sexo Oral» de enero, sobre la comunicación.
27 enero, 2014 a las 11:00/ por moscacojoneraDe la charla salieron una serie de puntos de vista, a los que les añado más detalles. Estuvo muy bien porque, afortunadamente, todo el mundo colaboró contando sus propias experiencias en la comunicación. Engaña el que se hablara muy a menudo de «la pareja», refiriéndose a comunicación «uno a uno». Conviene recordar que nos referimos a «cada pareja que forma esa relación poliamor o red afectiva», con personas en dos o más parejas simultáneamente.
La comunicación no es un añadido que hace que la pareja funcione mejor. No es un «plus» de buen rollo. No es un «algo más» para que haya mejor ambiente en la relación. Es tan importante como el sexo en esa relación. Hay un dato que deja claro lo fundamental del tema: Nueve de cada diez parejas que acuden a terapia de pareja lo hacen por problemas de comunicación, sin saberlo los miembros de la relación. Las personas implicadas acuden pensando que toda la crisis se debe al tema que está tratando, al tema que les ha llevado allí…cuando en realidad, si se comunicasen bien, con calma, con todos los puntos de vista claros, sin enviar señales contradictorias, podrían haber hablado de ese tema y simplemente llegar a un acuerdo.
La comunicación tiene otro problema añadido: Cuando existe el problema A (digamos, por ejemplo, quién se queda mañana con el bebé mientras la otra persona se va de juerga), se puede hablar sobre el tema y llegar a un acuerdo. Pero la conversación que surge como consecuencia de ese acuerdo que se quiere tomar puede convertirse (en caso de comunicarse mal, en caso de convertirse en «drama» en un NUEVO PROBLEMA. Tras haberse enviado señales y mensajes que se entienden como agresiones, ya no tenemos sólo el problema A (quién se queda con el bebé) sino también el problema B (entiendes que siempre te echo la culpa de todo, crees que te acuso injustamente, sacas cuestiones anteriores sin resolver, etc). Y si se sigue con esa comunicación-drama, se van añadiendo más y más CAUSAS de crisis (reparto de responsabilidades y todo un rosario de agresiones) a lo que sólo era cuestión de llegar a un acuerdo.
Antes de comunicarte, debes saber qué quieres.
Una de las recomendaciones básicas que dio hace poco Janet Hardy sobre este tema fue: Antes de cualquier comunicación, lo que hay que tener muy muy claro es saber qué queremos. En toda la literatura sobre poliamor/redes-afectivas/etc se hace hincapié una y otra vez en el mismo mantra para solucionar los problemas que pueda tener esa relación: Comunicación, comunicación y comunicación. Pero toda esa supuesta solución —la comunicación continua— no valdrá de nada si no tiene otras circunstancias o características.
La primera, lo dicho: Si no sabes qué quieres, puede que hables mucho, que te comuniques mucho, pero de poco va a valer. El supuesto bálsamo que podía suponer esa comunicación para que las cosas funcionaran mejor en la relación en realidad no hará nada si no se tiene claro qué se quiere, si se va cambiando cada día de plan sin saber hacia dónde se va, si cada persona entiende una cosa diferente por «poliamor», por «compromiso», por «mentir», por «sexo seguro». Antes de comunicarse es fundamental que las personas de esa relación tengan claro: ¿Hacia dónde queremos ir?¿cual es nuestro objetivo?¿cómo queremos ese futuro que vemos?¿vemos el mismo?¿cómo tenemos pensado llegar allí?.
El lenguaje no verbal y las dinámicas de la comunicación.
Aquí aprovecho para incluir lo que he aprendido por experiencia propia sobre el tema y se puede resumir en: Puedes creer durante décadas que te estás comunicando bien porque hablas mucho, cuando en realidad lo estás haciendo fatal. Pero entonces ¿cómo es posible que eso suceda sin que te des cuenta?. Pues porque cada vez que la comunicación acaba convirtiéndose en discusión y drama parece que el problema está en que es un tema MUY importante, y por eso TANTO drama. Cuando en realidad no es así: Cuantas menos dinámicas que se sigan por inercia mejor, cuantos menos mensajes de lenguaje no verbal contradictorios con lo que está diciendo mejor.
Y lo complicado de darse cuenta de los mensajes que mandamos sin querer con nuestro lenguaje no verbal (si cruzamos los brazos, si miramos con cara de malhumor, si prácticamente no hablamos, etc) y las dinámicas de comunicación (deducir el estado de ánimo de la otra persona por su tono de voz en lugar de preguntar, interpretar comentarios como críticas, ponerse a la defensiva por esa misma razón, etc…) que hemos seguido durante años es que son dinámicas aprendidas hace mucho, y que se repiten una y otra vez sin darse cuenta. Hace falta que alguien, mejor desde «fuera» de la relación, detecte esas cosas para ayudar a que la comunicación sea mejor.
Las palabras son importantes. Es mejor evitar palabras negativas, herir, usar generalizaciones («SIEMPRE haces lo mismo». «Lo que para es que ERES así»).
Conviene ser breves, no tirarse tiempo y tiempo hablando sin parar, debe fluir la conversación entre las dos personas.
Una señal de que algo no está yendo bien en esa conversación es si nos interrumpen o interrumpimos constantemente. Si no dejamos hablar a la otra persona. Si hay temas que nos digamos a discutir. Si
Quererse no es suficiente.
Uno de los mitos del amor: El amor todo lo puede. Como nos queremos mucho, nos vamos a comunicar maravillosamente: MAL. La comunicación es algo que se aprende antes de la relación, no depende de ella, no mejora con ella por arte de magia. Todos los errores que se pueden haber cometido antes a la hora de hablar, se van a seguir produciendo en esa relación. Un buen indicador del nivel de comunicación puede ser el dramómetro: Si hay dramas a menudo, igual el problema está en la manera en que se habla, no en los temas. Aunque también puede deberse a problemas anteriores no resueltos, a las circunstancias (el estrés añadido sobre la relación por causas externas como trabajar demasiado, estar en paro, familiares con problemas graves y mil causas posibles).
No funciona «discutir para ganar».
Comunicarse se hace, en caso de discrepancia para llegar a un acuerdo. Lo que sucede es que si contamos que los miembros de la relación son dos personas adultas, capaces, razonables y a quien queremos, es mejor recordar que comunicarse, hablar, discutir no se hace para GANAR a la otra persona. Es mejor olvidar esa idea de derrotar a tu oponente. Las dos personas tienen razón desde sus respectivos puntos de vista. ¿Hasta donde cedería yo para llegar a un acuerdo?¿hasta donde cedería la otra persona para llegar a un entendimiento? El acuerdo se alcanza negociando los límites de cada persona de la relación: Yo puede pedir y pedir hasta que me encuentro con los límites que tú me pones y lo mismo por el otro lado. Y si no se llega a ningún acuerdo, si es imposible….algo que no gusta oir: Si no se puede llegar a NINGÚN acuerdo, a lo mejor se debería dejar esa relación, estar en otra relación.
¿Mejor una vez a la semana o cuando surja?
Esto es una recomendación de The Ethical Slut / Ética Promiscua: Ponerse un día ¿a la semana?¿cada quincena?¿al mes? para discutir los problemas que pueden ir surgiendo, ver qué tal estamos. Puede parecer algo raro tenerlo previsto. Pero en su lugar ¿es mejor que las discusiones estallen en cualquier momento?. Si tenemos mucho trabajo, si las personas de la relación no tienen mucho tiempo para hablar, puede ser frustrante tener un tema del que nos gustaría hablar, un tema que nos parece importante, y no encontrar nunca el momento para hablarlo.
El no saber cuándo se hablará de ese tema puede ayudar a que aumente el resentimiento por no hablarlo, o por lo menos la incomodidad, el cabreo, aumentar la frustración… Tener un rato previsto para sacar temas serios e importantes puede ayudar a relajarse «ah, bueno, esto ya lo hablaremos el domingo».
Negociar el desacuerdo.
Cuando hay enfados se recomendaban algunos trucos para que el resultado fuera mejor que mediante el sistema del «combate a cuerpo abierto» sin más. Algunos como:
- Tener palabra de seguridad: Acordar una palabra clave para decir con ella «lo siento, me he cabreado demasiado y necesito un pequeño descanso».
- Darse plazos para reducir el enfado. Lo que a veces se conoce como «darle un tiempo de cocina». Es decir, no porque sea espontáneo es mejor, no porque sea más parecido a un estallido es mejor (a menudo es al contrario), sino que quizá sea recomendable repensarlo un poco, poner nuestras ideas en orden, no dejar que la ira nos ciegue y volver a la discusión con el espíritu más calmado.
- Observadores neutrales:. ayuda que alguien, —mejor si es imparcial, si no va a tener más preferencia por una persona que por la otra, no hace falta que sean necesariamente terapeutas— puede estar presente en la discusión, porque es mucho más fácil de ver «desde fuera» si una de las dos (o más) personas está abusando en esa conversación, si no está dejando hablar a la otra persona. O también poder ver desde una postura neutral que se están acalorando demasiado, poder aconsejarles que lo hablen con más calma. O recordarles que están generalizando («SIEMPRE haces eso»), o siendo demasiado crueles, o que están manipulando a la otra persona.
Comportamiento pasivo-agresivo.
Una de esas situaciones en las que ayuda tener a una tercera persona observando la discusión es cuando una de las dos personas recurre a comportamientos pasivo-agresivos, es decir, que en lugar de decir claramente qué quiere, recurre a otros medios para conseguir lo que quiere, sea mostrándose como una víctima herida, regodeándose en lo mal que está, para conseguir que la otra persona se incline más a cumplir lo que esa persona desea en lugar de sus propios deseos. O el silencio. O negarse a hablar de determinados temas… No siempre se recurre a esos comportamientos con una intención consciente de manipular sino que pueden ser conductas aprendidas desde muy joven o incluso desde la infancia. Es decir, comportamientos de los que no somos del todo conscientes que estamos manipulando. Por eso es útil que haya personas «externas» presentes en la discusión, personas a las que ese «chantaje» no les afecta en absoluto, pueden detectarlo y animar a que las diferencias se hablen, a que se llegue a acuerdos hablando, y no mediante otros comportamientos.
Otras cosas que aprendimos en la charla.
Lo negativo nos permite aprender.
Es algo parecido a los celos: Lo negativo nos permite saber más sobre cómo somos, sobre cómo es la otra persona/s, sobre cómo es la relación, qué se está buscando…
Es mejor no tener tele o ponerla poco.
Personas con redes afectivas en las que convivían en la misma casa vieron que era mejor estar sin tele, les ayudaba a hablar mucho más entre todos los miembros de esa relación abierta.
El humor ayuda a relajar las cosas.
Con humor no se referían a hacer bromas a la otra persona (que puede parecer que no se toman en serio sus preocupaciones), o burlase de algo que haya dicho, sino por ejemplo, lo que comentaron sobre tener una «palabra de seguridad» que sea graciosa para decir «estoy en un punto en que no puedo seguir discutiendo, me he acalorado demasiado y necesito unos minutos para desconectar».
A veces ayuda poner las ideas por escrito.
No siempre hay que entrar a hablar sin guión. A algunas personas les resulta más fácil poner sus ideas en orden antes de discutir, y el acto de escribirlas les ayuda a verlo de manera más calmada, a darle vueltas al tema, a verlo de otra manera. También ayuda escribir aunque nadie más que quien lo escribe vaya a leerlo. Sólo para verlo todo junto, para ver cómo nos sentimos.
¿Hasta dónde contar?
Parece que el resumen podía ser «hasta donde pida la persona que recibe la información». Si me quieres contar sobre cómo follaste ayer por la noche con tu otra pareja, mejor deja que yo te pregunte por más detalles, no me lo sueltes según te apetece. A lo mejor no es el mejor momento, a lo mejor me es suficiente con saber que tu vida sexual con la otra persona te va estupendamente…
Y es importante no olvidar que todo el mundo comete errores. Que seguramente nos comuniquemos mal a veces, o a menudo, o que no lo hagamos demasiado bien. O que visto tiempo más tarde, nos demos cuenta de lo mal que lo hicimos. La cosa es aprender de ellos.
La imagen salió de http://www.flickr.com/photos/pshanks/411196422/
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