¿Y tú de quién eres?
13 abril, 2015 a las 11:00/ por moscacojoneraTodo el mundo lo hemos experimentado alguna vez en España: Ir a un evento y, si no conoces a nadie, sales de allí sin haber conocido a nadie, sin haber hablado más que con quien ponía las copas y el resto del tiempo has estado mirando el móvil…
¿Por qué la aclaración de «en España»? Pues por la conclusión que sacamos el sábado un chico y yo hablando en Discolátex. (y que tenía muchas cosas interesantes que contar). Él tenía la experiencia de haber estado en Alemania, yo en Reino Unido y un evento en Holanda. ¿Resumen?. Pues que, al contrario de la idea que tenemos del sur de Europa de que somos gente muy abierta, amigable, amable, simpática… la sensación que compartimos (¿bastante/alguna/una poca gente?) es que al menos en esos países es mucho más irrelevante hablar con alguien que no conoces, que es mucho más sencillo que alguien dé el primer paso para un simple «hola», tantear un poco el terreno y si se ve que no hay química, despedirse sin que sea un drama, ni tenso, ni nada.
¿Y tú de dónde has salido?
En España es fácil verlo en un bar de copas cualquiera, en que alguien que vaya solo y sin referencias de nadie (¿esta tía sola aquí y se junta con nuestro grupo sin que la conozcamos de nada?¿qué querrá este tío?¿qué moto nos querrá vender?) lo va a tener complicado para integrarse fácilmente en un grupo. Si no viene alguien a presentarnos, si no es un evento público que ya tiene preparadas personas para recibir a quienes van por primera vez, si no tenemos amistades comunes… seguramente toda la interacción termine con una sonrisa y hasta luego.
Todo el mundo tenemos anécdotas de lo contrario, por supuesto, pero la norma parece ser que hay unos lazos muy sólidos con el grupo y que cuesta mucho «abrir la puerta» a que alguien que no conocemos de nada se sume. Eso sí, si ha habido unas cuantas copas de por medio, al final de la noche ya le hemos ofrecido venirse en verano a la playa, que se quede en casa cuando pase por la ciudad… sin que signifique eso realmente.
Mi casa es tu casa
Esta historia me la contó una amiga hispano-chilena-mexicana-belga, que ya ha vivido en unos cuantos países. Y me contaba cómo cuando llegó a Madrid quedaba con amistades, se tomaban una cervezas y, según aumentaban los efectos de la borrachera, le iban solucionando la vida: Tengo un amigo que te encontrará un trabajo, tengo unos amigos con los que podemos quedar, conozco a alguien que alguila un piso como el que buscas…. se iba a dormir feliz…. esperaba el día siguiente, otro día, otro día…. y nada de eso sucedía.
Quizá sea ese camino de la borrachera o esa exaltación de la amistad que nos lleva a prometer y prometer lo que nos hace ponernos un freno y no hacer la oferta del siglo (amistades, una casa, un trabajo…) a la primera persona que te cruzas. ¿Será como el «te quiero» hispano/latino, que en lugar de esperar tanto para soltarlo como la cultura anglosajona, se acaba diciendo tan a menudo? ¿Será que abundan los pesados y es mejor prevenir que lamentar? ¿Será esa tendencia a formar unos lazos aparentemente tan fuertes desde el minuto 1 lo que hace que no «regalemos» tan fácilmente poder charlar con alguien? ¿Será que confiamos más en los sentimientos más intensos, para asegurarnos de que son —SUPUESTAMENTE— fuertes, en lugar de una «educación» detrás de la que no sepamos realmente cuánta solidez tiene ese vínculo?.
Sin palabras
Esto es una cuestión de diferencias culturales, y la verdad, no tengo ni idea de cual es al costumbre en la cultura latinoamericana (aparte de ser un territorio descomunalmente inmenso y con muchísimas culturas diferentes), tampoco la «europea» por la misma razón de la diversidad (y porque Francia creo que tiene mala fama en ese sentido…) pero sí conozco la costumbre británica —del Sur, urbana— frente a la española. Y hay un detalle que me llama muchísimo la atención: Que por ejemplo, para cruzarse en unos pasillos de supermercado demasiado estrechos, sí se va pidiendo paso amablemente, esperando, cediendo el paso… y frente a eso, llama la atención que ni se pida paso, que se prefiera tocar el hombro o el brazo para apartar a esa persona antes que decirle algo. Se suele decir lo de la hipocresía británica. Y ahí ya es cuestión de preferencias personales. Prefiero las sonrisas y amabilidades de la atención al público inglesa que no ese trato tan seco a la hispana…
Parece obvio que, si no se cruza a menudo ni una palabra con personas desconocidas, rara vez se hará a no ser que tengas un interés muy fuerte por conocer a esa persona. Y de ahí quizá el problema: Si esta persona se me ha acercado y me ha hablado es que tiene mucho interés en ¿ligar?¿follar?¿venderme algo?¿embarcarme en algo de lo que me arrepentiré?, así que si no tengo referencias de otra persona, mejor no hablo.
Y así, esta es mi dosis de ignorancia sobre el tema (hoy el post me ha sonado a tertulia de radio). No sé a qué se debe esa diferencia, esa poca amabilidad en general con quien no se conoce de nada y se quiere sumar al grupo. Ojalá personas que hayan vivido un poco en España o que hayan pasado brevemente lo puedan confirmar o desmentir… Ojalá alguien sepa de ¿sociología?¿psicología? y sepa alguna pista, algún libro, alguna web para poder saber a qué se debe, si es algo propio de toda Europa del Sur y si hay expectativas de que pudiese cambiar algún día…porque la verdad, no estaría nada mal.
Quizás parte de la explicación la puedes encontrar reflexionando sobre por qué piensas que cuando un chico se acerca a hablar con una chica desconocida, sin que ella le haya dado antes pie para ello, le está molestando, es un baboso, un machista, etc, etc, etc… Porque son las cosas que suelo leer en este blog, que por cierto, a pesar de esas injustas valoraciones, me gusta mucho.