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Sobre la prostitución en España (y mi experiencia personal)

16 enero, 2008 a las 9:20/ por

El otro día traduje un artículo sobre la prostitución en Londres… parece que en El Pais leyeron el mismo periódico y han decidido escribir uno pero con el tema en España.

«El acercamiento a la prostitución por parte de las nuevas generaciones -mujeres incluidas- resulta algo socialmente aceptado: son muchas las despedidas de soltero que terminan en un club o con compañía de pago. La oferta, inconmensurable en la última década debido a la explotación sexual de la inmigración -se calcula que hay unas 300.000 prostitutas ejerciendo en España-, es vista como una opción de ocio por los jóvenes, que, sin reparar en la trastienda del negocio, a menudo en manos de mafias, están contribuyendo a que el perfil del cliente se transforme: hoy tiene en torno a los 30 años de media, según algunas fuentes.»

El perfil que pintan es similar. No es algo que se hace a escondidas sino otra opción de ocio, como dice Hetaira en el artículo:

«Cristina Garaizábal, portavoz de Hetaira, celebra que «la prostitución esté saliendo de la clandestinidad y emancipándose de la doble moral. Que cada vez haya más jovencitos demuestra un acercamiento con menos prejuicios. Es algo que ya no se hace a escondidas, porque la prostitución es un servicio más, una opción de ocio. Sería lógico que el estigma que tradicionalmente recae sobre las prostitutas fuera diluyéndose y que a la vez se reconozcan sus derechos laborales. Eso permitiría luchar con mucha más eficacia contra la explotación y el abuso, rayano en la esclavitud, que se ejerce sobre muchas de ellas».

No estoy tan seguro que ahora se vea tan normal… sospecho que hablando esos chicos con sus parejas, no dirán nada.

Y aparte de eso… ¿qué relación he tenido yo con la prostitución?

De siempre he tenido una relación distante con el tema. No es algo que fuese normal en mi círculo de amigos de la universidad. En Santiago el ambiente era muy relajado y el sexo era algo que nos repartíamos entre nosotros. En Cuenca pasaba algo parecido.

Pero sí he tenido una relación lejana. Primero, por el consumo de pornografía, que no deja de ser algo parecido. No deja de ser sexo, o la promesa de él, a cambio de un dinero; eso sí, con muchos intermediarios de por medio.

Después, cuando aparecieron las lineas eróticas: caí ahí también. Como era el comienzo del tema y estaba poco vigilado, me metieron un buen viaje, como a algunos en los 90 y todavía hoy.

Hubo una época en que trabajaba al lado de Cuzco, la época en las que las morenas de Sierra Leona (o por ahí cerca) ofrecían sus servicios en esa plaza. Más de una vez, y de dos, y de tres estuve tentado de irme con alguna de ellas. Soy de esos que tienen la fantasía sexual de la chica morena… la del chico ya ha sucedido (no de pago) y estaría bien repetir y repetir.


Pero finalmente siempre me acaba pudiendo una mezcla de miedo (¿dónde me metería para estar con ella?) y duda de cómo estará ella, en qué situación estará…

No tengo problema con la idea de pagar a cambio de sexo. Incluso de pagar sin sexo. Pero siempre que se haga por decisión propia, no por estar en unas condiciones extremas, ni mucho menos por ser obligadas… y eso no me resulta fácil de averiguar.

El contacto más cercano que he tenido ha sido a través de internet. Existen muchos servicios online con cámaras en los que se chatea al mismo tiempo con las chicas. Las veces que opté por ese sistema siempre usé el mismo sitio*. Como modelo de empresa impresiona: Es una gran franquicia que pone el soporte en internet, la cáscara, el software (y la gestión, supongo) y las chicas las ponen proveedores de Eslovaquia, Colombia, Rusia, República Checa, Polonia, Rumania,… Algo que es fácil de ver indagando un poco en la página. Leyendo eso, parece que hay muchos «proveedores» en EEUU, aunque la verdad es que viendo las chicas, se ve que no es así.

*El sitio no lo digo para poder contar la segunda parte: me resulta complicado entrar a hablar con una de esas chicas y no saber en qué situación están. Así que lo que hice fue hablar, dejar un email para contactar «fuera del sistema», sin que se enterara la empresa, y hacer que el dinero le llegase directamente a ella por Money Western, en lugar de un mínimo porcentaje, que es lo que le da la empresa.

Otra cosa que no soy capaz de superar es lo del deseo a cambio de dinero. Sabes que no existe, y en mi caso me resulta necesario que haya algo, aunque sea una pequeña «chispa»… qué se le va a hacer. Eso es lo que me impide «suplicarle» por algo a alguna camarera rubia o una especiederelacionespúblicas de Momentos que le gusta a todo el mundo: porque sabes que lo único que estás haciendo es más pesado su trabajo, porque eso lo harían por «ser amables» con los clientes…

Eso por lo que por internet, en los servicios de pago, no he tenido digamos «rollo sexual clásico», sino en mi línea. El deseo es complicado aparentarlo, pero el desprecio -después de pasarte horas chateando con 20 tios salidos simultáneamente- es más sencillo. Así que opté por una de mis perversiones y lo único que buscaba yo era pagar por entrar en «privado» (lo equivalente a una charla privada de cualquier chat) y no obtener nada a cambio. Charlar, con la chica sin hacer nada y dejar que se acabase el tiempo. Alguna vez con algo de humillación, otras vece sin ella. La humillación «estándar», la previsible, también me da pereza. Prefiero nada.

¿Y no podría hablar con chicas sin el dinero de por medio?

Pues lo hacía hace años, pero necesita tanto tanto tanto tiempo el hablar con alguien hasta que se «hace algo» que me quita las ganas: no me quiero tirar horas y horas delante del ordenador, me gusta hacer mil cosas más… Así que al final recurro a alguna amistad a la que le gusta masturbarse también mientras charla, con cámara o sin ella, y cuando coincidimos, perfecto, y cuando no, pues a otra cosa, mariposa. Chicas con ese mismo gusto por mezclar la masturbación e internet.

En la vida real también me apunto, claro, pero eso podrá pasar de nuevo a partir de ahora, que estoy «soltando lastre» de mis trabajos mil que hacía…

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